lunes, 28 de agosto de 2017

PARA SOÑAR EL TOREO

Había llovido y la tarde de Aldeanueva se quedó mansa, suave, sin una brizna de viento. El ruedo de la plaza estaba perfecto, con la arena suelta y húmeda; la chavalería bullía dispersa en grupos por esa almazuela arquitectónica que es el centenario coso y cuatro novillos de Lumbreras aguardaban en los chiqueros. Y no decepcionó ni un ápice la novillada de Río Bravo, que tal y como hizo en Lardero (final del Bolsón Taurino de La Rioja) y en San Adrián (Espárrago de Oro) ofreció bravura, emoción y calidad a raudales. De cuatro erales, tres fueron de nota y el segundo, de nombre ‘Fundador’, un animal extraordinario en todos los sentidos, por sus preciosas hechuras, por su raza y por su encastada nobleza. Un novillo que mereció la vuelta al ruedo y con el que el joven Víctor Hernández demostró varias cosas: que quiere ser torero, que pisa los terrenos de compromiso, que maneja bien la zurda y que, obviamente tiene mucho camino por andar. ‘Fundador’ metió la cara en el capote con clase y en la muleta lo hizo, además, con temple, con ese más allá que decía Joselito ‘el verdadero’ que tienen las embestidas de los Núñez con sus dos o tres pasos más de recorrido. La faena tuvo altibajos, pero Víctor se había dado cuenta de la calidad del morlaco y lo intentó hacer todo muy de verdad con ambas manos. Las mejores series llegaron al natural, con la planta muy asentada y su expresión muy vertical. El público de Aldeanueva vibró con el toreo bueno y con las profundas embestidas del eral. Era de vuelta al ruedo, pero la presidencia estaba, sin duda, a otros menesteres.

Una máquina de embestir
El primer astado, llamado ‘Camillero’, fue una auténtica máquina de embestir. El eral, fino también de cabos, no paró ni un segundo de perseguir los engaños. Aitor Fernández estuvo entregado con él, pero le faltó someterlo para que no se le subiera a las barbas. El diestro ligó varias series por ambas manos a toda velocidad. Es cierto que resulta muy complicado reducir un torrente así, pero alguien de su cuadrilla le debería avisar de que era necesario comenzar por abajo sometiendo al toro para frenar un poco su acometividad y poderlo torear despacio. El tercero, el más feo de hechuras, resultó el peor del encierro. Sin comerse a nadie, la realidad es que miró a tablas en repetidas ocasiones y le faltó fijeza. Eso sí, no mintió.
El último de la novillada me encantó. ‘Capitán’, un poco más feote que sus dos primeros hermanos, pero con mucho compás. Le costó a Víctor acoplarse, pero cuando lo hizo logró una serie en redondo maravillosa. Su rara fragilidad es conmovedora y atisbo que quiere sentir cosas bellas toreando. Se tiró como un jabato tras la espada y abrió la puerta grande como antes había hecho su compañero de cartel. Gran tarde de toros de Aldeanueva de Ebro, una feria ejemplar en todos los sentidos y que cerró su capítulo de novilladas a pie con un nuevo triunfo de la familia Lumbreras, un verdadero nido de afición, señorío, elegancia y bravura.

Feria del Racimo de Oro. (Aldeanueva de Ebro) Novillos de Álvaro y Pablo Lumbreras, bien presentados y de gran juego. Aitor Fernández: oreja y oreja. Víctor Hernández: oreja y oreja. Plaza de Aldeanueva de Ebro. Más de tres cuartos de aforo cubierto. Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja

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