sábado, 29 de junio de 2019

ENTREVISTA A ROCÍO MÁRQUEZ



 «Me siento una afortunada y doy gracias a la vida por la suerte que tengo. Pero también me doy cuenta de que todas las cosas que me han ido sucediendo han llegado poco a poco. Me subí por vez primera a un escenario con nueve años y ya tuve la sensación de que ojalá me sintiera en la vida siempre con las sensaciones que encontraba subida allí. Pero aquello era como un sueño que poco a poco se ha ido materializando; por el camino ha habido concursos, peñas y mucho trabajo. Hubo momentos que fueron puntos de inflexión y que marcaron mi trayectoria: la Lámpara Minera o el Giraldillo a la Innovación... La naturalidad con la que ha ido viniendo todo es lo que me ha hecho sentirlo como algo nada artificial y a la vez disfrutar una barbaridad cada paso que he ido dando, desde un disco a un concierto».

o Así habla Rocío Márquez, una de las cantaoras más personales de Flamenco contemporáneo, que concedió una entrevista en Bodegas Ontañón a Pablo García-Mancha el día de su actuación en Logroño. 24 de enero de 2019

jueves, 13 de junio de 2019

Otra vez la mano izquierda de Diego

Gran faena de Urdiales a su primer Cuvillo que emborronó con la espada tras encandilar al natural 

El Juli y el riojano estuvieron a punto de cortar una oreja en una tarde de enorme intensidad en Madrid

Esparraguero, el primero del lote de Urdiales, fue uno de esos toros encastados y duros que de vez en cuando echa Núñez del Cuvillo, un toro que se metía siempre por dentro con una tendencia natural de apretar hacia las tablas, lo que le valió a Víctor Hugo Saugar 'Pirri' un serio disgusto a la salida de un par de banderillas. El cuvillo hizo hilo con él y le atrapó al tratar de refugiarse en el burladero en los últimos compases de la carrera.

En esos instantes se instaló en la plaza un ambiente extraño, flotaban las malas sensaciones porque volvió a hacer lo mismo en el último par generando similar sensación de desconcierto. Esparraguero había apretado de lo lindo en el caballo y se comportó de igual forma en la muleta de Diego, que tuvo que reunirse al máximo con él en las dos primeras tandas en redondo, con la sensación clara de que el toro iba por su cuenta sin obedecer nunca el mando que trataba de imprimir Urdiales a su pañosa. Hubo una tercera serie muy profusa, con los pies literalmente enterrados en la arena, que remató con un cambio de manos alargando el muletazo hasta el final; bellísimo el lance. Firmeza absoluta en un toreo de máximo riesgo que precedió a la explosión de su obra, que llegó al natural meciendo los vuelos y pasándose por la faja la imprecisa embestida del toro, que nunca terminó de ir embebido en la franela y que acortaba cada vez más su distancia soltando la cara al final del muletazo. Se presagiaba un nuevo triunfo grande en Madrid por la vía de la colocación y la entrega. Se fue a por la espada y antes de cuadrar al toro se enfrontiló con él con la muleta en la izquierda. El último lance rodilla en tierra tuvo sabor de tauromaquias añejas. Se tiró por derecho, pero la estocada viajó con travesía y perdió una oreja que ya acariciaba. Una pena porque Madrid había vuelto a vibrar con el toreo puro y clásico del riojano.

En el sexto toro la plaza toda se convirtió en una especie de manicomio. Se devolvió al cuvillo por perder las manos y salió un sobrero de La Reina (ganadería propiedad de Joselito), un astado mediano que peleó con genio en el caballo y que llevaba la cara por las nubes. La lidia se convirtió en un pequeño caos y el público estableció una dialéctica entre los que gritaban «¡Vivas al Rey!» y los que comenzaron a brindar por la República. El lío padre. Hubo un momento en el que parecía que lo menos importante era lo que sucedía en el ruedo. Y Urdiales allá abajo, ante la bronca desaforada y un toro sin apenas embestida que no consentía ni un muletazo por la derecha sin protestar y que volvía a exigir el máximo oficio y toda la concentración del mundo. Levantar aquello parecía un milagro. Pero se empeñó Urdiales con la mano izquierda una y otra vez con la cara del toro por las nubes hasta conseguir varias series de fenomenal asiento en las que con el temple fue capaz de disimular la poca consistencia de las embestidas de aquel toro, que parecía como un convidado de piedra en un festín que no era para él. La gran estocada cerró una sólida actuación del riojano en una de las corridas más importantes de su vida y en la que sólo pudo cortar una oreja Diego Ventura.

