martes, 30 de abril de 2013

Manuela, es usted enorme

Manuela Carrasco y su compañía despidieron por todo lo alto la XVII edición de los Jueves Flamencos. Visto así es una pena que se hayan acabado ya, pero con el tiempo nos iremos dando cuenta de la suerte que tenemos los aficionados riojanos por contar con un evento tan sobresaliente como éste, en el que el respeto al flamenco y su amor hacia él es tan profundo que cada año uno se lleva al corazón un ramillete de sensaciones reconfortantes. Y ayer, los aficionados tuvimos el privilegio de paladear el arte de Manuela Carrasco, una bailaora sobresaliente que hace del clasicismo (que no del frío academicismo) y de la fuerza un cóctel sencillamente irresistible. Parece que haya hecho un pacto con el tiempo porque esa soleá de Alcalá, cantada con una fuerza brutal por Enrique el Extremeño, es uno de esos momentos que no se olvidan. Toda ella empapada de sí misma, toda ella convertida en un fulgor. Mirada azabache, tacones de estaño, y cada una de sus células resuelta a ese alboroto telúrico de ese genio flamenco que se enfrenta lo convencional en cada llanto, en cada lamento, en cada escorzo y en esos desplantes y silencios con los que es capaz de alejarse como pocas bailaoras de cualquier atisbo de tremendismo. Genial la señora, grande Manuela Carrasco, que dio una lección de empaque, de señorío, de belleza.

# Esta crónica la he publicado en Diario La Rioja o XVVII Jueves Flamencos del Teatro Bretón. Compañía de Manuela Carrasco. Jueves, 26 de abril de 2013

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