La cantaora jerezana actúa esta noche (20.30h) en el Bretón con el toque de Manuel Valencia
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Foto: Martín Guerrero |
«No parece que hayan pasado veinte años desde que debuté en Logroño», reconoce Tomasa Guerrero ‘La Macanita’, que se presentó en el Salón de Columnas en el tercer concierto del ciclo de 1999, con Diego del Morao a la guitarra y Chícharo y Gregorio al compás: «Estoy con la intriga de volver al norte y con muchas ganas de seguir dejando huela en los aficionados; además me encuentro muy bien, muy dispuesta», subraya la cantaora jerezana, que trae bajo la mano un disco en directo que grabó con Manuel Valencia –el tocaor que le acompañará esta noche– en el Círculo Flamenco de Madrid y el premio ‘Bandera de Andalucía’ que le concedió la Junta el año pasado. «Logroño me trae recuerdos bonitos, eran las primeras veces que me iba de gira por esos teatros y aprendí mucho. Además, me di cuenta desde el principio de que a los aficionados de vuestra tierra les gusta mucho la forma de interpretar el cante que tenemos en este rincón, que se identifican mucho con nuestras formas». Y es que Tomasa está reconocida como una de las principales intérpretes de los estilos jerezanos y en los puntos cardinales de su cante aparecen los aromas de la Paquera o la Perla y explica en que consiste el acento jerezano en el flamenco: «No es mejor ni peor que otros, lo que pienso es que es muy diferente y se capta al instante. Y pasa no sólo en el cante, hay un sonido muy especial en el baile y también en la guitarra. Puede ser el compás, la modulación, es diferente sí o sí. Mira que se canta bien en Lebrija, o en Chiclana o en los Puertos. Es verdad, pero Jerez es diferente al resto». Tomasa Guerrero representa para muchos aficionados y buena parte de la crítica la certidumbre de que la pureza es un signo de identidad en el cante, en la forma de expresar la raíz del flamenco acorde a un estilo y una estética prácticamente inmutable: «En el cante hay espacio para la pureza, para todo el que quiera cantar bien, pero tienes que aprenderlo aunque no se pueda aprender. Y me explico. La pureza es una cosa que tú la tienes o no la tienes. Se puede cantar mejor o peor o diferente, pero tú tienes que sentir las raíces que has percibido desde que estás en la tripa de tu madre. Y eso está impreso en los genes de cada uno. Luego te puede gustar o sonar mejor o peor. Tú puedes aprender también a vocalizar o a afinar, o a prepararte un espectáculo de dos horas porque me lo he propuesto así... Pero eso es distinto. La pureza es diferente y hay muchos espacios en los que se puede expresar». Y Tomasa, que se considera una cantaora «pura», no tiene problemas en explicar que en sus recitales puede haber dos partes diferenciadas: «Una acorde con la tradición esencial de mi cante y de mis raíces y otra más abierta, aunque mi voz jamás podrá sonar a una seguidilla manchega; mi voz siempre sonará flamenca, afillá. Me gusta lo que hago y no le pongo monigotes de ningún tipo. Me sale y es así», avisa.
Vida de artista
Pero el flamenco no es fácil: «Hay que quitarse las vendas de la cara. La vida del artista no es sencilla y a veces sientes que puedes tirar la toalla en cualquier momento puesto que esto no es un camino de rosas. Aquí hay muchas trabas; antes se trabajaba con dos o tres representes y ahora existen miles, por poner un ejemplo. A los artistas cada vez nos cuesta mucho más que nos salgan galas, que nos escuchen, que nos entiendan. Luego tú tienes que apretar los dientes para no decaer y buscar alicientes para seguir adelante. Lo veo y lo siento en todo. Antes los discos se grababan con tiempo, con mucho trabajo de producción por detrás en unos estudios muy buenos con grandes profesionales que hacían una obra maravillosa. Discos como aquel mío de ‘Jerez, Xerez, Sherry’, que lo pones ahora y aunque está grabado hace mucho tiempo parece que fue ayer porque mantiene intacta un textura en el sonido fresca. Y yo no digo que ahora las cosas se hagan peor, pero es diferente, se hace todo en casa y no existe aquella profesionalidad de antaño». Tomasa admira a Fernando Terremoto: «Se nos fue muy joven. Era un artista muy grande y sabía componer, que eso es muy difícil. Ahora está María, su hija, que lo hace muy bien». Y muere por La Paquera: «¡Me preguntas cómo era esa mujer! Alucinante, todo lo cantaba bien, poseía todos los registros y además era una fuerza de la naturaleza impresionante. Tuve la suerte de aprender de aquellas generaciones de cantaores que eran puro nervio, sumo compás, delicadeza. Yo busco mi expresión, mi sentimiento en el flamenco siendo muy fiel a todo lo que he vivido».
Manuel Valencia, una guitarra con alma con el compás de Jerez
Manuel Valencia, que acompañará esta noche a ‘La Macanita’, con el compás de ‘Chícharo’ y ‘Macano’, es una de las guitarras jóvenes de la escena flamenca jerezana con más recorrido y futuro. Ya ha dejado en Logroño el aroma de su sonanta en varias ocasiones desde que debutó con Jesús Méndez en el Salón de Columnas. Tocaor largo, se acaba de alzar con el premio ‘Guitarra con Alma’ del Festival de Jerez, que concede la crítica especializada. Es uno de los renovadores del estilo y ya tiene un disco en el mercado.
o Esta entrevista la he publicado en Diario La Rioja