sábado, 21 de enero de 2017

Mayte Martín: «Cuando canto flamenco clásico me siento como un arquitecto rehabilitador»

Grabación de la entrevista para
 el canal Flamencos en Ontañón
La cantaora catalana Mayte Martín abre el ciclo del Teatro Bretón hoy a las 21 horas con la guitarra de Salvador Gutiérrez

Para Mayte Martín el flamenco es construir un pequeño universo de matices para dar forma a un sentimiento: «La creatividad que tienes que poner ha de ser muy medida, muy cuidada y muy sutil para que la obra sufra el más mínimo menoscabo». Así se expresa esta cantaora catalana que regresa a Logroño para abrir los Jueves Flamencos en el Teatro Bretón y trasladar su voz y su espíritu por el cante clásico, un legado que adora, conoce y respeta como un tesoro.
-¿Puede existir creatividad cantando flamenco?
-Siempre me he dedicado a recrear, restaurar y rehabilitar cantes clásicos y pasarlos por mi filtro y mi particular manera de entender este arte. Creo que en ese ejercicio personal de recreación también existe una carga de acento muy personal e íntimo que en este caso pongo al servicio de algo que ya está construido. Considero que es una manera de expresar mi propio yo muy hermosa y sutil. Hay que partir de la base de que ese gran patrimonio del flamenco clásico es un legado musical excelso y que lo que yo aporto al interpretarlo lo realizo con un cuidado y un respeto total. Me siento un poco como un arquitecto rehabilitador cuando canto flamenco clásico. Tiene que pasar tu mano sin que se note que ha pasado.
-Es como una restauradora ante una obra...
-Sí, como que se nota el paso del tiempo. El flamenco que se escucha después de la Niña de los Peines, Chacón o el Cojo de Málaga es maravilloso pero existen detalles musicalmente refinables. Un poco es donde me sitúo. Me parece absurdo cuando la gente dice que hay que modernizar las letras... Creo que no tiene razón porque los sentimientos que nos acucian ni se renuevan ni se modernizan. Lo que merece ser plasmado en un poema o en una letra nunca pasa de moda, son sentimientos y siempre son actuales. En lo que se refiere al flamenco, la mano de un artista contemporáneo lo que tiene que hacer es musicalizar, no quitarle su núcleo emocional ni su fuerza expresiva. Eso no hay que tocarlo porque tiene una solidez incuestionable.
-¿Por ejemplo, cuando canta una malagueña dónde se nota su mano?
-Desde la selección del repertorio, partiendo de la base de que la panoplia de cantes y estilos es enorme. De las cincuenta que pueden existir cada artista decide cuáles son las cinco, seis o siete que le interesan. Eso a nivel musical, luego está el aspecto literario de rescatar letras, las que más te gustan o las mejor construidas no sólo morfológicamente sino también por su valor fonético, que es un detalle al que yo le doy un enorme importancia. Existen letras que vibran de una manera más consistente y contundente que otras. Y es por fonética, más allá del significado del poema. Las letras tienen que transmitir un mensaje potente y ser especialmente sonoras y fonéticamente bellas. También tienes que ser capaz de detectar los pilares musicales de ese estilo y darle el carácter que se merece. En esto es básico comprender qué cosas no hay que tocar y las que sutilmente pueden ser mejorables. De alguna manera construir ese diálogo que se establece entre el cante y la guitarra. Se trata de crear una composición con todos estos detalles; va mucho más allá que ponerte al guitarrista al lado e ir haciendo cantes y letras indiscriminadamente.
-Ese mimo a la libertad que ejerce en su carrera no será fácil acompasarlo con los intereses de un mundo en el que se exige por encima de casi todo o de todo el éxito.
-Tiene un precio y a veces me las hacen pasar mal porque no entro ni pienso entrar en lo requerido por la industria y las discográficas... Todo eso se me hace pagar; todo el mundo me respeta pero no me quieren en sus casas. Un artista que sabe lo quiere, que toma sus decisiones y no se puede manipular es muy incómodo y esto hace que yo me encuentre en una situación dura por un lado pero preciosa del ‘yo me lo guiso, yo me lo como’. Lo único que te queda ante esta tesitura es construirte tu propio reducto y tener a gente a tu lado que se identifique con ese camino que he decidido emprender, que te apoye. Yo tengo ya mi propio sello, mi propia empresa. No me gusta que nadie me cuestione ni que me extorsione a la hora de tomar mis decisiones.
-Sin embargo, allá donde va tiene un reducto de seguidores muy fieles sea por flamenco, boleros o los poemas de Alcántara...
-Sí, y eso es maravilloso y supone el refrendo a una manera de hacer las cosas independientemente de la materia prima o del lenguaje musical que se utilice. ¿Y sabe lo que sucede?, que la gente que se identifica con eso se identifica mucho.
-Hay una sensación que emiten sus formas en el escenario de absoluta perfección, de controlar todos los detalles.
-La verdad es que es un reflejo de mi forma de ser, de mi personalidad. Soy muy meticulosa y ciertamente nada puede estar fuera de mi control. En el escenario se refleja con mucha nitidez las personas que en realidad somos en nuestra vida cotidiana. Soy así y me exijo muchísimo en todos los detalles, una enferma... es verdad (sonríe). A veces no nos damos cuenta de su importancia, y esos detalles, por pequeños que puedan parecer, tienen más importancia que cosas que aparecen evidentes a simple vista. Nos estamos acostumbrando a lo fácil, cada vez es mucho más costoso ir a la profundidad de las cosas. Y por eso aparece la vulgaridad.
-Y la inmediatez por encima de cualquier exigencia...
-Existe como un afán de transgresión constante; pero el que en realidad ha sido transgresor en el arte lo ha hecho por su propia naturaliza y no por vanidad; ésa es la gran diferencia. Y claro cuando sucede con el flamenco la realidad es que carece de sentido quizás solo es una mentira más. o Esta entrevista la he publicado en Diario La Rioja el jueves 19 de enero de 2017,

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