jueves, 19 de octubre de 2023

MEMORIA RIOJANA DEL TERRORISMO

Diez historias de riojanos marcados por el terrorismo

La dentellada del terrorismo no pasó de largo por La Rioja: 18 muertos nacidos en nuestra región dan fe de un fenómeno que vivió sus momentos más álgidos en 1980, con los atentados de la calle Ollerías y el ataque a un destacamento de la Guardia Civil en Villamediana. La bomba de Ollerías -el atentado más sangriento de ETA en La Rioja- se saldó con tres víctimas mortales: el comisario Carlos Valcárcel y los empresarios Miguel Ángel San Martín y Joaquín Martínez. Ese mismo año ETA atentó contra un convoy de la Guardia Civil que se dirigía a hacer prácticas en las obras de la Autopista Vasco-Aragonesa. El artefacto, compuesto por 45 kilos de Goma 2, amonal y metralla, acabó con la vida del teniente Francisco López Bescos e hirió a otros 32 guardias civiles, dos de ellos de extrema gravedad.
El resto de los riojanos asesinados perecieron fuera de la región y todavía existen tres casos sin resolver, sin juicio y sin sentencia, tal y como recogen los datos elaborados por la Asociación Riojana del Víctimas del Terrorismo. El origen de los 18 asesinados es toda La Rioja, puesto que hay fallecidos de Logroño, Aldeanueva, Alfaro, Berceo, Cihuri, El Redal, Enciso, Igea, Pradejón y Tudelilla. En este sangriento recuento tampoco faltan otros tipos de víctimas: heridos, amenazados y secuestrados, también recogidos en los archivos de una asociación que cuenta en nuestra comunidad con 84 personas y que fue fundada en el año 2010. Además, aunque la mayor parte de estos atentados mortales han sido obra de ETA, también aparecen víctimas de otras organizaciones terroristas como el Grapo, Comandos Autónomos Anticapitalistas, diversos grupos de extrema derecha y la Yihad islámica.
Diario LA RIOJA recorre diez historias de riojanos que han vivido en sus carnes el durísimo golpe de un atentado, el antes y el después que supone para una persona o sus familiares más cercanos vivir un acontecimiento tan duro, en ocasiones ignorado por buena parte de la sociedad y las dificultades que entraña superarlo y rehacer su vida. Diez historias marcadas por la superación y el esfuerzo, por el dolor y también por la esperanza que supone el reencuentro con la vida y la convivencia. Diez historias en las que no se clama venganza, sino justicia y que no se pase la hoja de la historia ante lo inolvidable. / Pablo García-Mancha. Martes, 17 abril 2018, 14:58












lunes, 13 de abril de 2020

DEBERSE A LOS LECTORES

La pregunta es cómo hemos llegado a esto. Y no me refiero al virus. Asomarse a buena parte de la vida periodística española es hacerlo a un abismo en el que no existe otra regla que la destrucción sistemática de la verdad. El programa de Risto Mejide es heraldo y punta del iceberg de una corrupción intelectual y moral que tiene detrás a grupos mediáticos y empresariales a los que la erosión diaria de la convivencia les importa menos que nada. El periodismo en el que creo es algo sagrado, con la necesidad imperiosa del sentido crítico y la desconfianza en nuestros gobernantes –sean del color que sean–, pero alejado diametralmente de la cenagosa trinchera en la que se ha instalado una nueva generación de usurpadores que hacen de la manipulación interesada y subvencionada su arma cotidiana de destrucción masiva. Se han reído del virus, lo han llevado al estudio, lo han coreado... Este tipo de periodistas –o lo que sea que sean– son la fotografía más nítida del descalabro perfecto al que determinados intereses quieren someter a la profesión más hermosa que existe. Recuerdo ahora la frase de mi maestro Joaquín Vidal. El periodista se debe a los lectores y tiene la obligación de ejercer con honestidad absoluta la libertad de expresión, ha de estar preparado para la tarea, informado sobre la materia que trata, ser veraz y comportarse con modestia. Una vez dicho (y comprobado) lo que tiene que decir, con asunción inequívoca de lo publicado, deja de ser protagonista de nada. Y hasta la próxima.

o Éste es mi último artículo de la serie Mira por dónde, que comencé a publicar en Diario LA RIOJA el 18 de julio de 2008 con 'La mirada de Antonio'


domingo, 1 de marzo de 2020

Gigante Marina

Marina Heredia dejó un concierto descomunal el jueves. Por la profunda flamencura de su voz, que vive una madurez inusitada y en la que se dan cita la elegancia y el poderío, la sutileza y el alma y algo conmovedor, el conocimiento de los cantes y sus registros. De la solemnidad de la malagueña, a la belleza de las milongas iniciales o a la magia del cuplé por bulerías de Adela la Chaqueta, en las que Marina se fundió con la letra interpretando con una elegancia y una clase de las que hay que nacer con ellas pero también conviene cultivar y ahondar en cada gesto, en cada tercio, en cada pronunciación de las sílabas. Cantó todo y lo cantó todo bien. Soñó todo y nos fue trasmitiendo su sueño al compás de las alegrías, la caña majestuosa, tan bien arremangada como Rafael Romero El Gallina y sus labios de patricio romano. Como Marina, que cuando le da la gana saca ese acento gitano y se pone farruca la tía y nos canta con el quejío de Camarón o las alondras de Enrique Morente y el leguaje de las flores. Me alucinó Bolita con su toque. Todo perfecto. En su sitio, al compás para llevar mecido el cante como la verónica de Curro. Y me dejó roto con esa deconstrucción que hizo de la siguiriya. ¡Dios mío! ¡Cuántas manos había en esa guitarra en dos trémolos que parecían imposibles por inauditos! Todo el mundo brilló, Anabel y Fita en el compás y en los coros. Brilló y nos hizo disfrutar como a niños Marina Heredia, con cositas de Carmen Linares y el chaleco de Curro, diestro y filósofo.

XXIV Jueves Flamencos Cante: Marina Heredia. Toque: José Quevedo ‘Bolita’. Compás: Anabel Rivera y Fita Heredia. Teatro Bretón de los Herreros. Lleno. Cuarto concierto del ciclo. 28 de febrero de 2020


«Un cantaor cuando se acomoda se marchita porque la inquietud es el motor de un artista»

Marina Heredia regresa al Bretón (20.30h) para hacer cante clásico con el toque de ‘Bolita’ y el compás de Anabel Rivera y Fita Heredia

