martes, 4 de junio de 2019

SOBREHUMANO ESFUERZO


Tomás Campos, extremeño de Llerena afincado en Arnedo desde hace unos cuantos años, apenas tuvo opciones de casi nada en la única corrida que tenía en San Isidro. Se enfrentó a dos mastodontes gigantescos de Las Ramblas y se jugó la vida, especialmente con el primero, (que lucía dos perchas que asustaban al mismo Belcebú) como si todo su porvenir pendiera de sus pendencieros pitones. Tomás es un torero exquisito, un diestro con un valor a golpe cantado, que porfió en un esfuerzo sobrehumano y que salió de la plaza vivo de milagro.
El toro lo prendió dos veces y de las dos volteretas se asomó al balcón de la vida de manera inverosímil. La primera de ellas le agujereó la taleguilla. El gigantesco pitón penetró por el vestido, sostuvo la anatomía del diestro unos segundos acongojantes. No le taladró la piel ni el ánimo y volvió a ponerse en el sitio en una faena imposible pero absolutamente radical en su valor. El viento arreciaba y el de Las Ramblas siempre apretó hacia los adentros. Le dio igual a Tomás Campos, que se la jugó de nuevo por bernadinas. El toro se venció a la salida de la segunda, y le derrotó en el mismo pecho. El pitón se metió por debajo del chaleco y ahí se quedo enhebrado entre la piel y la tela mientras el diestro de Llerena hacía todo lo posible por zafarse de la cornucopia y volverse a asomar al balcón de la supervivencia. Dureza extrema, valor seco y compromiso con su carrera. No se puede pedir más.
El sexto era más grande que Víctor García ‘El Víctor’, que tuvo que fajarse en una lidia correosa y compleja a la que además se sumó el viento como compañero inefable. El toro le llegaba a Tomás Campos por el hombro y a esa misma altura llevaba la cabeza. No tuvo mal fondo, se movió con atonía, sin entrega, como si la cosa no fuera con él. A esas alturas de la corrida era imposible remontar casi nada en Las Ventas, pero allí salió Tomás, con su pequeña muleta y muy decidido con su rodilla en tierra. Lo intentó buscando los terrenos más protegidos del vendaval. Todo era imposible, por el toro, por el viento y por la tarde rara que casi desde que empezó tenía todas las papeletas para ser de las más oscuras de este luminoso San Isidro de buenos toros y grandes triunfos. Tomás no decayó en su empeño, porfió, porfió y hasta logró algún muletazo suelto donde imprimió ese sello suyo de la colocación y el temple.

Feria de San Isidro: Toros de Las Ramblas: seis bóvidos bicornes gigantescos y fuera de tipo, armados hasta los dientes, pero vacíos de casta y bravura. La peor corrida de San Isidro hasta el momento.Morenito de Aranda: silencio en ambos. Juan del Álamo: saludos en ambos. Tomás Campos: silencio tras aviso y silencio.Monumental de Las Ventas. Martes, 4 de junio de 2019. Vigésima segunda de feria. Media entrada larga en tarde de mucho viento. / Esta crónica la he publicado en Diario La Rioja

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