Feria de San Isidro / Corrida de Beneficencia
Toros de Los Espartales (1° y 4°) para rejones y cuatro de Núñez de Cuvillo: 2°, noble y sin fuerzas; 3°, muy exigente; 5°, de excelente clase y 6°, devuelto; sobrero de La Reina, con genio y sin fondo. Toreros: Diego Ventura: palmas y oreja. El Juli: palmas y ovación con saludos. Diego Urdiales: ovación con saludos tras aviso y ovación con saludos. Plaza de Toros Monumental de Las Ventas (lleno de no hay billetes. 24.000 espectadores). Corrida Extraordinaria de Beneficencia. Su Majestad el Rey Felipe VI presidió la corrida en el Palco Real. Parte médico Víctor Hugo Saugar 'Pirri': de la cuadrilla de Urdiales cogido en la lidia del tercero de la tarde tras un par de banderillas: Cornada en región glútea con trayectoria de 35 cm. Pronóstico grave. Fue intervenido en la enfermería del coso.

sábado, 8 de junio de 2019

Valor y templanza ante la adversidad

Diego Urdiales fue ovacionado en el quinto tras una faena meritoria en una tarde sin apenas opciones 

Lamentable corrida de Alcurrucén, una de las ganaderías más esperadas de San Isidro, que resultó una mansada impropia y sin presencia 

Hacía años que la ganadería de Alcurrucén no lidiaba una corrida tan pobre en Madrid, pobre de toda solemnidad, paupérrima e impropia de presentación y, lo que es peor, sin el más mínimo atisbo de bravura a través de un sórdido muestrario de mansedumbres de toda condición y pelaje. Una corrida para el olvido en la que sólo pudo emerger, a través de una rendija que casi parecía distópica, la figura de Diego Urdiales con el quinto -'Limonero'- con el que ofreció toda una declaración de intenciones y práctica del toreo natural con un astado sin fondo con el que pisó los terrenos de la decisión sin el más mínimo aspaviento y en la que logró, a base de una perfecta colocación, de un temple casi imposible, dos series con la mano izquierda que el toro se tragó sin apenas darse cuenta. Está el torero de Arnedo en un momento de una lucidez y una expresión que hace fácil lo que resulta más complejo en el toreo. Colocarse en la rectitud de la embestida, jugar las muñecas y tirar de los vuelos con una convicción tan profunda que hubo muchos espectadores que lo vieron tan sencillo y no fueron capaces de aquilatar como se merecían las formas y el fondo de una faena que tuvo la virtud de ir creciendo a medida de que el torero de Arnedo iba ahondando en la áspera condición del animal. Creo que Urdiales atisbó la rendija que le ofreció 'Limonero' a la salida del primer puyazo y por eso se decidió a hacerle un quite por verónicas en los medios. El toro pasaba por allí desentendido y sin entrega, pero obedeció al diestro. Obviamente no lo brindó, era el quinto de la tarde, y la sensación de toda la plaza es que la corrida se había puesto imposible y que un milagro a esas alturas parecía harto improbable. Pero fue Diego caminando hacia el toro, desmonterado, pausado y muy serio. Y comenzó a cocinar los viajes con la mano derecha quedándose en el sitio y con la muleta resuelta y mandona. El toro iba cariacontecido y tras otra serie en redondo abrochada con un buen pase de pecho, sacó la zurda y consintiéndoselo todo le propinó dos series con dos naturales últimos en cada tanda tan hondos como improbables. Madrid se calentó a medias porque, en el fondo, sabía que no había más toro y que aquellas dos series del riojano iban a ser como un espejismo. Difícil más con menos. Había quedado la firma del torero de Arnedo que se fue detrás de la espada con absoluta derechura y cobró la estocada de la tarde y una de las mejores de lo que va de feria. El miércoles queda la Beneficencia. Y a eso se agarró a Urdiales casi desde el primero, un ejemplar feo, zancudo y pitorrudo, que literalmente no tuvo un pase. También lo despenó con una habilidosísima estocada. El mejor toro de la corrida fue el primero, con el que Antonio Ferrera planteó una una faena efectista al abrigo de chiqueros. Hubo colocación pero apenas toreo. A partir de ese momento, todo se fue despeñando y ninguno de los seis 'núñez' contentó a una cátedra que este viernes pareció asumir el cansancio de tantas semanas de toros seguidas. El misterio aparece pocas tardes y hasta Ginés Marín se vio afectado por esa necesidad de descanso. No tuvo lote y acusó en extremo el peso de la tercera tarde en Las Ventas con la miel en los labios de un toro de ensueño desaprovechado.

