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Quizás no exista otra guitarra en el flamenco más honda; ninguna suspira más cristalina que la de Rafael Riqueni; lenta, parsimoniosa, sensible y cabal, compleja y delicada, sutil y tremebunda. No sobresalen aristas, por eso quizás produce tanta melancolía y tristeza, tanta soledad y desamparo, tanto dolor, tanta amargura... Rafael Riqueni es uno de esos raros maestros que cobija un gen extraño y autodestructivo en el que se unen una sensibilidad que se forja en las catacumbas del alma, una maestría precisa y una complejísima arquitectura musical que se desdibuja en un océano de sensaciones. Cada vez que se escucha una de sus bellas composiciones se extrae un infinito número de sorprendentes consecuencias, de remotas asociaciones, de singulares paisajes creativos, a veces transitados por una inusitada vitalidad y otras, marcados por un acento intangible donde se reúnen la vida y la muerte, el deseo y la sobriedad de un talento inconmensurable. Rafael Riqueni atesora en su guitarra el sonido viejo de la melosidad de Sabicas, el genio constructor y legendario de Ramón Montoya, la creatividad sevillana del Niño Ricardo y una rarísima liturgia flamenca en la que se entrevera un sentido exponencial de la intimidad de lo jondo con algo parecido a un sentimiento cosmopolita del toque. Su música no se escucha, se siente, se percibe con el corazón; se rememora en cada momento sublime a través de una suerte de imperceptibles armonías que van surgiendo sin reparos de sus dedos de seda. /Extracto de mi libro Santísima Trinidad.
o RAFAEL RIQUENI: "HE VUELTO": “Sí…hace poco toqué en Logroño y bueno…ahora el flamenco está viviendo una época en la que tienes que depender de cómo te salga un recital para que te vuelvan a programar…y yo también, así que trataremos de estar a la altura los días que vienen. Ahora toca esperar por esta lesión en la mano, pero espero que no dure mucho. El otro día me temblaban mucho al principio, luego ya me fui encontrando mucho más a gusto en el escenario. También es una cuestión de rodaje, llevaba tiempo sin salir a tocar de una forma más o menos continuada”. /Entrevista de Pablo San Nicasio a Rafael Riqueni (leer más).