jueves, 29 de marzo de 2007

La sabiduría de Chano Lobato y su flamenco cierran los conciertos del Salón de Columnas

La guitarra de Paco Cortés arropará con su eco la actuación del maestro

Chano Lobato regresa a Logroño y eso tiene carácter de acontecimiento, de cita grande. Y vuelve el maestro que más noches de gloria ha dado al flamenco en La Rioja en los últimos años; vuelve, en definitiva, la personificación misma de la ternura en el escenario, del saber hacer y de la sencillez. Y además, para acompañarle, se trae a uno de los grandes de la guitarra, el granaíno Paco Cortés, un verdadero especialista en estas lides y que ha unido su nombre, por ejemplo, a Carmen Linares o Enrique Morente. Juan Ramírez Sarabia (Cádiz, 1927), conocido en el flamenco como Chano Lobato, posee múltiples virtudes como artista pero es en el escenario donde habita con esa naturalidad que sólo alcanzan los elegidos. En las tablas se crece como nadie y a pesar de los muchos años que lleva en el cante –literalmente toda su vida– se toma cada actuación como un desafío, como un verdadero reto. Y la afición de Logroño lo sabe. Hace dos años tuvo que repetir actuación casi por petición popular y su obsesión era no duplicar ni uno solo de los cantes por los que se había paseado quince días antes. Si el primer concierto fue fantástico, el segundo tuvo aún más hondura. Chano nació en Cádiz, en el popular barrio de Santa María. Se inició visitando los tablaos de su ciudad natal, en la Venta La Palma, junto a Aurelio Sellés, Servando Roa y Antonio El Herrero. Tras ir a Madrid de la mano del riojano Pepe Blanco –gracias a él debutó profesionalmente– pasó a formar parte del ballet de Alejandro Vega. Estuvo casi veinte años con Antonio ‘El Bailarín’, actuando por los cinco continentes junto a Manuel Morao o El Serna. En 1974 obtuvo el premio Enrique El Mellizo en el Concurso Nacional de Córdoba, lo que le supuso el reconocimiento de todo el estamento flamenco. El caso es que «Chano Lobato es el más grande de los cantaores», a decir, por ejemplo, de Enrique Morente. Sin embargo, el maestro prefiere ponerse melancólico al escuchar tantos piropos: «Cuando veo que ocurren estas cosas lo que hago es ponerme sentimental y lo siento como una gloria». Manuel Ríos Ruiz, uno de los grandes estudiosos del flamenco, dice sobre él que encarna el estilo de la escuela gaditana, es el heredero de cantaores como Aurelio Sellés, Pericón y El Flecha, y no sólo por el dominio de los palos festeros, gaditanos (alegrías, tangos, tanguillos, bulerías, soleás y malagueñas); también por su presencia en el escenario, donde además de uno de los mejores cantaores del siglo es también un buen contador de historias y anécdotas. Porque Chano Lobato oficia el rito del cante por por propia convicción; desde su flamenquísima forma de sentarse hasta por la grandeza de sus silencios, de sus olés y de su inigualable sentido del compás. Nadie como él para amar el flamenco.

Paco Cortés, un maestro.
Paco Cortés es un viejo conocido de la afición riojana: ha venido con Carmen Linares, en concierto con ‘Guitarras de Graná’, con Chano Lobato y con María Toledo. Está considerado por los aficionados como un maestro del toque de acompañamiento, aunque también ha coqueteado con la guitarra en solitario. Ha sido guitarrista de Carmen Linares y Enrique Morente y posee una especial sensibilidad para mecer el cante. Comenzó a tocar en las Cuevas del Sacromonte y desde entonces lo ha hecho profesionalmente sin interrupción: «Yo soy del Sacromonte y me formé en las zambras. Puede decirse que en ellas eché los dientes como guitarrista», afirma un artista que ha recorrido todo el mundo con su guitarra.

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