domingo, 11 de mayo de 2014

GRANDIOSO CHANO

Chano Domínguez dejó un concierto memorable en la apertura del ciclo de Jazz del Teatro Bretón. ‘Piano Solo’ era una oportunidad de oro para disfrutar de este músico genial en esencia, en la soledad desnuda de su instrumento, sin nada que pudiera perturbar el mensaje de sus dedos sobre el teclado hasta llegar al corazón de los asistentes por algo mucho más importante que su virtuosismo técnico: por el alma que le pone a una música a la que mece con una serenidad impactante que llegó inmensa al espectador desde ese homenaje a los aires gaditanos de la alegrías maravillosas con las que se presentó hasta los estándares de jazz, el temazo de Thelonius Monk, la Tarara, el Gracias a la vida, de Violeta Parra y el resto de las composiciones con las que colocó a la concurrencia en ese punto de efervescencia que solo se vive en las grandes noches, en las funciones que no se olvidan y que quedarán grabadas de por vida a los que tuvimos la suerte de estar presentes. Es sencillamente increíble el caudal de músicas y acentos que habitan en la mente de Chano Domínguez, la difícil facilidad que tiene para dibujar con el piano paisajes sonoros que son el reflejo más cabal de su espíritu. La bahía de Cádiz, el Chile metafísico de Violeta Parra, los garitos de Thelonius Monk o los conciertos de Paco de Lucía, al que homenajeó en su tristísima balada Canción de Amor, tan sutil que por momentos parecía deshacerse como una golosina en la boca. Hay un temblor en su música difícil de explicar, un aliento que se percibe en cada nota hasta llegar a unos éxtasis de placer cuando refrendaba las composiciones para hacerlas perceptibles en milésimas de segundo como un mensaje inequívoco. Y además, Chano, en su generosidad, presentó en Logroño a Marina Albero –su mujer–, que con un salterio dibujó mano a mano con el pianista varios temas memorables, especialmente una bulería compuesta por Marina, creo que se llamaba ‘Cat Antiga’, que nos dejó a todos estupefactos por la conexión que establecieron entre ambos: el piano de Chano y este instrumento con reminiscencias al Antiguo Testamento que, percutido por Marina con un compás en el que nunca existió la más mínima violencia, sonaba como a otro mundo. Tener en Logroño y en solitario a una figura como es Chano Domínguez es un verdadero lujo. Y más aún cuando uno se da cuenta de la pasión que puso en toda su actuación y la serenidad que demostró para emocionar con esa calma de los atardeceres de Cádiz, cuando el sol se pone tan lentamente que la noche tenebrosa parece que no va a llegar nunca.

o 'Piano solo' - Piano: Chano Domínguez: Artista invitada: Marina Albero (Salterio) Teatro Bretón. Jueves, 8 de mayo de 2014 - Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja

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