«Llevo cantando desde que tengo doce años, existen rasgos en la personalidad de cada artista que están presentes desde el principio; luego los vas puliendo, vas creciendo y evolucionando, pero siempre quedan cosas del principio», explica la cantaora granadina Marina Heredia, que a pesar de su juventud, debutó hace veinte años en Logroño en una de las primeras ediciones de los Jueves Flamencos con el toque de Emilio Maya y en un ciclo que abrió una leyenda del cante: José Menese. «Parece mentira que haya pasado tanto tiempo pero es maravilloso que se siga haciendo este ciclo. Me acuerdo de la sala de columnas y de la afición tan respetuosa de esta ciudad».
-¿Sigue presente en su forma cantar todo lo que le ha transmitido su padre Jaime ‘El Parrón’, un cantaor tan personal y con un metal tan singular?
-Sin duda, lo tengo siempre a mi lado y todas las cuestiones que se me presentan él me ayuda a resolverlas. O por lo menos, las hablamos y las compartimos.
-¿Qué busca en el cante?
-Persigo disfrutar y que me siga poniendo nerviosa a la hora de trabajar porque eso es señal de que todavía te inquieta lo que estás haciendo. Un artista cuando se acomoda se marchita. La inquietud es la fuente y el motor de un artista. Yo creo que no debemos nunca dejar de investigar y de crear. Y es que en la vida hay momentos en los que necesitas cantar por soleá para disfrutar y otros en los que buscas otras sensaciones diferentes.
-¿Para un flamenco resulta más compleja la evolución personal y creativa?
-Depende de cada uno. La clave reside en no dejarse manejar y yo siempre he sido muy rebelde, y más con los años porque quizá con el tiempo disfrutas más de lo que llevas dentro y del propio cante. Los flamencos hemos tenido siempre una facilidad para acercarnos a otras músicas; la verdad es que no he visto nunca a un cantante de pop sentarse y cantar por siguiriyas.
-¿Le influyó lo que dijera la ortodoxia a la hora de establecer sus caminos como artista?
-Quizás hubo momento que sí me importaba que me dieran ese visto bueno. Pero una vez que superas esa etapa las cosas son distintas. En mi casa se vive la mezcla constantemente, por mi abuela, por mi padre y, además, mi madre no es gitana y eso en casa se nota. Además, la amplitud de miras de mi padre nos ha llevado en casa a codearnos con artistas de fuera del flamenco. Recuerdo de niña ver a Pedro Almodóvar, pintores, poetas...
-¿Define tanto el estilo de un cantaor el hecho de ser gitano?
-Yo creo que sí. No digo que sea mejor ni peor. Eso está claro. Pero tenemos unas formas de impostar la voz, de interpretar el cante y de expresarlo diferentes. Yo reconozco cuando es un cantaor gitano y cuando no, para bueno y para malo. E incluso, dentro del cante gitano, te das cuenta si es de Jerez o no, porque posee unos detalles que marcan diferencias. Pero este fenómeno no sólo es con el cante: escuchas una guitarra de Granada y la identificas al instante.
-¿La diversidad del flamenco es una de sus riquezas?
-Sin duda, es maravilloso.
-¿Se siente cantaora gitana?
-Sí, es lo que me gusta y lo que defiendo, entre otras cosas... No tiene nada que ver el apellido para ser buen o mal artista.
-¿Y comprometida con el flamenco?
-Hago muchas cosas fuera del cante; acabo de estar con Noa, he colaborado con Mónica Naranjo y disfruto al máximo cantando a Falla, pero yo siempre me siento cantaora flamenca. Estas colaboraciones y el roce con otras músicas lo que hace es enriquecerte como artista.



‘Bolita’, una de las grandes guitarras contemporáneas
José Quevedo ‘Bolita’ (Jerez, 1974) se ha convertido en una de las referencias de la nueva guitarra flamenca contemporánea. En Logroño lo hemos disfrutado con Argentina, además de con Marina Heredia o Miguel Poveda. Comenzó tocando para bailar en la academia de la bailaora Angelita Gómez y en el Ballet Albarizuela. Además, produce discos para algunos de los artistas a los que acompaña y formó un grupo de Jazz como UHF. El año pasado explicaba en una entrevista que: «Yo empecé como guitarrista flamenco, y al igual que hay gente que se queda sólo con el acompañamiento, que es algo necesario, yo he querido ir más allá. En mi caso, me he criado acompañando al baile, que reúne todo lo que un guitarrista debe conocer, el acompañamiento al baile, la parte rítmica, acompañamiento al cante y luego tu faceta como compositor. Entonces, todo eso a mí me ha llevado a otros caminos, y si eres inquieto, lo demás viene solo». ‘Bolita’ es uno de los grandes de la actualidad.

sábado, 15 de febrero de 2020

«García Lorca me ha convertido en otra persona y en otro artista»

Miguel Poveda presenta hoy en Riojafórum (20.30 h.) su trabajo ‘Íntimo’ con referencias a los artistas que marcaron sus inicios en el cante

El cantaor catalán Miguel Poveda vuelve a Logroño (20.30 h. en Riojafórum) con su espectáculo ‘Íntimo’ en el que presentará ‘El tiempo pasa volando’, un disco doble con los temas que han marcado sus inicios en el mundo de la música, el cante y el flamenco: «Significa volver a mis raíces», explica.
–Miguel, 30 años en la carretera y muchos de ellos con conciertos en Logroño. ¿Recuerda aquel debut cuando se presentó en 1994 en el Salón de Columnas para participar en Actual?
–Lo recuerdo perfectamente, estaba a una semana de empezar el rodaje de la película ‘La teta y la Luna’ con Bigas Luna. Era muy joven, fueron momentos maravillosos y venir a un festival tan importante como Actual significó mucho para mi trayectoria como artista
–¿Ha cambiado mucho su forma de pensar la música?
–Sí, por supuesto. Antes con la edad y la poca experiencia todo era más idealizado, aunque me sentía poco preparado aún me seducían los focos. Desde hace ya algunos años vivo la música con otro compromiso y desde un lado mucho más espiritual y verdadero.
–¿Qué supone su nuevo disco ‘El Tiempo pasa volando’?
-Volver a mi raíz, es un disco doble y en el he podido expresarme de nuevo a través del cante tradicional y también con las canciones que marcaron mi infancia y que me trasladan a mi barrio de Badalona.
–Los Chichos, Bambino, Manzanita, Lole y Manuel…. Son artistas maravillosos que no se han terminado de valorar globalmente como merecen. ¿Qué es lo que suponen para su memoria sentimental?
–Significan la esencia de lo que soy, la diversidad en la que he crecido, junto a ellos también compartía el tiempo con el cante tradicional a través de la Tertulia Flamenca de Badalona y con los discos de Pink Floyd que ponía mi padre.
–’Enlorquecido’ fue un trabajo esencial en su carrera y en una entrevista que me concedió antes de sacar a la Luz el disco me dijo que le «cautiva, obsesiona y enamora Federico». ¿Qué cree que ha aportado a las muchos trabajos musicales que se han hecho en torno a la figura de Federico García Lorca?
–No puedo saber lo que habrá aportado al resto de los artistas y cantaores, pero a mí me ha cambiado mucho la cabeza el haberme acercado de forma obsesiva a Federico. Me ha convertido en otra persona y en otro artista.
–Siempre ha admirado la figura de Enrique Morente. ¿Tiene la sensación de que todavía no hemos asumido la grandeza de su obra?
–Como con todos los genios, se necesitan siglos para evaluar la grandeza de Enrique. Si entras en su universo te atrapa más y más. Por Enrique Morente no puedes pasar de puntillas, hay que sumergirse hasta el fondo de su esencia.
–En el escenario da la sensación siempre que le he visto de sentirse la persona más feliz del mundo. ¿Siguen siendo las actuaciones en directo el motor de su contacto con los públicos?
–Por supuesto, el escenario es mi hábitat natural, mi oxígeno, mi vida. Ahí me siento libre, realizado y útil. Cuando estoy tiempo sin cantar me marchito.
–No tiene que ser demasiado fácil manejar su carrera con la libertad que usted lo ha hecho desde que tomó decisiones tan arriesgadas y fértiles como Desglaç?
–Es más fácil cuando dejas de preocuparte que pensarán los demás, aunque en muchas ocasiones, lo que piensan los demás también es importante. Pero tienes que ser honesto y consecuente con tu libertad y vivirla sin tormentos, porque entonces no es una libertad real.
–Usted es una de las grandes referencias del flamenco contemporáneo, y además ha frecuentado otras músicas como el jazz o la copla. ¿Le ha enriquecido musicalmente?
–Todo ha sumado y sigue haciéndolo. Pienso estar con el alma, y los oídos bien abiertos a todo lo que destile belleza y emoción. Es el mejor alimento para un ser humano, sentir sin prejuicios y tener ansias de crecer espiritualmente.
–Siempre ha defendido la dignificación del mundo flamenco. ¿Cree que se trata a este arte con la categoría cultural y artística que se merece en España?
–El Flamenco ya es digno por sí solo porque así lo han creado los genios y maestros de este arte, el que es indigno es el responsable de darle el lugar que merece la música flamenca en el mundo y no lo hace como debería hacerlo y este arte se merece.

