sábado, 4 de noviembre de 2006

José Tomás: “Me puede el corazón”

Recupero hoy una vieja entrevista que un día le hice a José Tomás. Fue en junio de 1999, cuando tras triunfar en Madrid, se preparaba para actuar en Haro, una plaza preciosa y centenaria que huele a vino.

o "Yo concibo la verdad del toreo partiendo de una base en la que el torero ha de darse las menos ventajas posibles frente al toro, intentando hacer las cosas con pureza, y eso implica –prosigue José Tomás– no perder pasos ni quitarle el engaño de la cara. A veces lo logro y otras veces no tanto”.

o El toreo es sensibilidad, es una profesión donde se crea arte y no me importan las estadísticas”.

o "Aunque me considero una persona equilibrada y cerebral, cuando llego a ese punto de entrega es muy difícil no dejar que sólo mande la cabeza, el corazón termina imponiéndose”

o “Sí, reconozco que lo del fraude es un tema preocupante. Desde mi punto de vista puedo asegurar que trato de elegir las ganaderías que se acercan al concepto de la tauromaquia que más me gusta. Lo que sucede es que las vacadas no atraviesan su mejor momento y es muy complicado saber cuáles son las que van a embestir”.


“La voltereta que me pegó el toro del conde de la Corte en Madrid fue bastante larga, cuando estaba sujeto a sus pitones y entre tantos derrotes, me dio tiempo a pensar en mi familia y el mal rato que estarían viviendo. Yo tenía la cabeza fría, noté que no me había empitonado y por eso estaba tranquilo para pensar en cómo salir lo mejor posible del trance”. Así relata José Tomás los momentos que vivió el martes entre la astas de un impresionante morlaco. José Tomás es el matador más esperado. Su paso por la feria de San Isidro ha dejado un antes y un después no sólo en la plaza venteña sino en todo el planeta taurino. José Tomás encarna el único aspecto de la tauromaquia en el que todo el mundo (toristas y toreristas) coincide: su forma de concebir e interpretar el toreo es la más profunda y auténtica. “Creo que varios de los naturales de la tarde de los toros del Puerto de San Lorenzo han sido de los mejores que he dado en mi vida. Aunque me considero una persona equilibrada y cerebral, cuando llego a ese punto de entrega es muy difícil no dejar que sólo mande la cabeza, el corazón termina imponiéndose”, señala el maestro de Galapagar mientras asegura que no hay ninguna duda sobre su comparecencia de hoy en la candente jarrera: “Tengo el codo algo resentido pero estoy perfectamente bien. Torearé”.


La competencia

El cartel de hoy, junto con Ponce y “El Juli”, es el más esperado de la temporada: “Conozco toda la expectación que provoca entre los aficionados y soy perfectamente consciente de que a muchos les hubiera gustado vernos a los tres a la vez en Sevilla y Madrid. Pero todo el mundo sabe el motivo; yo no hubiera tenido ningún inconveniete”, asegura.
Y dado que este año la competencia directa entre estos tres espadas aflorará en contadas tardes, muchos abogan porque sean las estadísticas las que marquen el nivel de cada uno. Pero Tomás, que se apunta a la competencia directa, desestima la batalla aritmética: “Ésa no es mi guerra, ahí estoy vencido porque no voy a firmar más de 70 corridas. Mi forma de torear no la puedo exprimir como si fuera una máquina. El toreo es sensibilidad, es una profesión donde se crea arte y no me importan las estadísticas”. En estos años en el mundo taurino se vive con el temor de que lo que sucede sobre los ruedos no esté preñado de toda la verdad que merece el caso: “Sí, reconozco que lo del fraude es un tema preocupante. Desde mi punto de vista puedo asegurar que trato de elegir las ganaderías que se acercan al concepto de la tauromaquia que más me gusta. Lo que sucede es que las vacadas no atraviesan su mejor momento y es muy complicado saber cuáles son las que van a embestir”.

La bravura y el torero
Hace unos días, la propietaria de uno de los hierros triunfadores en sanisidro (los gracilianos de Fraile) dijo que lo peor que le puede pasar a un encaste es que se fije en él un torero. Para Tomás eso es “injusto porque somos los toreros los más interesados en que las cosas salgan lo mejor posible. Como aficionado me encanta ver la conjunción de un toro que embista con un matador que sea capaz de darle perfecta réplica. Estoy seguro de que me aburriría mucho viendo toros que son muy bravos en el caballo pero que luego son imposibles para realizar el toreo. La tauromaquia no es una guerra entre el matador y el torero. Para mi gusto, el bravo es el toro que se entrega y permite expresarse al torero como él lo siente. No hay que confundir la casta con el genio”. Otra de las ideas que tiene muy claras José Tomás es que hasta esos toros que aparecen en el ruedo con ecasas fuerzas y nula bravura pueden “dar tabaco, tal y como le ha sucedido a Miguel Abellán o todo lo que le expuse a la res que me pegó la voltereta en Madrid”.
Pero José Tomás ha reafirmado con su quehacer en el ruedo la ortodoxia de la muleta adelantada y la cargazón de la suerte: “Yo concibo la verdad del toreo partiendo de una base en la que el torero ha de darse las menos ventajas posibles frente al toro, intentando hacer las cosas con pureza, y eso implica –prosigue José Tomás– no perder pasos ni quitarle el engaño de la cara. A veces lo logro y otras veces no tanto”. Sobre si considera que ha llegado a la cúspide de su expresión artística, el espada madrileño sorprende con su afirmación: “De los mejores naturales que conseguí recetar, en alguno de ellos llegué más o menos a la mitad de lo que estoy seguro que puedo llegar a dar”. Ahondando es su inolvidable tarde madrileña, José Tomás le da más valor a la segunda faena: “Aquel toro parecía que no iba a dar ninguna facilidad, sin embargo creo que le hice las cosas muy bien y al final acabó entregándose al vuelo de la muleta. No fue un toro bravo, ni mucho menos, pero tuvo la virtud de dar emoción en cada embestida. Sobre la crítica taurina, José Tomás afirma que no le da mayor importancia: “No me afecta lo que escriban. Cada torero tiene que seguir su camino. Lo que sí me molesta y más me duele son los que escriben con maldad sin respetar a los que se ponen delante. De todas formas, el más crítico conmigo soy yo”.

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