Feria de San Isidro. Toros de Alcurrucén (4° Cortijillo) muy desiguales de presencia, escurridos y mansos en diversas escalas. Corrida decepcionante, sin fondo y muy aquerenciada. El lote de Urdiales fue imposible: el primero se metió siempre por dentro soltando la cara y sin fuelle y su segundo, sin apenas codicia, tuvo un puntito de bondad pero careció de fondo e inercia
Antonio Ferrera: ovación con saludos y silencio.
Diego Urdiales: silencio y ovación con saludos tras aviso.
Ginés Marín: silencio y silencio
Plaza de Toros Monumental de Las Ventas. Casi lleno en tarde fresca y sin viento. Vigésimo quinta de abono.

viernes, 7 de junio de 2019

En busca del toro soñado

Urdiales actúa hoy en Madrid con toros de Alcurrucén con Ferrera y Ginés Marín

El diestro de Arnedo cumplimenta su segunda tarde en San Isidro ante astados de una ganadería que ha sido talismán en su carrera 

Diego Urdiales vuelve esta tarde a Las Ventas e inicia un ciclo de tres corridas que culminará el miércoles con la Beneficencia (la gran cita taurina de la temporada española) con un paso intermedio por Nimes en la matinal del domingo. Tres festejos de máxima expectación en la que el diestro riojano se las verá con sendas ganaderías de postín: Alcurrucén y Lozano Hermanos esta tarde (encaste Núñez), Victoriano del Río en la bimilenaria ciudad del Gard y Núñez del Cuvillo en la corrida del miércoles. Tres hierros que por vitola, origen y fondo de bravura tienen que ofrecer la oportunidad de hacer el toreo que hasta el momento se le ha resistido en este inicio de temporada, en el que sólo se salvan el manojo de embestidas que le regaló un ‘Juanpedro’ en Sevilla para componer varios pasajes memorables en La Maestranza. Y poco más. La ganadería de esta tarde –Alcurrucén– ha sido esencial en la carrera del matador de Arnedo, ya que las tres salidas a hombros que ha protagonizado en el coso de Bilbao han sido con este hierro fundamentado en Núñez y que siempre ha encontrado en la muleta del torero de Arnedo un elemento para desarrollar profundas y a la vez exigentes embestidas. Diego explica que la embestida ‘Núñez’ posee unas características especiales que le gustan por su forma de humillar y por el ya mítico ‘metrito más’ que son capaces de desarrollar al final de los muletazos persiguiendo las telas. En Madrid han lidiado toros sensacionales: ‘Jabatillo’ en 2015 (Castella, dos orejas), ‘Malagueño’ en 2016 (David Mora, dos orejas), ‘Bocineto’ y ‘Licenciado’ (puertas grandes de Juan del Álamo y Ginés Marín en 2017) y el fulgurante ‘Licenciado’, con el que ‘El Juli’ malogró con la espada la faena de su vida en Las Ventas el año pasado. Y más al fondo, la faena memorable de Aparicio de 1994, la primera puerta grande de José Tomás en Madrid de 1997 o los inolvidables ‘Tamborilero’, ‘Guitarra’ o ‘Musiquero’ que en 2005, 2006 y 2009 pusieron el triunfo en la mano a César Rincón, El Cid y Rubén Pinar. Todas las figuras buscan esos toros cuando se apuntan a la corrida de Alcurrucén en Madrid. Y eso persigue esta tarde Urdiales, que compartirá terna con Antonio Ferrera y Ginés Marín, dos diestros extremeños. El veterano Ferrera suma ya una puerta grande en San Isidro y Ginés Marín cerrará su paso por Madrid tras cortar una oreja en cada una de sus anteriores tardes. La corrida ha levantado mucha expectación y se espera una gran entrada.