Enorme Pedro El Granaíno

El cante flamenco tiene la rara y extraña capacidad de poner a hervir el alma, de condensar en unos instantes una buena ración de sentimientos, de voluntades y de esperanzas. Y eso, exactamente eso, es lo que sucedió el jueves en la actuación de Pedro El Granaíno y Antonio de Patrocinio desde que se abrió de capote con el himno gitano ‘Djelem, djelem’, que cantó en romaní y que expuso la singular belleza de este canto de origen búlgaro que en la voz de Pedro hizo crepitar por pura esencia el misterio quejumbroso de un pueblo tantas veces despreciado como incomprendido. Y llegó la soleá, gitana de Alcalá, sevillana y morentiana en un final que fue como un caramelito que nos puso sobre aviso de lo que nos iba a deparar la velada. El cante y el alma, el arte en suma de un artista impresionante que ahonda en los acentos y los ecos como en las voluntades. Cantó con una expresividad remota, añeja la siguiriya, con un remate asombroso de poderío, sinceridad y sutileza en el que el toque de Antonio de Patrocinio comenzó a tomar tintes descomunales, tanto por la pulsación de sus dedos como por esa serie de paisajes imaginarios con los que fue meciendo la voz de Pedro El Granaíno, un cantaor que se presentaba en Logroño con fama rutilante y que no dejó a nadie indiferente por la devocional entrega que mostró sobre el escenario y porque cuando se canta como cantó el jueves es imposible no llegar al alma de cualquiera, fuera aficionado al mundo jondo o espectador ocasional. Hubo tintes absolutamente hermosos en la granaína, con ese macho abandolao, o la canción por bulería, en la que se introdujo con naturalidad en los territorios de Manuel Molina. Todo lo que canta lo convierte en oro, como las canciones de Lorca de Enrique, donde de pronto brotaban ecos camaroneros o de Tomás Pavón. Todo con belleza, con elegancia máxima. O el final por bulerías antes de los fandangos que regaló en el bis aclamado. ¡La gente puesta en pie! Felices de cante, repletos de gracia. Dos artistas que estuvieron redondos y a los que desde ya echamos de menos.

XXIV Jueves Flamencos Cante: Pedro El Granaíno. Toque: Antonio de Patrocinio. Teatro Bretón de los Herreros. Lleno. Tercer concierto del ciclo. 13 de febrero de 2020. 

jueves, 13 de febrero de 2020

«Soy de Camarón y de Morente»

Pedro El Granaíno, que debuta en Logroño, y Antonio de Patrocinio, actúan hoy en los Jueves Flamencos del Bretón, a partir de las 20.30 horas

Confiesa Pedro Heredia Reyes ‘El Granaíno’, que tiene a «José Monge y a Enrique Morente en la mente con toda naturalidad». Pero no escatima elogios a Tomás Pavón, un cantaor legendario hermano de la Niña de los Peines: «Me cambió el sentido, muero por él». Tomás sufría una dolorosa enfermedad y no podía beber vino. Se tenía que limitar a tomarse un vaso de leche. Primo Antonio, ¡qué malo es tener que cantar sin poder beber!, cuenta la leyenda de sus lamentos, recogidos por Ricardo Molina.
-¿Le ha influido comenzar tarde como profesional del cante?
-Empecé tarde, pero llevo en los escenarios desde 2007, que fue mi debut con la compañía del Farru. Me daba pánico cantarle a un monstruo como él. Le decía que me perdonara, que yo tenía mis negocios, que me dedicaba a la venta ambulante. Pero me propuso que me fuera con él dos meses a Madrid con una compañía nueva que iba a montar con Pino Sagliocco. Me fui con el espectáculo de la familia, hasta que en 2011, después del Festival de Jerez, en un espectáculo que se llamaba a ‘Al Natural’, la gente me comenzó a llamar para actuar en peñas y en festivales y tomé la decisión de no cantar más atrás. Y fue un paso clave, porque yo sabía que podía aportar muchas cosas que no podía hacer cantando para bailar. Pero también me siento muy orgulloso de esos años porque creo que te aportan muchas cosas como cantaor, que luego cuando estás solo te viene muy bien: conocimiento de los ritmos, los palos, el oficio, los recursos.
-¿Le costó dar el paso de convertirse en cantaor?
-Es que no era decir que no a una cosa por decir que no. Tengo muchos compañeros que no han querido o podido pegar el salto. Es complicado; conozco casos de grandes cantaores que a la hora de tirar para adelante no han sido capaces. Ponerte delante del público significa que eres tú sólo y estas tú solo, que tienes que contar tus propias fatigas, tus quebrantos. Siempre he pensado que cada uno con lo que canta es con su alma, por eso cada cual canta diferente. Nadie puede cantar igual que nadie…
-En su época de la venta ambulante ¿cómo cantaba?
-Lo hacía para la familia, en las fiestas, como me sonaba. Pero cantaba sin conocimiento, como por instinto. Escuchaba un tema y lo cantaba. Pero eso no era estudiar; ese paso lo di escuchando a Tomás Pavón, que fue el que le me tocó la puerta para que yo me pusiera a estudiar. Lo escuché y que me dije que aquello tenía un interés superlativo para un cantaor contemporáneo.
-De niño ya le animaban a que cantara…
-Sí, me decían que tenía un metal especial, pero luego hay que estudiar y saber qué es una soleá, una malagueña, la granaína. Ahí reside la clave de cada cantaor. Tomás Pavón y Enrique Morente han sido esenciales en mi carrera a la hora de aprender. Yo escucho desde Marchena a Manuel Torre y desde Camarón a Morente, o desde Chocolate a Fosforito. Los he estudiado a todos, pero luego introduces tus matices de voz o de color a cada uno de los estilos. Valderrama me encanta pero sé que no puedo expresarme con la velocidad que él tenía y por eso me lo llevo a mi terreno. Morente es uno de mis grandes referentes y me sucede que yo hago cosas suyas y muchos jóvenes no le han escuchado cantar nunca. Y dicen ¡eso es de Morente! Nos ha pasado con los tientos de la Leyenda del Tiempo de Enrique, que los creó y a los que nadie les ha metido mano. Donde vamos nos la piden. Los genios dejan las cosas ahí… Siempre digo que soy de Enrique y de Camarón.
-El cante por Camarón no parece fácil…
-Es el más difícil de todos. Yo tuve un tiempo que según el sitio al que iba a cantar si tenía intención de hacer algo de José lo quitaba. Era muy grande. Si ibas a un sitio y cantabas por Mairena, Tomás o Caracol, la gente lo saludaba. Pero si lo hacías de Camarón es como si no lo terminaran de aceptar. Ahora, ya me subo al escenario y tengo a José y a Enrique en la mente con toda naturalidad.
-Es cierto que usted se enteró de que Tomás escuchaba a Chopin y que se puso usted también a escuchar su música.
-Estaba buscando un libro que se llama ‘El Príncipe de la Alameda’, sobre Tomás, y a través de un amigo conseguí el libro porque yo le regalé un disco de Mairena. Y no sé cómo lo hizo pero me llegó a casa. Empecé a leer su vida, que me fascina, y descubrí que en casa de los Pavón se escuchaba a Chopin y ahora lo escucho yo.

«La soleá de Talega y Manolito María me llegó en el momento justo»
«Cuando yo descubro la soleá me da un vuelco el mundo», explica el Granaíno, que suspira por Juan Talega y Manolito María. «Tomás siendo de Sevilla hacía mucho la de Cádiz o la de la Serneta, que la de Alcalá. Y cuando yo me pongo a estudiar a Talega y a Manolito, le cojo otra onda a la soleá. No sé por qué. También el tiempo, las tablas y encontrar a un guitarrista como Antonio de Patrocinio, que en ese sentido me dio la pausa que necesitaba para meterle mano a la soleá. Y una vez que me encuentro cómodo en ella me doy cuenta de todo lo que me estaba perdiendo. Pero también que conocer la soleá me llegó en el momento justo, cuando tenía que llegar».
Explica Pedro que en el recorrido a cantaores antiguos como Don Antonio Chacón  ha sido esencial el trabajo de Morente: «Su disco homenaje con Pepe Habichuela es una obra maestra que nos trajo el alma de un maestro increíble».

