Morante con un cabrón de sobrero de Javier Molina ha pisado unos terrenos brutales. Más quieto que un semáforo; valiente y redondo, técnico, lidiador y poderoso. Morante ha dejado claro en Sevilla que es el más valiente de cuantos toreros de arte han sido; de los que he visto y de los muchos que he leído. Y quizás el más técnico, el que más entiende la trabazón de las embestidas. Sabe de terrenos, de alturas y de distancias. Lo sabe todo y parece que no le cuesta trabajo asumir el reto y dar el paso para ligar quieto, para sobar con arte, para destroncar con empaque a un toro por arriba sin rozarle los costados. No hay duda; es el momento de Morante.
(*) Acabo de ver en diferido la corrida de Jandilla, la que se vino en llamar de los artistas, con Aparicio de telonero más los toreros de Curro Vázquez: Morante de la Puebla y Cayetano. Pues bien, he sentido bochorno por la presentación de algunos especímenes lidiados, bien del hierro titular, bien de la subcontrata; por cierto, sancionados no hace mucho tiempo en Logroño por afeitado. Bochorno por la presentación lamentable, por su irrisoria pequeñez, por sus caritas lavadas y perfumadas... Curro Vázquez ha cuidado sutilmente de Cayetano, lo mima hasta extremos que turban la razón y lo peor de todo es que esas caricias no creo que beneficien ni un tanto así a Morante, que como se ha visto se cuida solito a la perfección.
o Foto de Joaquín Arjona.
