domingo, 12 de julio de 2015

Diego Urdiales regresa a Ceret

El torero de Arnedo hace esta tarde su segundo paseíllo en el bastión taurino del catalanismo francés

Diego Urdiales actúa esta tarde en la plaza francesa de Ceret, quizás la rareza taurina más sorprendente y divertida del ya de por sí alucinante planeta de los toros. Ceret es la capital de la comarca del Vallespí, está sita en el Languedoc-Rosellón (apenas a 20 kilómetros de la frontera de España) y su industria principal son las cerezas, sin olvidar su pasión por el arte moderno, ya que tuvo vecinos tan ilustres como Pablo Picasso, el poeta Max Jacob o el pintor Georges Braque, que paseaban por sus calles poniendo del revés a la Academia parisina de la época de los ‘ismos’ literarios, poéticos y pictóricos. Así que cerca de su vanguardiasta museo cubista se levanta su plaza de toros, de ruedo pequeño y donde saltan los astados más grandes y ofensivos de la cabaña brava. Toracos inmensos de las ganaderías con más sello torista para rendir culto a su afición catalana por excelencia. Ceret es un bastión catalanista en Francia, en la corrida resuena ‘Els Segadors’, la cuatribarrada se apodera de cualquier recoveco del recinto taurino y hasta los areneros hacen el paseíllo tocados con la barretina. Ellos se consideran la Cataluña del Norte. Independentistas que tienen en Barcelona su capital y en el toreo su «hecho diferencial» frente a las imposiciones «dogmáticas» y «jacobinas» del París de la Ilustración. El escritor Joan Barril explicó de esta forma en ‘El Periódico’ de Barcelona sus impresiones cuando vio su primera corrida en esta plaza: «Entre los asistente veo a un ‘conseller’ (de la Generalitat). Me acerco y nos abrazamos como el alguacilillo abraza al diestro antes de darle un trofeo. Le digo que tal vez harían bien en revocar la ley que fuerza a los catalanes a una emigración dominical. Me responde: ‘A ver si el Constitucional nos echa una mano’. Queda claro que el conseller es ante todo un aficionado», subrayó Barril. Y es que a esta pequeña plaza, que celebra tres corridas en dos días, emigran los aficionados catalanes a ver toros: «Entre el público hay catalanes franceses, franceses casi catalanes, españoles llegados de España o hijos y nietos de los exiliados españoles que decidieron buscarse la vida allí. Algún torero de Béziers, otro de La Camarga, una ganadería portuguesa y otra de Huelva o de Ávila». Como relata el aficionado riojano Isidro del Pino en su blog taurino y viajero, en Céret todo es toro: «Hay rugby pero con toro (masculino y femenino); hay comida alrededor del toro; hay música por el toro; hay orgullo por amar al toro, gorras con toros, camisetas con toros, fotos de toros, exposiciones de toros... La fiesta no es la excusa para dar una feria taurina sino que la feria taurina es la que genera la fiesta y ¡qué fiesta!». o Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja.

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