sábado, 1 de febrero de 2020

LA RARA BELLEZA FRÁGIL

Rafael Riqueni es un guitarrista que es mucho más que un guitarrista pero que se siente en el fondo de su alma guitarrista flamenco. Personalidad absolutamente frágil; sus pasos por el escenario como un pajarillo aterido, sus palabras discretas y medidas, su parsimonia excelsa, su concepto único más allá de su cansancio o de su falta de dedos. Llegó a Logroño desde Sevilla para presentar ‘Herencia’, su noveno disco, una obra que pasará a los anales y que estoy deseando que se publique porque configura un racimo de palos flamencos al palo seco de su guitarra portentoso con un tema que es absolutamente genial, la ‘Farruca bachiana’ dedicada a Mario Maya. El sonido y la apertura que se deslizaba casi como una colombiana, con el trino de la guitarra de Rafael que en ese momento se convierte en inconfundible. Y después el ancho mar de la revuelta sobre sí misma en un arco melódico sublime y casi de contrapunto con el diálogo de una mano en el alma y la otra en el centro del mástil para acoplar los sonidos más graves en un juego de escalas que iban acercándose sin prisa a los fraseos últimos con dos breves silencios para abordar una frase delicada y frugal. Es una de las farrucas más hermosas que he escuchado nunca y creo que con la siguriya dedicada a Paco de Lucia, las dos cumbres de ‘Herencia’. La obra es una belleza. Si la memoria no me falla, comenzó con la granaína dedicada a Morente (Triste luna); las sevillanas se las dedicó a Manolo Sanlúcar (Aires de Sevilla) y la soleá a Serranito (Café de Chinitas). Antes había dibujado la sublime Farruca. Al maestro Enrique de Melchor le conjuró unos aires murcianos con infinidad de matices de melódico aliento (Minerico), las alegrías a Pepe Habichuela (Herencia), las bulerías a Tomatito (Nuevos sones) y acabó sufriendo con unos tangos llamados Pureza en recuerdo de Joaquín Amador.
Fue como un conjuro de guitarras, con su trémolo tan personal pero sin ninguna clase de abuso. La exigencia de su sonido tan perfecto le descompuso en alguna ocasión por la extrema dificultad narrativa de alguna de las piezas, en las que Rafael no se da a sí mismo ni la menor concesión técnica ni expresiva. No hay tregua. Es esa música la que le habita en la cabeza la que fue escribiendo con la increíble sucesión de tonalidades. El aire sevillano de las sevillanas más melódicas, la profunda sobriedad de la soleá, el palo flamenco por excelencia, con el compás de los aires de Triana y la granaína de Enrique, con un juego de contrastes y colores...
Acabó Rafael en belleza. Moon River, My Way, Amapola... Una hilada con otra como si fuera un plano secuencia de una película musical. A veces las guitarras hablan. La de Rafael susurra. Más allá de la técnica, más allá de la velocidad y de la metralleta. En el fondo de su mirada está la música que le atraviesa, el flamenco que le corre por las venas, por las pupilas, que se le resbala por esa mano derecha suave como esta primavera que ha llegado en el invierno del cambio climático. Rafael nos traslada a la belleza. ¡Gracias maestro!

XXIV JUEVES FLAMENCOS Guitarra en concierto: Rafael Riqueni. Teatro Bretón de los Herreros. Lleno. Segundo concierto del ciclo. 30 de enero de 2020.

jueves, 30 de enero de 2020

«Con Albéniz comencé a ver los colores de España con otros oídos diferentes»

Rafael Riqueni, que vuelve a Logroño tras cuatro años, presenta su nuevo disco en el Bretón (20.30 h)

Rafael Riqueni (Sevilla, 1962) vuelve esta noche al Teatro Bretón. Lo hace cuatro años después de su memorable actuación con Estrella Morente y tras presentar ayer mismo en el Lope de Vega su último disco ‘Herencia’: «Me siento muy bien, he pasado por unos momentos muy oscuros en mi vida, pero ahora soy feliz. Compongo, siento la guitarra y me conmueve tocar», explica el maestro sevillano, uno de los últimos genios del flamenco; compositor, autor de varios de los discos más personales de la historia y tocaor de referencia de grandes maestros: «Con Enrique Morente estuve toda una vida, pero he tenido la inmensa suerte de tocar para muchos. Me acuerdo de una soleá en Sevilla con José de la Tomasa. Flamenco puro», sonríe Rafael, que atiende a Diario LA RIOJA desde un aparcamiento de Sevilla de camino a un ensayo. «Tengo a mi lado a mi hijo y eso es una de las mejores cosas que me pueden pasar».
–¿Qué significa ‘Herencia’?
–Lo he planteado como un legado y un homenaje a los guitarristas de la generación que me precedió y también al bailaor Mario Maya, al que le he compuesto una farruca inspirada en Juan Sebastián Bach. Es curioso, comencé a componerla en casa de Mariana Ovalle –su viuda– y me salieron unos acordes que me recordaban la música de Bach. Lo dejé, y al cabo del tiempo retomé la idea inicial de aquella composición. He acabado construyendo la farruca con muchas influencias de ese maestro de maestros. La otra persona que no es guitarrista y homenajeo en ‘Herencia’ es a Enrique Morente. Y claro, Paco de Lucía, con una seguiriya; además de Enrique de Melchor, Manolo Sanlúcar, Serranito, Pepe Habichuela, Tomatito o Joaquín Amador.
–Siempre ha sentido una gran pasión por la música clásica…
–Me ha enriquecido mucho como compositor, me ha abierto la mente y además, ha sido muy importante para la inspiración a la hora de crear nuevos temas. Esta relación con el mundo clásico me llegó en mis inicios cuando escuché por primera vez la ‘Suite Iberia’, de Isaac Albéniz. Me dejó absolutamente enamorado; más aún, comencé a ver los colores de España con otros oídos diferentes. Es increíble la forma en la que rezuma toda la reminiscencia que tiene de lo popular y de la sutil y bella relación que estableció con el flamenco. Constituyó mi puerta de entrada para conocer a otros compositores españoles como Turina, Falla o Granados, y lógicamente, después a Mozart y Bach.
–¿Es muy diferente a su anterior obra, ‘Parque de María Luisa’?
–Claro, en el ‘Parque’ me planteé un recorrido sentimental y espiritual por los rincones de este lugar tan mágico de Sevilla en forma de cuento, con mucha nostalgia y romanticismo. ‘Herencia’ es un disco puramente de guitarra flamenca, con tonalidades muy distintas y sin orquestación de ninguna clase. Toco yo solo y solo se dobla la guitarra en unos tangos y poco más. Es un disco flamenco por encima de todo.
–¿Está en aquella vereda del disco que grabó en Alemania en 1987?
–Puede ser, pero con una diferencia de treinta años. Ha pasado mucho tiempo y mi mentalidad y la forma del ver la música ha cambiado mucho en mi interior. Me hablan de él los aficionados, valoran que sea una guitarra sola y, de alguna manera, lo he querido hacer de esa forma porque se echa mucho de menos ver una guitarra sola y desnuda en un escenario. Me siento concertista y esos momentos en el escenario son únicos.
–Rafael, usted ha sido un músico con muchos avatares de salud y con periodos muy largos de silencio. ¿Cómo se encuentra ahora?
–Me siento en un gran momento, bien de salud y equilibrado con mi tratamiento. Estoy muy feliz y con muchas ganas de tocar. Tengo firmados bastantes conciertos por España y Europa y en marzo actúo en el Auditorio Nacional. No puedo pedir más porque he salido de los fondos más oscuros y nadie podía esperar que me recuperara de tal forma.
–¿Ha vivido momentos muy duros?
–Tremendos, todo en mi vida era de un color absolutamente gris y solo me rodeaba la impotencia.
–¿Cree que el flamenco le ha salvado la vida?
–Sin duda. La guitarra me ha ayudado siempre y en todos los sentidos. Estuve en prisión durante dos años y ella siempre estaba presente a mi lado. La tocaba todos los días, me servía para hacer dedos. Recuerdo que tocaba muchos temas de Paco de Lucía, la Guajira antigua, el zapateado... También de Niño Ricardo, de Mario Escudero, Sanlúcar, Sabicas, de todos los que me acordaba. Pero lo que no podía era componer allí encerrado; se me hacía imposible.
–¿Cómo compone ahora?
–Lo hago de oído, he dejado de escribir la música como hacía antes. He vuelto a tocar flamenco y a utilizar las formas que acostumbraba antes de saber música.
–¿Y le ha cambiado mucho a la hora de crear?
–Todos los procesos creativos son distintos y en esta ocasión ha sido algo apasionante y gozoso. Cada vez que lograba una falsea nueva me sentía absolutamente feliz.
–¿Es tan duro componer?
–Después de estar tocando muchas horas vas encontrado cosas. Cuando tienes hilado el tema comienzas a descubrir las partes que más te gustan. Lo más difícil reside en cómo empiezas. Si te planteas una soleá siempre me digo: ¿Y ahora qué hago?
–Pero luego sale...
–Es la música.

