martes, 7 de enero de 2020

«Me molesta esa extraña piedad y la suficiencia moral de los antitaurinos»

El torero y pintor alicantino prologa hoy el homenaje a Diego Urdiales con una charla en el Hotel Victoria a partir de las 20 horas (Publicada el 13 de diciembre de 2019)

«Algunos nos congregamos en las plazas de toros ante la posibilidad de que allí se nos revele aquello por lo que sabemos que la Fiesta se justifica: la súbita presencia del arte». Así comienza el artículo que ha escrito Luis Francisco Esplá –junto con el poeta Francisco Brines– en la reaparición de la revista ‘Quites’, que según palabras del maestro alicantino, ha «estado vetada desde que el PP comenzó a gobernar. Este partido se proclamó defensor de los toros y la tuvo secuestrada 22 años. Ha vuelto a salir gracias a unos taurinos socialistas. Por eso me niego a etiquetar a nadie, y es un hecho revelador de la absoluta contradicción en la que vivimos. Todas estas iniciativas que son el consuelo de los lectores (sean aficionados o no) se acaban contaminando de política». Así se expresa el matador Luis Francisco Esplá, que hoy, como prólogo al homenaje que se celebrará mañana a Diego Urdiales por sus 20 años de alternativa, conversará con el periodista Alfredo Casas, a partir de las 20 horas, en el Hotel Victoria de Arnedo.
-Cualquier excusa parece buena para arremeter contra los toros.
-La clave reside en su singularidad. El toreo está cuestionado desde la Ilustración y aquello obligó a que se codificara y ofreciera una versión mucho más ordenada y moderna. En muchas ocasiones, lejos de matar al toreo, lo que se hace es reforzarlo. Pero lo que más me molesta es esa extraña piedad y la suficiencia moral con la se conducen los que cuestionan la tauromaquia. Y yo entiendo que se cuestione porque aparece un elemento como la muerte y vivimos en una sociedad en la que se hace abstracción de ella, una sociedad sedada que no soporta que le recuerden que somos finitos. Lo que les recrimino es su pretendida autoridad moral; hay veces que me recuerdan a Calvino y a Lutero, a un neopuritarismo absurdo.
-¿Cómo explica el concepto de la creación artística en el toreo?
-Es un arte casi sublime que crea a partir de la voluntad de un animal. Lo que incorporamos a nuestra creación es la acometividad del toro, que no es precisamente algo que tenga que ver con la colaboración. Pero mediante una factura técnica logramos trasladar al tendido la ficción de que ese animal ha nacido para colaborar, incluso se llega a dar una circunstancia maravillosa, puesto que tienes que ceder ante ese material artístico porque es un ser vivo y ya no vale el proceso de creación habitual en el que se dan cita la inspiración del artista y sus medios técnicos para plasmarlo en un material. En el toreo el material es lo primero y a veces, excepcionalmente, viene a verte la inspiración. Y además sucede algo que no tiene parangón con nada, ya que es el único material que muere cuestionando al artista. Me parece un milagro.
-Y cuando llega el toreo ¿qué sucede por dentro?
-Entras en una especie de estado de gracia.
-Como la faena del toro ‘Beato’ de su despedida de Madrid...
-No fue ése uno de esos días, aunque desde el tendido se tuvo esa sensación. En ocasiones se da un conflicto, tú vas aportando, el toro va sugiriendo y la inspiración no puede aflorar porque vives sometido a las propias contradicciones que impone el toro. Y aunque pueda parecer desde el tendido que el dominio es total por parte del hombre, yo garantizo que no. El torero recuerda a los toros por su comportamiento, ni siquiera se recuerdan ellos mismos toreando. Eso es lo que tengo grabado de forma indeleble.
-A veces no se comprende desde el tendido la profundidad de esta dialéctica.
-Al final, cuando termino sufro una auténtica decepción. Siempre considero, por bien que haya podido estar, que debería haber toreado mucho mejor. Afortunadamente, el espectador no vive esa relación con lo que crea el torero, se deja embaucar por él. En mi caso, cuando mejor me salían las cosas más insatisfacción sentía. Es como si estuvieran mucho mejor definidas las líneas y vieses con enorme claridad lo que ha faltado y los errores. Cuando las cosas no salen bien todo suele quedar como más borroso y difuminado. Pero en el momento en el que puedes establecer las fronteras es un tormento la necesidad de superación, por eso el torero vive angustiado en esa búsqueda de la perfección.
-Usted es pintor y sus cuadros se quedan. Pero el toreo se hace en el instante y en el instante se muere, que decía Antonio Ordóñez...
-Cualquier obra de arte en el fondo es una idealización, todas sus emociones se han volcado ahí. Cuando tú regresas a la obra vuelves a unas sensaciones e ideas que previamente habían sido devoradas por el artista. Idealizar aquello que es concreto no tiene mayor recorrido. Sin embargo, el toreo profundiza en la idealización. Es espectador se emociona en la plaza, todo su aparato cognitivo lo registra y en ese momento comienza a hacer una reinterpretación en su beneficio de lo que ha visto. De hecho, va amputando todo lo que no le ha gustado y obtiene una idealización ‘ad hoc’. Creo que es absolutamente  maravillosa la capacidad que tiene el toreo para dejar crear al espectador su propia idealización. De ahí que me parezca sublime, porque le da la opción al aficionado de indagar sobre lo que ha percibido en una faena y es dueño y señor de transformarlo totalmente en su beneficio.

«Es más necesario que nunca proteger la forma de torear que representa Diego Urdiales»

Dice el maestro Luis Francisco Esplá que en tiempos como los actuales, en «los que el toreo clásico y eterno ha ido perdiendo hegemonía, el hecho de que vengan toreros como Diego Urdiales a recordarnos en que consiste esa forma de sentir la tauromaquia me parece que necesita un reconocimiento».
-¿Estamos en un momento de malos tiempos para esta forma de concebir y sentir el toreo?
-La realidad es que el sistema no suele ser especialmente generoso con este tipo de toreros. Falta cariño. Yo voy al homenaje a Diego Urdiales porque de alguna manera he participado de circunstancias análogas a las de Diego. La realidad es que me dolía mucho aquel ninguneo al que se me sometió, y no porque se hiciera a mi persona, sino al propio concepto que representaba. Por eso creo que es muy necesario que los toreros confirmemos con nuestra asistencia que este homenaje trasciende la figura de un toreo, que se trata de un reconocimiento a una forma de expresar el toreo radicalmente artística. Y es más necesario que nunca proteger esta forma de concebir y expresar la tauromaquia. Y lo digo a pesar de la evolución de los últimos años y que cada vez veamos más cosas diferentes. El toreo que representa Diego Urdiales tiene que prevalecer, tiene que perdurar.
-¿Era el empresario de antes más sensible que el actual?
-Poco a poco ha habido una degradación en el concepto empresarial que ha rodeado a los toros. Desde los grandes empresarios como Balañá padre, los tres hermanos Chopera (Pablo, Antonio y Manolo)... Después de ellos todo ha ido declinando, mercantilizando y abaratando. Lo peor que le puede pasar al toreo, que se mece entre el romanticismo y el populismo, es que mercadeen con él.
-¿Es el populismo a la política como el toreo tremendista a los toros?
-Es algo parecido, en el fondo funcionan ambos como ficciones que nos hacen creer que no tienen que ver con la realidad; elos dos buscan crear apariencias y no lo que interesa realmente. Esta entrevista la he publicado en Diario LA RIOJA

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