El segundo novillo de la tarde era mirón; es decir, además de obsevar como escruta cualquier novillo, de pronto, giraba el cuello y cuando Diego Urdiales le mostraba el medio pecho, le radiografíaba sin que el torero hiciera el más mínimo ademán. Un toque suave a la muleta y ya estaba el bicho embebido en el trapo de su matador. Embebido y toreado, porque ayer el diestro arnedano dejó patente sobre el ruedo autoleño que está dispuesto para empresas mucho mayores, como la que le espera el domingo en Logroño frente a los toros de Cebada Gago. Sin embargo, los buenos aficionados saben que cualquier toro, cuando tiene casta, es buena piedra de toque hasta para el matador más avezado. Y ayer, las reses de Santafé Martón derrocharon casta y bondad a partes iguales. El primer novillete –escurrido y berreón– fue una auténtica máquina de embestir. Derrochó movilidad y aunque no humilló en exceso, sirvió para que Urdiales sacara a pasear una mano derecha mandona y sólida. Poco a poco fue labrando la faena a base de buscar distancias y de sujetar aquel manantial de embestidas un tanto alocadas. Muy por encima del novillo, lo despenó de una gran estocada un pelín trasera que le obligó a tomar el verduguillo. Salió el segundo y lo recibió de nuevo con soltura en el capote, engaño que manejó con sabor y empaque. Y empezó la faena, y el animalito le dio por ponerse a mirar. Y entonces, justo ahí, brotó el mejor Urdiales, sobre todo al natural, ganando la partida una y otra vez a un astado que tuvo templanza por ambos pitones. Urdiales se solazó e hizo disfrutar a un público que coreó su nombre con admiración a lo largo de toda la corrida. Y él estaba como en casa, más torero que nunca, templadísimo y con empaque, seguro de sí mismo y almacenando buenas sensaciones para el tremendo compromiso del domingo. Se tiró a matar y dejó una casi entera en la yema que le sirvió para cortar los máximos trofeos. Y aunque lleva sólo tres festejos este año (con nueve orejas y dos rabos en el esportón) se le nota con una torería especial, como si supiera que ésta vez no se le puede escapar.o Festival Taurino sin picadores en Autol (en La Rioja)
o Dos novillos de Santafé Martón, bien presentados y de buen juego; el primero boyante por ambos pitones y el segundo, aunque más mirón, con embestida más templada. Diego Urdiales (único espada): Estocada y dos descabellos (dos orejas) y estocada casi entera (dos orejas y rabo). Plaza de toros de Autol: Lleno en tarde ventosa. Sábado, 8 de septiembre de 2007