sábado, 25 de enero de 2020

EL UNIVERSO Y ARCÁNGEL

Tiene Arcángel en su voz un manantial de cante absolutamente hermoso y profundo; más allá de su conocimiento de la raíz del flamenco, más allá de su elegancia, de lo pulido de sus tonos, de su modulación perfecta y de su ensimismamiento cuando se sube al escenario, está su compromiso con el cante y la belleza que destiló todo lo que hizo el jueves, desde que se abrió con notable armonía merced a una una profusa colección de tientos y tangos hasta que después de la maravillosa granaína -titulada ‘Dos Corazones’ y que interpretó Dani de Morón en solitario- se centró en la figura de Enrique Morente para destilar una segunda parte increíblemente bella. La soleá inicial rebosó esa sensación del que canta sin red; la soleá morentiana, con esos perfiles de los melismas imposibles del maestro, conjugó la belleza hasta extremos de rendición. Todo acompasado por la creación de paisajes sonoros que se detenían en el tiempo con esa noble fragilidad del agua de un estanque en la que se reflejaba el compás de Diasera, siempre como adherido a un ritmo interior que fluctuaba en cada tercio haciendo necesario el su sonido multiforme. La Aurora de Nueva York fue una especie de cenit, con la voz de Arcángel armada de adjetivos y nardos, con el sutil dramatismo de la guitarra de Morón. Los tres esculpían el silencio de metáforas, de palabras y notas en un singular edificio que decidí saborear con los ojos cerrados para no perder ni un instante de aquella conmoción sonora tan edificante para el alma. Y no puedo olvidar lo tenebroso de la siguiriya, con ese inicio absolutamente metafísico de una guitarra que llenaba cada espacio de esas sensaciones que se escurren por los dedos. Y el grito ancestral de Arcángel, que cantaba para dentro, rebuscando en sus tripas el alma del flamenco, la raíz del cante, las razones del universo.

XXIV JUEVES FLAMENCOS  Cante: Arcángel. Toque: Dani de Morón. Percusiones: Agustín Diasera. Teatro Bretón. Lleno. Primer concierto del ciclo. 23 de enero de 2020.

jueves, 23 de enero de 2020

«Para mí lo clásico es cantar la Aurora de Nueva York»

Arcángel abre esta noche (20.30 h) los Jueves Flamencos en el Bretón con el toque de Dani de Morón y el compás de Agustín Diasera

Francisco José Arcángel Ramos (Alosno, Huelva, 1977) se presentó en los Jueves Flamencos de 2001, en una actuación en el Salón de Columnas de la que se acuerda perfectamente: «Hace mucho tiempo, tanto que asusta, pero claro que me acuerdo de aquel concierto. Fíjese, todavía me considero joven y han pasado diecinueve años de aquel día». Arcángel, considerado como una de las principales voces del flamenco contemporáneo, actúa esta noche (20.30 horas; Teatro Bretón) con un elenco espectacular: Dani de Morón al toque y Agustín Diasera a la percusión.
-En aquel ciclo en el que se presentó en Logroño estaban en el cartel maestros de la talla de Juan Habichuela, Juanito Villar, Agujetas o Fernando Terremoto... 
-Increíble; yo era un crío y el elenco es espectacular.
-¿Ha cambiado mucho el flamenco?
-Lo más triste son los nombres que nos han dejado. Pero en el panorama del cante yo creo que está todo bastante ordenado. Es decir, aquellos años hacían presagiar que había una serie de chavales jóvenes que estaban llegando con mucha fuerza, y la mayoría de ellos se han situado. Y otra cosa que sí ha cambiado, y en este caso para bien, es el posicionamiento que tiene el flamenco en la sociedad. El cante ahora compite con otros géneros musicales que antes parecía imposible y se encuentra en una situación mucho mejor.
-Usted siempre ha mostrado mucha inquietud por unir el flamenco con otras músicas tal y como hizo con el barroco de la mano de  Fahmi Alqhai. ¿Qué le aportan esas búsquedas?
-Pretendo ser muy fiel a las cosas que realmente siento, y en esos caminos de búsqueda encuentran personas que captan tu atención, y ése fue el caso de Fahmi Alqhai y la músca barroca. La verdad es que teníamos una idea que ninguno de los dos sabíamos a ciencia cierta cómo tratarla y al final llegamos a un entendimiento artístico que fue muy fructífero para ambos. Yo siempre he sido de la opinión de que los géneros pueden llegar a unirse unos con otros cuando los músicos tienen la voluntad de que eso ocurra. Cada género está en su propio mundo y en su propio espacio y las claves del encuentro residen siempre en los músicos que se lo propongan.
-En el flamenco parece que algo así sea considerado en muchas ocasiones una herejía...
-Es que se dan cita cuestiones muy especiales. Existen dos corrientes conservadoras, una que defiende la tradición porque no conoce otra cosa y rechaza sistemáticamente todo lo nuevo que venga. Después, estamos lo que defendemos la tradición porque creemos que supone un tesoro de un valor incalculable, pero que también sentimos la necesidad de hacer otras cosas partiendo del simple aburrimiento de repetir lo mismo una y otra vez e intentar un camino de expresión en el que podamos dar rienda suelta a lo que sentimos.
-¿Y el rechazo?
-En muchas ocasiones ha ocurrido que autores con mucha avidez  vislumbran que pueden funcionar la mezcla de dos músicas y comienzan a tirar del hilo; por lo general acaban resumiendo esas fusiones en la capa superficial de ambos géneros. Eso en el flamenco, donde hay bastante gente reticente a lo nuevo, se siente en lo más profundo. Sin embargo, cuando las cosas se han hecho en serio y se ha trabajado con más rigor e investigación musical, no se ha sentido un rechazo tan frontal, aunque siempre hay y habrá voces discrepantes.
-¿Ese revuelo se generó con Rosalía?
-Yo creo que sucedió porque nadie se esperaba una carrera tan vertiginosa. Ahora que está muy arriba el revuelo es mucho menor. Fue más cuando estaba generándose todo el fenómeno a su alrededor. Era como si nadie se sintiese situado... Ella está totalmente alejada de la estética flamenca más allá de las dos canciones que mete en su repertorio porque le gusta o le da la gana. Aunque yo crea que nunca hizo flamenco, ella ha terminado atrayendo a mucha gente hacia el flamenco. Si de toda la masa que sigue a Rosalía es capaz de atraer hacia su música un cinco por ciento se interesa por el flamenco de calidad, pues bienvenido sea...
-¿Cómo va a plantear el concierto de esta noche?
-En este tipo de ciclos me gusta cantar el flamenco clásico, pero para mí eso significa cantar la Aurora de Nueva York o la Leyenda del Tiempo... Se han convertido en clásicos una serie de repertorios que para muchos pueden ser un sacrilegio.

