domingo, 24 de septiembre de 2017

Victorino rebasa todas las cumbres

Juan Marín
Extraordinaria faena del diestro francés a un toro para el que se pidió el indulto en una corrida completa de Albaserrada 

Juan Bautista y Victorino Martín salen a hombros tras una tarde histórica de bravura y toreo

Victorino es la mejor ganadería de la historia del toreo y ayer en La Ribera reivindicó la bravura indómita y la belleza absoluta del toro de lidia con una corrida sencillamente excepcional, con un conjunto de astados memorable, muy bien presentados, bravos, encastados y nobles. Un auténtico espectáculo, un canto a la lidia en los tres tercios que logró su cumbre en el magnífico encuentro entre un torero francés, Juan Bautista Jalabert -arlesiano por más señas- y un ejemplar de bandera: 'Verdadero', número 90, negro entrepelado, levemente bragado, recogido de cuerna, con la papada breve y fino de cabos a no poder más. Un toro excepcional, que apenas superaba los 500 kilos y que el sorteo citó en La Ribera con un diestro en sazón para que ambos compusieran una verdadera obra de arte.

El toreo en su absoluta dimensión de naturalidad y empaque toda la faena, desde unos inicios muy suaves por alto para llevarse al astado a los medios y que la faena comenzara a confluir el milagro del temple y el secreto de la bravura.

El toro se había empleado bien en varas con un punto de tardanza en el segundo encuentro con el piquero. Alberto Sandoval lo midió ajustando el embroque y el castigo, y Rafael González se lució en banderillas. El toro ya dejó claro en el capote de Román que tenía un temple natural exquisito y el francés manejó sus muñecas con un acento cartesiano. Faena de estructura netamente clásica y académica, en la que fue jugando perfectamente con ambas manos para lograr tres series de naturales profundos, largos, templados e interminables. Juan Bautista no se rompe toreando. Su aparente frialdad la combina a la perfección con una sobresaliente técnica y un empaque vertical muy mecido. A medida que la obra fue creciendo en cuanto a su timbre y a su intensidad, el toro iba recreciéndose en su bravura y humillación, en la largura y la profundidad de sus embestidas. Comenzaron a aflorar los pañuelos solicitando el indulto. Juan Bautista, antes de cuadrarse, toreó al natural con la mano derecha, casi como flotando a lomos de la sensación embriagadora del toreo tan perfecto, tan encajado y reunido con el magnífico burel. La petición de indulto crecía y crecía y los avisos del palco se mezclaban con el gesto del propio ganadero, que con su mano le hacía el gesto a Juan Bautista de que estoqueara al toro. La locura se había instalado en la plaza. El francés seguía toreando y el toro embistiendo. Al final, tras sonar el segundo aviso, lo despenó de una soberana estocada. Gran triunfo del galo, pitada sonora para el presidente y enorme ovación al toro en la vuelta al ruedo al magnífico burel. Juan Bautista cortó otra oreja más al quinto, otro toro con una embestida tremenda por el pitón izquierdo. Tarde redonda de un francés que ayer conquistó Logroño.

Curro Díaz obtuvo una oreja en el primero. Otro toro de nota, con una embestida por el derecho dotada de enorme ritmo. Dos series de embroque a media altura y de corto recorrido le sirvieron para triunfar. Román, que se presentaba en Logroño, lo dio todo. Falló con la espada en el tercero, un animal con temperamento, y no terminó de acoplarse del todo con el que cerraba tarde y feria, un ejemplar largo y serio que tenía un pitón izquierdo que valía un cortijo. Una tarde para el recuerdo que reconcilió a Logroño con el toreo y que aumenta la leyenda de Victorino. o Crónica publicada en Diario La Rioja

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