Tiene Sergio Aguilar una mirada nítida y profunda, una mirada que no divaga, como su toreo: directo, seco, recio, inconformista, auténtico.
Te mira Sergio Aguilar y te lo dice todo a la cara, de profundis, como se lo dice al toro con la muleta, sin extraños circunloquios, sin dar ni un rodeo al toro ni a la vida misma. Sergio Aguilar es uno de esos toreros que te secan la garganta, que saben torear, que bajan la mano hasta arrastrar los vuelos para poder mucho, para imponerse sin fiebre, sin desplantes; y que además no se ruborizan para pisar ese coto vedado para la mayoría de sus compañeros que se llama sitio.
Un torero, de profundis, Sergio Aguilar.