Con Dani de Morón, al toque, uno de los grandes
Dani de Morón acompañará al toque esta noche a Arcángel. Estamos ante uno de los guitarristas más importantes y talentosos del panorama flamenco, tanto en su vertiente en solitario como acompañando al toque. Su último disco (21) realiza un paseo por 12 palos para cantar con varios del los flamencos más distinguidos a los que acompaña de una manera extraordinaria. Daniel nació en Sevilla el 6 de septiembre de 1981, se formó en Morón, después con Matilde Coral y fue la segunda guitarra de Paco de Lucía en su gira ‘Cositas Buenas’. Silvia Cruz puso hace una semanas en Twitter que su próximo disco es «una virguería».

sábado, 18 de enero de 2020

RITO Y GEOGRAFÍA DE ENRIQUE MORENTE

La voz flamenquísima de Gregorio Moya y el toque de Alejandro Torres, ‘Niño de la Era’ abrieron el jueves la XXIV edición de los Jueves Flamencos en la velada fuera de abono que como aperitivo se celebra desde hace cuatro años en Bodegas Ontañón. Y volvió a ser una noche preciosa de la mano de un cantaor morentiano donde los haya, con sus formas y su fondo; auténtico rito y geografía de Enrique de la mano de un joven manchego que canta por su vereda de una manera admirable. Entornaba yo os ojos y me parecía que el ronquillo de Granada estaba ahí, de joven, con su mismo acento y compás, con un chaleco florido de los que se estilaban en aquellos años de la Transición, en los que había que romper las coplas de la madrugá y asentar las bases clásicas de su bella revolución. Era como un capítulo de cuéntame... Allí Gregorio, transido de Enrique Morente, con esos cantes de los años setenta y ochenta que sonaban igual de bellos y de modernos hoy, ayer y siempre. Gregorio admira tanto a Enrique que se ha convertido en un verdadero especialista de cantaor de Granada, y sobre todo de los discos primigenios del maestro como el Homenaje a Miguel Hernández (1971), del que hizo el bellísimo romance ‘Sentado sobre los muertos’; el de Don Antonio Chacón (1979), con la increíble caña de ‘Eso no lo manda la ley’, además de ‘Despegando’ o ‘Sacromonte’, dos obras de ese Morente que comenzaba a vencerse ya hacia la creatividad como santo y seña de su esencia cantaora. Lo más nuevo que hizo Gregorio fueron las alegrías del Alberti del disco ‘Negra si tú supieras’ (1992), uno de los discos más hermosos y complejos de la obra del inmortal cantaor. La gente creo que alucinó por la entrega de Gregorio y por ese homenaje que tributó al maestro de maestros desde el fondo de su corazón, con su sencilla timidez y con la respiración contenida por la complejidad musical de alguno de los temas citados, como el romance ‘Sentado sobre los muertos’, que se emitió en 1972 en Radio París en un programa clandestino que Morente grabó con Carlos Cano, que aunque de era también de Granada conoció en la capital de la República francesa. Ese Morente que poco a poco dejaba de leer las novelas de vaqueros de Marcial Lafuente Estefanía para buscar el alma en poetas como San Juan de la Cruz, a los que comenzó a cantar buscando el recóndito olé flamenco en la poesía más elevada y clásica de la literatura española. ‘Aunque de noche’ del poeta de Fontiveros sonó en el aire de Enrique, el de la primera grabación de los años ochenta. A muchos les suena ahora por la versión de Rosalía, pero fue Morente el que musicó este poema que en los labios y en la garganta de Gregorio Moya recuperó aquella claridad nunca oscurecida de cante original. El concierto también se sustentó en la claridad del toque del Niño de la Era, que llevó en volandas a Gregorio Moya. 


o XXIV JUEVES FLAMENCOS Cante: Gregorio Moya. Toque: Alejandro Torres, ‘Niño de la Era’. Lugar: Bodegas Ontañón. Localidades agotadas. Concierto de presentación del ciclo. (Fuera de abono). 16 de enero de 2020.

jueves, 16 de enero de 2020

Gregorio Moya: «No se puede ser copia de nadie y menos de Morente porque estás condenado a perder»

El cantaor de Ciudad Real abre hoy a las 20.30 horas los Jueves Flamencos en Ontañón
Logroño. Gregorio Moya es una rara avis del cante. Manchego de Argamasilla de Alba y sin antecedentes profesionales flamencos en el seno de su familia: «En mi casa no había cantaores pero sí aficionados. Se escuchaba a maestros como Enrique Morente, Fosforito o Lebrijano entre otros muchos. En las reuniones de mi padre con sus amigos ponían las cintas y yo, que era apenas un crío y cómo me gustaba tanto, las cogía, me las llevaba a mi habitación y las escuchaba hasta aprendérmelas de memoria. Algún día de aquellos, por lo que fuera, me dije a mí mismo a ver si era capaz se cantarlas. Creo que me salió medio bien e intenté seguir cantando». Así explica sus orígenes más remotos en el cante Gregorio Moya, que esta tarde a partir de las 20.30 horas inaugurará la XIII edición de los Jueves Flamencos con el concierto previo al comienzo del ciclo en Bodegas Ontañón.
-¿El flamenco comenzó en usted casi como el juego de un niño?
-Sí, la verdad. Puede parecer raro, peo es la realidad de mi caso. La mayor parte de los cantaores son andaluces, extremeños o de otras zonas en las que el flamenco se respira por las calles como en Córdoba, Granada o Sevilla. En mi pueblo no sucede eso, por eso cada cantaor se forma de una manera distinta y en mi caso fue escuchando lo que oían mis padres.
-¿Y cómo fueron los pasos para llegar hasta el mundo profesional?
-Siempre he sido un autodidacta. He tenido la suerte de que siempre se me han quedado los cantes en la cabeza, pero había un problema: tenía que ser capaz de cuadrar lo que cantaba con la guitarra y con el compás. Y no era fácil en mi entorno encontrar a alguien que me lo enseñara de verdad. Había un guitarrista, ‘El Niño de la Era’, (con el que actúa esta noche) que había ganado el ‘Bordón Minero’ de La Unión en 2001, con el que emprendí una amistad y comencé con él y con su padre a entender cómo había que cuadrar los cantes con la guitarra y ellos fueron, cuando me vieron preparado, los que comenzaron a darme salida para cantar en peñas y poder participar en los primeros festivales.
-¿Qué referencias ha tenido en el cante?
-La principal ha sido Enrique Morente, pero también Camarón, El Turronero, José Menese, Calixto Sánchez... Ha habido muchos.
-Parece especial la devoción que siente usted ante Enrique Morente... ¿Por qué es?
-No sé las razones, pero Enrique me ha transmitido algo que es muy especial; todos los cantaores en algún momento te llegan, pero el caso de Enrique para mí ha significado y significa algo muy importante. Te metes en él, comienzas a estudiarlo a ver y a comprender las cosas que hacía y sientes su grandeza musical. Su discografía es alucinante, desde los primeros discos a los hallazgos de su segunda etapa, marcada por la creación. Pero le escuchas en una Malagueña de Don Antonio Chacón y la hace todavía mucho más grande, más musical. Además Enrique en directo era capaz de sorprender porque hacía siempre cosas distintas. Era un fuera de serie, no se encasillaba nunca.
-De dónde salía esa genialidad
-De su conocimiento, del talento y de los recursos que era capaz de sostener. Pero hay un detalle que siempre me asombraba: era la inteligencia que tenía a la hora de desarrollar los cantes.
-También fue un incomprendido...
-Es que el flamenco siempre ha estado muy dividido, para cuatro que somos. Parece que todas las corrientes tengan que estar una en contra de las otras. Yo, como vivo en mi isla manchega, no me siento muy influenciado por nadie. Para los de Jerez parece que no existan más cantaores que ellos; para los mairenistas todo lo que se salga de su canon ya no les cuadra... Y Enrique iba adelantado a todos los demás.
-¿Le da miedo ser copia de Enrique?
-No se puede ser copia de nadie y menos de Enrique porque estás condenado a perder siempre. Otra cosa es que desee seguir su línea. En mi caso lo he escuchado mucho y me apoyo en algunas cosas en su manera de cantar. Si se me escucha cantar los tangos de la Estrella enseguida se me va a relacionar con Enrique Morente, pero eso no quiere decir que los cante como él. Es distinto y los canto a su forma porque eran creaciones muy personales.
-¿Es difícil mejorar en el cante?
-Es complicado. El cante va relacionado con la voz y la tienes que tenr siempre lo mejor posible. Hay que ser muy estudioso y tener muchos registros para poder llegar al cante por diferentes caminos.
-¿Ser manchego le ha complicado la visibilidad en el cante?
-Sin duda. Vas a Sevilla a cantar y siempre genera muchas dudas sólo por el origen...