martes, 4 de junio de 2019

SOBREHUMANO ESFUERZO


Tomás Campos, extremeño de Llerena afincado en Arnedo desde hace unos cuantos años, apenas tuvo opciones de casi nada en la única corrida que tenía en San Isidro. Se enfrentó a dos mastodontes gigantescos de Las Ramblas y se jugó la vida, especialmente con el primero, (que lucía dos perchas que asustaban al mismo Belcebú) como si todo su porvenir pendiera de sus pendencieros pitones. Tomás es un torero exquisito, un diestro con un valor a golpe cantado, que porfió en un esfuerzo sobrehumano y que salió de la plaza vivo de milagro.
El toro lo prendió dos veces y de las dos volteretas se asomó al balcón de la vida de manera inverosímil. La primera de ellas le agujereó la taleguilla. El gigantesco pitón penetró por el vestido, sostuvo la anatomía del diestro unos segundos acongojantes. No le taladró la piel ni el ánimo y volvió a ponerse en el sitio en una faena imposible pero absolutamente radical en su valor. El viento arreciaba y el de Las Ramblas siempre apretó hacia los adentros. Le dio igual a Tomás Campos, que se la jugó de nuevo por bernadinas. El toro se venció a la salida de la segunda, y le derrotó en el mismo pecho. El pitón se metió por debajo del chaleco y ahí se quedo enhebrado entre la piel y la tela mientras el diestro de Llerena hacía todo lo posible por zafarse de la cornucopia y volverse a asomar al balcón de la supervivencia. Dureza extrema, valor seco y compromiso con su carrera. No se puede pedir más.
El sexto era más grande que Víctor García ‘El Víctor’, que tuvo que fajarse en una lidia correosa y compleja a la que además se sumó el viento como compañero inefable. El toro le llegaba a Tomás Campos por el hombro y a esa misma altura llevaba la cabeza. No tuvo mal fondo, se movió con atonía, sin entrega, como si la cosa no fuera con él. A esas alturas de la corrida era imposible remontar casi nada en Las Ventas, pero allí salió Tomás, con su pequeña muleta y muy decidido con su rodilla en tierra. Lo intentó buscando los terrenos más protegidos del vendaval. Todo era imposible, por el toro, por el viento y por la tarde rara que casi desde que empezó tenía todas las papeletas para ser de las más oscuras de este luminoso San Isidro de buenos toros y grandes triunfos. Tomás no decayó en su empeño, porfió, porfió y hasta logró algún muletazo suelto donde imprimió ese sello suyo de la colocación y el temple.

Feria de San Isidro: Toros de Las Ramblas: seis bóvidos bicornes gigantescos y fuera de tipo, armados hasta los dientes, pero vacíos de casta y bravura. La peor corrida de San Isidro hasta el momento.Morenito de Aranda: silencio en ambos. Juan del Álamo: saludos en ambos. Tomás Campos: silencio tras aviso y silencio.Monumental de Las Ventas. Martes, 4 de junio de 2019. Vigésima segunda de feria. Media entrada larga en tarde de mucho viento. / Esta crónica la he publicado en Diario La Rioja

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