lunes, 28 de febrero de 2011

MADRID TUVO SEIS LETRAS

El 19 de marzo se conmemora el centenario del nacimiento del cantante logroñés Pepe Blanco, uno de los más grandes de la música popular española

En esta foto tomada en las fiestas de San Mateo de 1954, aparece el cantante Pepe Blanco, con miembros de la peña Los Chachis arropando a Antonio Chenel Antoñete y al novillero Chicuelo II.

Para muchos españoles de la época fue un Dios, una especie ángel inalcanzable y varonil, un tipo elegante, medio torero, cantaor, encantador, sublime y chuleta. Fue capaz de convertirse en inmortal con un cuplé titulado 'Madrid tiene seis letras', rodar cine con estrellas como Pepe Isbert, Estrellita Castro o Lolita Sevilla, y cuando se fue a Buenos Aires, cautivar a la prensa argentina para que llegara a escribir sobre él que había sido el mejor extranjero en hacer suya el alma de los arrabales a pesar de que no había nacido en ninguna orilla del río Salado bonaerense. No, su cuna era Logroño, concretamente la Rúa Vieja y tan castizamente nació que fue a que lo parieran exactamente frente a la ermita de San Gregorio. De aquel evento se cumplirá el 19 de marzo la friolera de cien años, aunque si uno pone su nombre en Youtube y le da al click, descubrirá al instante que este logroñés poseía el raro don de los elegidos. Pepe Blanco es inmortal. ¡Tararí que te vi!, como él acostumbraba a decir. La vida de Pepe Blanco, sin embargo, no fue un camino de rosas, tal y como demuestra el hecho de que se tuviera que dedicar desde chavea, con esos pantalones cortos de pitillo, las medias blancas y los mofletes relamidos de escarcha, a acarrear grava y arena a los tajos de los obreros, y cuando acababan estas mercancías, a mercar vino de los pueblos a los colmados de la ciudad, de aquel Logroño de la preguerra que ahora costaría imaginar para los críos que a su edad van de los institutos a sus casas sin ese frío pelón que reflejan las fotografías en blanco y negro de aquellas épocas casi olvidadas. Con 18 años tuvo el coraje de sacarse el carnet de conducir, ponerse por su cuenta y trabajar para la acomodada familia Casto Barrio, e incluso para hacer de chófer particular del alcalde de Logroño. Se casó en Cenicero con Rosa Sistiaga, donde trabajó de taxista y servía vinos y vermuts en el bar de Casino. Pepe Blanco cantaba, imitaba al gran Marchena y le llamaban Marchenita. Tras la Guerra Civil volvió a Logroño con su taxi para cantar entre carrera y carrera en el café Ibiza del Espolón, acompañado por la guitarra de Sebastián Trapero. Relataban las crónicas que era uno de los hombres más populares de la ciudad, hasta que contratado por Juan Carcellé, el clarividente director del Circo Price, su fama se extendió por toda España como la pólvora, desde que abrió la boca por primera vez en el foro para enfilar con ese chorro suyo de voz toda la fuerza telúrica e inmaterial que no se resignaba a guardar en su garganta para cantarle sólo a su querida Rosita. El éxito le llegó de inmediato un sábado de gloria de 1942 -año en el que se estrenó la película 'Casablanca'- y a la vez que Manolo Caracol y Lola Flores triunfaban en el cine y en la canción, en el celebérrimo Chicote de la Gran Vía y en algún que otra alcoba de folklóricas y toreros, Pepe Blanco grabó su primer disco en 1945, tras hacerse con toda la fama del Madrid de los años duros de la autarquía en su pintoresco teatro Fontalba. El empresario del Maravillas, el señor Tarraman, tuvo la genial idea de unir en su escenario al galán riojano, que ya sobrepasaba los treinta años, con la jovencísima catalana Carmen Morell (Rosa Ferrando Galindo en el DNI). Saltaron chispas en una unión artística y sentimental marcada por la trabazón de un sinfín de alegrías, fama, dinero, y también de decepciones y desengaños. Pepe Blanco y Carmen Morell fundaron un año después su propia compañía, grabaron discos y canciones en solitario y formaron un dúo de piques con canciones -coplas, fandangos, cuplés, jotas, zarzuelas- escritos y compuestos por la crema de los ideólogos musicales del momento: don Rafael de León, Manuel Gordillo Ladrón de Guevara, Antonio Quintero y Francisco Cordoñer, entre otros muchos destacados adalides del acervo musical español. El cantaor gaditano desaparecido Chano Lobato recordó en una vieja entrevista aquellos tiempos: «Cuando salí de Cádiz mis primeros dineros como profesional los gané en la compañía de Pepe Blanco y Carmen Morell; Pepe era un monstruo en todos los sentidos, tanto como artista, porque llenaba todo el escenario con su personalidad, como por su talento humano. Yo siempre le estaré agradecido por la oportunidad que me dio. A partir de ahí ya no me faltó el trabajo nunca», reconocía.



En 1951 Carmen Morell y Pepe Blanco hicieron una gira por Suramérica inacabable: nueve meses en Buenos Aires y después, Venezuela, México, Perú, Cuba, Chile y Brasil. De hecho, muy pocos conocen que entre las más de 150 canciones que llegó a grabar existe un precioso long-play dedicado al tango que escuchándolo ahora no ha perdido ni la frescura ni la emoción del temblor porteño que logró imprimir en un estilo de tan difícil ejecución. Pepe y Carmen también dejaron su huella en el celuloide con tres películas, 'La mujer, el torero y el toro', de 1950, en la que se acompañaron del poeta y matador barcelonés Mario Cabré, famoso por su participación en 'El holandés errante', con la bellísima Ava Gadner; 'Amor sobre ruedas', que fue un largometraje dirigido por Ramón Torrado en el que participaron primeros espadas como Pepe Isbert o José Luis Ozores, y la comedia musical 'Maravilla', grabada en 1957. El artista logroñés, ya en solitario, rodó varias películas como 'La mentira de la gloria', de Julio Fleischner, y 'Un marido a precio fijo', con la bogotana Ana María Campoy. A principios de los sesenta, la pareja de Pepe y Carmen se rompió, tanto en lo artístico como en lo personal. El cantante logroñés, lejos de venirse abajo, retornó a los brazos de aquella Rosita Sistiaga de Cenicero y comenzó una fecunda carrera artística en solitario actuando en teatros, bolos en televisiones, festivales y toda suerte de giras por salas de fiestas junto a artistas como Porrinas de Badajoz, Tomás de Antequera, Lilián de Celis, Antonio Molina y Juanito Valderrama. Enrique Morente, admiraba su voz y su persona: «Me hubiera encantado conocerle porque hablaban maravillas de él», declaró en una entrevista. Pepe Blanco, el del 'Cocidito madrileño, '¡Ay mi sombrero'!, 'En La Rioja nací' y tantas otras melodías irrepetibles murió en 1981. Desde aquel día Madrid, la capital de España, dejó de tener para siempre seis letras.

o Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja; la foto es de Chapresto.

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