Una carrera marcada por la superación 
La carrera de Gregorio Moya no ha sido fácil. En 2006 dio un salto de calidad al obtener el primer Premio en la categoría de Cantes Básicos del Concurso de Jóvenes de Calasparra y en 2009, lo mismo en la categoría de Cantes de Málaga, Granada y Fandangos en el mismo concurso en Calasparra. Ha cantado en grandes festivales junto a artistas de la talla de El Cabrero, El Polaco, María José Pérez, Miguel de Tena, Manuel Gerena, Paco Cortés, Antonio Carrión, etc... El año pasado logró dos primeros premios: el de la Casa de Andalucía de Fuenlabrada y la ‘Silla de Oro de La Fortuna’, de Leganés. Le acompañará al toque ‘Niño de la Era’, también de Argamasilla de Alba y ganador del ‘Bordón Minero’ en La Unión en 2001. Posee la licenciatura de guitarra flamenca en el conservatorio superior de música de Córdoba y tiene tiene tres trabajos discográficos en el mercado.

martes, 7 de enero de 2020

«Me molesta esa extraña piedad y la suficiencia moral de los antitaurinos»

El torero y pintor alicantino prologa hoy el homenaje a Diego Urdiales con una charla en el Hotel Victoria a partir de las 20 horas (Publicada el 13 de diciembre de 2019)

«Algunos nos congregamos en las plazas de toros ante la posibilidad de que allí se nos revele aquello por lo que sabemos que la Fiesta se justifica: la súbita presencia del arte». Así comienza el artículo que ha escrito Luis Francisco Esplá –junto con el poeta Francisco Brines– en la reaparición de la revista ‘Quites’, que según palabras del maestro alicantino, ha «estado vetada desde que el PP comenzó a gobernar. Este partido se proclamó defensor de los toros y la tuvo secuestrada 22 años. Ha vuelto a salir gracias a unos taurinos socialistas. Por eso me niego a etiquetar a nadie, y es un hecho revelador de la absoluta contradicción en la que vivimos. Todas estas iniciativas que son el consuelo de los lectores (sean aficionados o no) se acaban contaminando de política». Así se expresa el matador Luis Francisco Esplá, que hoy, como prólogo al homenaje que se celebrará mañana a Diego Urdiales por sus 20 años de alternativa, conversará con el periodista Alfredo Casas, a partir de las 20 horas, en el Hotel Victoria de Arnedo.
-Cualquier excusa parece buena para arremeter contra los toros.
-La clave reside en su singularidad. El toreo está cuestionado desde la Ilustración y aquello obligó a que se codificara y ofreciera una versión mucho más ordenada y moderna. En muchas ocasiones, lejos de matar al toreo, lo que se hace es reforzarlo. Pero lo que más me molesta es esa extraña piedad y la suficiencia moral con la se conducen los que cuestionan la tauromaquia. Y yo entiendo que se cuestione porque aparece un elemento como la muerte y vivimos en una sociedad en la que se hace abstracción de ella, una sociedad sedada que no soporta que le recuerden que somos finitos. Lo que les recrimino es su pretendida autoridad moral; hay veces que me recuerdan a Calvino y a Lutero, a un neopuritarismo absurdo.
-¿Cómo explica el concepto de la creación artística en el toreo?
-Es un arte casi sublime que crea a partir de la voluntad de un animal. Lo que incorporamos a nuestra creación es la acometividad del toro, que no es precisamente algo que tenga que ver con la colaboración. Pero mediante una factura técnica logramos trasladar al tendido la ficción de que ese animal ha nacido para colaborar, incluso se llega a dar una circunstancia maravillosa, puesto que tienes que ceder ante ese material artístico porque es un ser vivo y ya no vale el proceso de creación habitual en el que se dan cita la inspiración del artista y sus medios técnicos para plasmarlo en un material. En el toreo el material es lo primero y a veces, excepcionalmente, viene a verte la inspiración. Y además sucede algo que no tiene parangón con nada, ya que es el único material que muere cuestionando al artista. Me parece un milagro.
-Y cuando llega el toreo ¿qué sucede por dentro?
-Entras en una especie de estado de gracia.
-Como la faena del toro ‘Beato’ de su despedida de Madrid...
-No fue ése uno de esos días, aunque desde el tendido se tuvo esa sensación. En ocasiones se da un conflicto, tú vas aportando, el toro va sugiriendo y la inspiración no puede aflorar porque vives sometido a las propias contradicciones que impone el toro. Y aunque pueda parecer desde el tendido que el dominio es total por parte del hombre, yo garantizo que no. El torero recuerda a los toros por su comportamiento, ni siquiera se recuerdan ellos mismos toreando. Eso es lo que tengo grabado de forma indeleble.
-A veces no se comprende desde el tendido la profundidad de esta dialéctica.
-Al final, cuando termino sufro una auténtica decepción. Siempre considero, por bien que haya podido estar, que debería haber toreado mucho mejor. Afortunadamente, el espectador no vive esa relación con lo que crea el torero, se deja embaucar por él. En mi caso, cuando mejor me salían las cosas más insatisfacción sentía. Es como si estuvieran mucho mejor definidas las líneas y vieses con enorme claridad lo que ha faltado y los errores. Cuando las cosas no salen bien todo suele quedar como más borroso y difuminado. Pero en el momento en el que puedes establecer las fronteras es un tormento la necesidad de superación, por eso el torero vive angustiado en esa búsqueda de la perfección.
-Usted es pintor y sus cuadros se quedan. Pero el toreo se hace en el instante y en el instante se muere, que decía Antonio Ordóñez...
-Cualquier obra de arte en el fondo es una idealización, todas sus emociones se han volcado ahí. Cuando tú regresas a la obra vuelves a unas sensaciones e ideas que previamente habían sido devoradas por el artista. Idealizar aquello que es concreto no tiene mayor recorrido. Sin embargo, el toreo profundiza en la idealización. Es espectador se emociona en la plaza, todo su aparato cognitivo lo registra y en ese momento comienza a hacer una reinterpretación en su beneficio de lo que ha visto. De hecho, va amputando todo lo que no le ha gustado y obtiene una idealización ‘ad hoc’. Creo que es absolutamente  maravillosa la capacidad que tiene el toreo para dejar crear al espectador su propia idealización. De ahí que me parezca sublime, porque le da la opción al aficionado de indagar sobre lo que ha percibido en una faena y es dueño y señor de transformarlo totalmente en su beneficio.

«Es más necesario que nunca proteger la forma de torear que representa Diego Urdiales»

Dice el maestro Luis Francisco Esplá que en tiempos como los actuales, en «los que el toreo clásico y eterno ha ido perdiendo hegemonía, el hecho de que vengan toreros como Diego Urdiales a recordarnos en que consiste esa forma de sentir la tauromaquia me parece que necesita un reconocimiento».
-¿Estamos en un momento de malos tiempos para esta forma de concebir y sentir el toreo?
-La realidad es que el sistema no suele ser especialmente generoso con este tipo de toreros. Falta cariño. Yo voy al homenaje a Diego Urdiales porque de alguna manera he participado de circunstancias análogas a las de Diego. La realidad es que me dolía mucho aquel ninguneo al que se me sometió, y no porque se hiciera a mi persona, sino al propio concepto que representaba. Por eso creo que es muy necesario que los toreros confirmemos con nuestra asistencia que este homenaje trasciende la figura de un toreo, que se trata de un reconocimiento a una forma de expresar el toreo radicalmente artística. Y es más necesario que nunca proteger esta forma de concebir y expresar la tauromaquia. Y lo digo a pesar de la evolución de los últimos años y que cada vez veamos más cosas diferentes. El toreo que representa Diego Urdiales tiene que prevalecer, tiene que perdurar.
-¿Era el empresario de antes más sensible que el actual?
-Poco a poco ha habido una degradación en el concepto empresarial que ha rodeado a los toros. Desde los grandes empresarios como Balañá padre, los tres hermanos Chopera (Pablo, Antonio y Manolo)... Después de ellos todo ha ido declinando, mercantilizando y abaratando. Lo peor que le puede pasar al toreo, que se mece entre el romanticismo y el populismo, es que mercadeen con él.
-¿Es el populismo a la política como el toreo tremendista a los toros?
-Es algo parecido, en el fondo funcionan ambos como ficciones que nos hacen creer que no tienen que ver con la realidad; elos dos buscan crear apariencias y no lo que interesa realmente. Esta entrevista la he publicado en Diario LA RIOJA

