domingo, 11 de mayo de 2014

Retablo de Diego Urdiales en Madrid

Diego Urdiales, por Carmelo Betolaza
Los principales medios subrayan la heroica tarde del riojano en la plaza más importante del mundo

Una vez más los principales cronistas taurinos de España se han volcado con una actuación de Diego Urdiales en los ruedos. Últimamente este fenómeno se solía producir con las tardes bilbaínas en las que se citan los astados de Victorino Martín y las telas del riojano. Sin embargo, Madrid llevaba unos años resistiéndose a un torero con una extraordinaria mala suerte en los emparejamientos matutinos. Y es que resulta hasta angustioso enumerar la forma en la que se le han ido muchas tardes en las que apenas ha tenido opciones ni de jugarse la vida. Sin embargo, el viernes salió ‘Pantera’, de los hermanos Lozano, y le cambió la suerte. Pero este animal no fue un toro de carril precisamente. Zabala de la Serna, en ‘El Mundo’, lo calificó como «un cabrón desatado» por el pitón izquierdo. Es decir, que con este toro tuvo que pechar el riojano para labrar una actuación repleta de detalles y matices en la que volvió a dejar su huella de torería.
Patricia Navarro, en ‘La Razón’, describió así la faena: «Ponerle la muleta tan de verdad a ‘Pantera’ era como saltar al vacío sin plan b. Sin opciones. Quedarte ahí quieto y rezar entre tanto para que si el viento te dejaba al descubierto lograras cobijo. Apuntaló las zapatillas al suelo, como si pesara más de lo que pesa y se dispuso a torear, sin excusas. Urdiales se puso, sin pararse a pensar donde ponía la cara al toro, que lo hacía por arriba una vez atravesado el umbral de la cadera por el derecho y antes de pasar por el izquierdo. Indomable la situación por momentos, el riojano la ahormó, mandó él en sus tiempos, incluso en los del toro, qué habría sido del trasteo sin la penitencia del viento... Jamás lo sabremos. Se perfiló en la suerte surprema, sobre la silueta asomaba el puñal derecho del toro, se tiró a matar o morir y prendió una estocada desprendida y punto tendida, de efecto lento. El trofeo se le atravesó al presidente».
Zabala de la Serna no tuvo ningún reparo en valorar la faena: «Diego Urdiales se quedó a las mismas puertas de la conquista de la oreja de un toro viejo de terrorífico garfio derecho; la vuelta al ruedo supo a trofeo mayor.  El torero de concentrado valor le consintió mucho en tres derechazos, antes de que un tirón descompusiese la cosa. Y vuelta a empezar en otros tres redondos que se iniciaban con el suspense de la media distancia. De repente, un derrote, un desarme, una violencia inesperada. Y de nuevo la exposición para remontar». En ‘Abc’ Rosario Pérez dejó escrito que «el riojano, que había ganado terreno en los lances de saludo, se dobló poderoso en el inicio. Fiero toro para apostar entre el toma y daca. Se envalentonó el torero, expuso e hizo un gran esfuerzo, pues no era fácil someter con aquel vendaval». o Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja

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