sábado, 14 de abril de 2018

INTENSIDAD Y SABIDURÍA

Miguel de Tena dejó por todo lo alto el pabellón de Extremadura en el último concierto de este ciclo que se celebra en el Salón de Columnas del Teatro Bretón. Yo ya echo de menos que de dentro de quince días no tengamos la habitual cita con el cante en tan bellísimo marco, aunque me agarro como un clavo ardiendo a la actuación del bailaor Pepe Torres del jueves 26, que por lo que me ha soplado un buen amigo viene repleta de cante, toque y danza de la buena. Pero vayamos a la actuación de Miguel de Tena, que dibujó una noche marcada por su intensidad canora desde la las toñas con las que se presentó hasta los últimos fandangos de la serie de dos tandas y la bulería de regalo sin micrófono ni amplificación. Miguel es lo que se dice un cantaor enciclopédico. Un conocedor absoluto de todos y cada uno de los mecanismos que informan el flamenco. Puro no, purísimo en su concepto e inalterable en sus formas. Un cantaor de escuela que expresa sobre el escenario un academicismo en sus registros un tanto frío pero que combina a la perfección con un repertorio que se agradece, sobre todo cuando pasea su garganta por la zona de levante, con la bellísima taranta y la potente cartagenera que fue capaz de construir sin apenas despeinarse. Antonio Patrocinio es un tocaor dotado una pulsación más que sobresaliente y es capaz de acompasar su depurada técnica al poderío de Miguel de Tena, que es un verdadero volcán sonoro. Una voz que por momentos parece frágil y delgada pero que cuando se arrebata por derecho no necesita ningún eléctrico para llegar con nitidez y fuerza al recoveco más alejado del escenario de la sala. Dios mío, qué potencia y qué manera de respirar para llegar con los tercios a lugares tan lejanos que parecían imposibles conteniendo el aliento. Continuó por soleá, de varios tercios y registros. Fue junto a la petenera los dos cantes que me parecieron más predecibles, con menos pliegues de emoción de toda la noche. Miguel a continuación hizo tientos-tangos y ligó tres estilos: los malagueños, los de Granada y los de su Extremadura. Preciosos y poderosos, a carta cabal, como era de esperar en un flamenco que hace de su fuerza y de su poderío buena parte de sus argumentos. Como ama a Vallejo, se estiró por derecho con ‘María de la O’, una canción inmortal a la que dio forma de bulería-cuplé. Fue una pieza frenética en la que Patrocinio demostró su capacidad y el buen compás de su toque. Córdobés y conocido en Logroño por sus noches con El Pele, demostró una vez más su categoría como tocaor para cantar. A partir de ese momento, la noche, ya muy cargada de emociones, se sumergió en el terreno de los fandangos, en los que Miguel de Tena bucea con una eficacia maravillosa. Los segundos los hizo son micrófono y, desde luego, no supuso ninguna ninguna cortapisa para disfrutarlos de lo lindo.

o XXII JUEVES FLAMENCOS . Cante: Miguel de Tena. Toque: Antonio Patrocinio. Salón de Columnas del Teatro Bretón de Logeoño. (Localidades agotadas). Último concierto del ciclo en este espacio. Jueves, 12 de abril de 2018. Esta crónica la he publicado en Diario La Rioja

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