miércoles, 4 de diciembre de 2019

20 AÑOS BUSCANDO EL TOREO

LA PEÑA DIEGO URDIALES PROMUEVE UN GRAN HOMENAJE AL TORERO RIOJANO CON MOTIVO DE LOS 20 AÑOS DE ALTERNATIVA

La peña taurina riojana Diego Urdiales acaba de presentar un gran homenaje al torero arnenado en el año en que ha cumplido 20 años de alternativa. La ciudad natal de Diego Urdiales acogerá el 13 y 14 de diciembre dos jornadas en las que participarán reconocidas figuras del toreo, ganaderos, periodistas y personalidades de la sociedad riojana. El primer acto tendrá lugar el viernes 13 de diciembre en el Hotel Victoria (a las 20h.) donde el periodista Alfredo Casas conversará con Luis Francisco Esplá. Un día después, una gran gala homenaje en el Teatro Cervantes de Arnedo (a las 19h), conducida por la periodista Elena Salamanca, contará con la participación, entre otros, de los toreros Curro Vázquez, Luis Francisco Esplá, Juan Antonio Ruiz 'Espartaco'; los ganaderos Victorino Martín, Moisés Fraile, José Luis Lozano y Carlos Lumbreras; los periodistas Patricia Navarro, Paco Aguado, Pablo García Mancha y Alfredo Casas; personas que han influido en la carrera del riojano como Rafael Guerrero, Luis MIguel Villalpando e Israel VIcente. También estarán personalidades de la sociedad riojana como el reconocido cocinero Francis Paniego y el enólogo y responsable de una de las mejores bodegas de La Rioja Agustín Santolaya. La jornada concluirá con una cena. Las jornadas, organizadas por la peña taurina riojana Diego Urdiales, cuentan con el apoyo del Ayuntamiento de Arnedo, Victoria Restauración, Zapatos Callaghan y Bodegas Palacios Remondo.

ORÍGENES Y SENDAS, con Rafael Guerrero, Luis Miguel Villalpando e Israel Vicente / Moderada por Paco Aguado.

MAESTROS DE SIEMPRE, con Curro Vázquez, Luis Francisco Esplá y Juan Antonio Ruiz Espartaco / Moderada por Patricia Navarro.

GANADEROS, con Victorino Martín, Moisés Fraile, José Luis Lozano y Carlos Lumbreras / Moderada por Alfedo Casas.

SOPAS, CALDOS Y LETRAS, con Francis Paniego, Agustín Santolaya y Andrés Sánchez Magro / Moderada por Pablo García-Mancha.

miércoles, 30 de octubre de 2019

FINAL DE TEMPORADA CON DIEGO URDIALES EN TVR




Termina la temporada taurina y acaba un nuevo año de Sol y Sombra de TVR. Hemos querido hacer un programa especial repasando la temporada de Diego Urdiales con los mejores momentos de un año en el que ha toreado mejor que nunca. Tuvimos la suerte de contar en estudio de la tele con el propio torero de Arnedo. Gracias a Isabel Virumbrales Sauquillo e Isidro del Pino Martínez y a todos los compañeros de TVR. Muchas gracias a todos los que nos seguís cada semana y nos vemos el año que viene.

domingo, 8 de septiembre de 2019

Al natural, Rafael Azcona en el ruedo ibérico

Contaba Rafael Azcona que del primer torero del que se acordaba era de Domingo Ortega, aquel paleto de Borox que acabó dictando conferencias en el Ateneo de Madrid y que protagonizó la mejor película taurina de la historia: ‘Tarde de toros’, dirigida por el genial húngaro Ladislao Vajda. Y lo cierto es que existe algo de la verticalidad de Ortega en este natural al aire de un Rafael juvenil y elegante, captado por Esteban Chapresto en el ruedo de la desaparecida Manzanera y que rescató del naufragio Jesús Rocandio, que ha insuflado de vida –tras salvarlo– al increíble archivo del fotógrafo logroñés. La imagen es del año 1951 y posiblemente Azcona se hacía un toro imaginario de cara a una novillada que se iba a celebrar 12 de octubre, en la que se presentarían dos valores logroñeses: Pepe Alfonso Herráiz y Félix Alonso Granada. Y es que en la segunda parte de aquel festejo varios aficionados lidiarían sendas vacas de Manuel Etura, entre ellos Ciriaco Díez Dueñas (que fue banderillero de primera categoría) y Rafael Azcona, que se anunciaba con el apelativo de ‘Alamares’. Ese mismo otoño se dio cuenta de que Logroño se le quedaba pequeño: «A pesar de haber escrito mil veces la palabra‘triste’, ni me ponían una corona de laurel ni nada». Y se fue a Madrid: «Yo nunca había estado en un pueblo tan grande y, al principio, anduve un tanto despistado», escribió el propio Rafael. El gran guionista amaba el toreo y era feliz en la plaza neomudéjar de Fermín Álamo pero nunca soñó con ser torero, «aunque me hubiera gustado como a todo el mundo. No era un iluso y nunca me decidí. Entonces se daban en Logroño más de una docena de funciones de todo tipo. A todo se llamaba toros. Todo era toros. Sobresalían personajes como Pepe Zamora, Migueliyo, Currillo, Barguilla...», le explicaba a Pedro Mari Azofra en una entrevista. En aquel ambiente de la plaza se recuperó hace unos años una imagen insólita de Rafael de niño en el sorteo de un jamón. Y un jamón en la España de la posguerra, de Carpanta y la autarquía era todo un acontecimiento pantagruélico. Es posible que Rafael recordara muchas de aquellas andanzas infantiles entre toros y sorteos para escribir ‘Plácido’, quizás ‘La gran comilona’ o hasta ‘La Vaquilla’, tres de sus obras más extraordinarias. La vieja Manzanera organizaba novilladas muchos días de verano: toros para empezar (mejor dicho, novillos de la tierra), vaquillas para los aficionados y baile para arrejuntarse sin restregar los cuerpos, que las sotanas tenían ojos avizores que se cuidaban de no permitir solaz alguno entre los torerillos y las muchachas prendidas del brillo de los alamares. La guerra, la plaza, la cárcel Para Azcona la plaza de toros era un lugar especial, como revela esta confesión que realizó en la revista oficial de Las Ventas en una de sus últimas entrevistas: «Los militares convirtieron a La Manzanera en prisión durante la Guerra Civil y haciendo de monaguillo en los Escolapios, un domingo acompañé a un cura que les cantó una misa a los prisioneros hacinados bajo los tendidos. Lo pasé mal porque aquel lugar yo lo conocía como un espacio maravilloso al que mi padre me llevaba antes del año 36. Luego, en la posguerra, recuerdo algún festejo en los que las cuadrillas, al final de paseíllo, en lugar de amagar el monterazo, saludaban a la presidencia brazo en alto». Heliodoro Díaz, uno de los amigos logroñeses de Azcona, recordó en un homenaje su estampa como torero: «Era muy pulcro. Cuando iba a torear se preocupaba mucho de su atuendo y de su gorrilla». Y Rafael admiraba a Manolete: «Me dejó un recuerdo imborrable. No sé si templaba más o cargaba menos, pero era increíble verlo torear. Me cautivó por su estoica personalidad. Si a esto se añade que murió en la plaza...». Y también a Antonio Ordóñez «al que admiré como a nadie» y la mítica corrida de Paco Camino a favor de la Beneficencia, con seis toros de Pablo Romero, «es uno de los últimos, puede que sea el último recuerdo muy positivo que guardo. En todo lo anterior puede influir también la edad. Me empiezo a cansar de ir a los toros», le confesó a Azofra. o Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja

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Blog de ideas de Pablo G. Mancha. (Copyleft) –año 2005/06/07/08–

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