martes, 11 de diciembre de 2007

Los vigías de la filoxera

Los guardaviñas son construcciones de una sola planta, casi siempre de forma circular y con una falsa cúpula como remate y cierre de estas peculiares edificaciones. La mayoría están construidos prácticamente en seco, es decir, con piedras colocadas con escasísimo aporte de argamasa. Para levantarlos, se partía de un zócalo muy resistente en el que se iban colocando hileras de piedras –casi siempre planas– que a la vez que iban ganando en altura se iban cerrando poco a poco en círculo, a través de diámetros sucesivamente más pequeños hasta conseguir que un solo sillar culminase estas construcciones únicas y exclusivas del mundo de la viticultura riojana que asientan sus raíces en la segunda parte del pasado siglo. El uso más habitual de los guardaviñas era como refugio de los agricultores y de los animales de labor que desarrollaban su trabajo en el entorno de la vid. También fueron utilizados por la institución de Guardas de Campo, para vigilar desde estos emplazamientos las cosechas, tanto de las tierras comunales como de las fincas particulares. En ocasiones también se destinaban como neveras, donde se convertía la nieve en hielo para posteriores usos terapéuticos. Además, su tipología constructiva recuerda a la de los grandes hornos destinados para cocer el pan que se encontraban en el interior de muchas viviendas serranas, anejas a las antiguas eras de la trilla del cereal. Fotografías: Fernando Díaz.
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