lunes, 4 de agosto de 2008

El toro de lidia, orígenes y misterios

El toro bravo representa a un animal único en su especie por sus características y reacciones así como por su belleza

Desde la más remota antigüedad pastaba en las praderas de la península ibérica un bóvido muy parecido al actual toro de lidia: el uro. Diversos naturalistas opinan que fue un animal que existió en el neolítico en abundancia en la mayor parte de Europa, extendiéndose desde Inglaterra hasta España. A su llegada al continente, los celtas encontraron grandes manadas de toros salvajes, a los que denominaron ‘auroch’: aur, que significa salvaje y ‘orch’: toro; estableciendo así la primera diferencia con el bisonte, con la que coinciden todos los naturalistas, quienes han encontrado estas diferencias en las pinturas rupestres. Hay pruebas que evidencian que el uro no sólo vivió en Europa, sino que se extendió hasta China y que en Asia fue domesticado, y que en el neolítico fue el origen de otras razas como la suiza de Hereus, que se utilizaba para las peleas y que procedía de Egipto, donde se criaba en la época de los faraones. El toro de lidia actual procede del uro y se trata de su propia evolución, consecuencia de sucesivas transformaciones, dado que el uro primitivo era tan grande como el bisonte, con el que se le confundió hasta la llegada de los celtas a Europa. Su alzada podía llegar hasta los 1,85 metros, con pelo menos abundante en el cuerpo que el bisonte, y a su vez más liso; en cambio, la cola era mas larga y más poblada de pelo, y los cuernos del uro más largos y menos arqueados que los del bisonte.
El Bos primigenius parece que llegó a España a través de los Pirineos y África. Por otra parte, el ‘Bos brachyceros europeo’ se ubica en el período glacial en los Alpes, desde donde atravesado Francia llega hasta España, ubicandose preferentemente en el sistema pirenaico y en las cimas de los sistemas Penibético y Central, concentrandose en la cornisa cantábrica, donde sobrevive en la últimas etapas del terciario y primeras del cuaternario, dando lugar a las razas del Pirineo, Asturias, Santander, León y Castilla la Vieja. ‘El Bos brachyceros africano’ se establece en los sistemas Bético y Penibético, y su capa, rojiza en principio, evoluciona hasta castaña y origina las razas de las campiñas andaluzas y la de lidia. El famoso cronista del siglo pasado Pascual Millán afirmaba que el toro se escogía antiguamente entre las reses que, destinadas al matadero, mostraban más bravura. Sin embargo, no es hasta el siglo XVIII cuando empiezan a seleccionarse las características que darán pie a a las ganaderías de bravo actuales y a las diferentes castas. En el año 1776, José Daza notifica las características de las vacadas de cada región, lo cual ha servido de base a los historiadores taurinos para reconocerlas en la actualidad: fueron las vacadas de José Gijón en Villarubia de los Ojos (Ciudad Real), Hermanos Gallardo en El Puerto de Santa María y Rafael Cabrera, José Vicente Vázquez y el conde de Vistahermosa cuyas tres vacadas pastaban en los pastos de Utrera. Estas cinco divisas son el origen de todas las ganaderías actuales.

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