domingo, 6 de noviembre de 2005

La soleá más cabal de Talegón en Cenicero


Volvió ‘Talegón de Córdoba’ a La Rioja para disfrutar –como él dice– del silencio de los aficionados del norte y demostró que hay pocos cantaores en el mundo que sean capaces de mantener un diapasón tan alto desde el primer tercio de los caracoles del inicio hasta esos tanguillos grasiosos con los que puso fin a su bonito recital.
Quizás la del viernes no haya sido la mejor noche de este gran cantaor, al que se le vio por momentos algo precipitado, como si tratara de demostrar en cada quejío que uno se puede doler en ese mismo momento de todos los males que asolan al mundo y quedarse tan ancho. Dio la sensación de que el concierto se embaló desde el primer momento y que iba a resultar un milagro mantener tal intensidad dramática hasta el final.
Precisamente, esos caracoles con los que rompió el sonido –maravillosamente cantados y sentidos– fueron de tal magnitud, de tan enorme entrega, que sólo quedaba seguir con el diapasón más bajo o morirse allí mismo en el intento. Pero ‘Talegón’, lejos de darse cuartel, no consintió ni por un momento aliviarse y le salieron unos tientos bordados, con algún remate en los que parecía imposible no perder la respiración o el sentido, el compás o el conocimiento mismo.
Hubo una parte de la actuación más monótona para el gran público pero preciosa para los aficionados cabales, que los había y muchos. Unos dirán que hubo demasiado fandango: los naturales, los de Córdoba y los de Antonio El Sevillano, pero para el que esto suscribe –no muy amigo del cante por fandangos– escucharlos así, tan bien explicaitos, demostrando las diferencias entre uno y los otros y entre todos con los demás fue algo así como una cata técnica, como un profundizar en cada vino y la verdad es que el marco invitaba a la reflexión y al cante más hondo, como esa soleá pedida por un público que quería seguir escuchando a ‘Talegón’ en su salsa, cuando se convierte en un cantaor que interioriza el flamenco para diluirlo después y hacerlo efusivo y tangible en cada momento de sus recitales. Talegón es un torbellino, un cantaor redondo que posee una garganta privilegiada y al que da gusto escuchar de tarde en tarde, por fandangos, por tientos y sobre todo por esa soleá, la más cabal y aclamada por los aficionados.


Tres noches flamencas de Bodegas Riojanas

Segundo Concierto, viernes 4 de noviembre de 2005. Auditorio de Bodegas Riojanas en Cenicero. Lleno.
Cante: Manuel Aranda, ‘Talegón de Córdoba’.
Toque: Manuel de María.

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