A veces me preguntan las razones por las que me gustan los toros: pues por cosas como ésta. He aquí a Morante en Sevilla, con el trazo infinito, con la entrega total del toro asombrado/humillado. El vestido barquillo, el mentón zaherido por los alamares de la chaquetilla, la suerte cargada, la muleta en vilo. En fin, que en 2008 el toreo nos vuelva a hacer temblar con faenas como ésta.
¡¡FELIZ AÑO NUEVO!!