lunes, 10 de febrero de 2014

¡VIVA JOSÉ VALENCIA!

José Valencia firmó un precioso recital flamenco en la primera cita de este ciclo con su espacio más emblemático: el Salón de Columnas, tan rebosante de público como siempre en estas 18 ediciones y con el deseo intacto de la gente de disfrutar del flamenco más desnudo, del que se dice con la voz, el sonido de la guitarra y el compás de las manos. Y desde el primer momento de la actuación, iniciada con unos bellísimos martinetes, comprendimos todos los aficionados la seriedad que iba a imprimir el cantaor catalán-lebrijano a toda su actuación. Y además, la profundidad de su eco, la búsqueda que ha emprendido para encontrarse con los tonos más recónditos del cante, esos que arrasan por abajo, los que atraviesan como un cuchillo el alma de los aficionados. La primera vez que vimos a José Valencia en Logroño nos asombró con el brutal manantial de su garganta, con su fuerza, con las ganas que tenía de comerse el mundo. No había tercio que se resistiera a su poder ni melisma complejo que no fuera capaz de abordar. Pero ahora, macerado como los buenos vinos, José Valencia ya no lucha por cantar con más poderío, sino por ahondar en la belleza, refinar los matices, apurar los silencios, sujetar la brida de su poder y soltarla en los momentos precisos para crepitar el cante y otorgarle esa fuerza congénita que tiene no como un embeleso, sino como un recurso de gran cantaor. José Valencia me hizo vibrar cantando por siguiriya, por soleá y especialmente con unas alegrías mecidas con las cuerdas y el talento del excepcional Juan Requena, uno de esos guitarristas con alma de cantaor que se fusionan con el cante y que viven cada concierto con esa intensidad de buen aficionado que se nota a la legua. José Valencia nos hizo reencontrarnos con la esencia de este ciclo, con el flamenco hondo, clásico y cabal. La gente lo despidió puesta en pie tras decir adiós con un manojito de fandangos caracoleros que nos supieron a gloria por esa forma de decir los cantes tan ausente de cualquier afectación. o Esta crónica la he publicado en Diario La Rioja.

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