sábado, 4 de febrero de 2017

DULZURA DE CAÑA DE AZÚCAR

Carmen de la Jara causó sorpresa y emoción en la inauguración de los conciertos del Salón de Columnas de estos XXI Jueves Flamencos. Sorpresa porque su cante tiene el don de la redondez, de la potencia marcada por el control, de la fuerza y del grito cuando es menester, pero jalonando cada tercio con un gusto especial, con esa dulzura de caña de azúcar que tiene el cante de la Bahía y que ella siente desde que era una niña y que ahora mece con delectación en cualquiera de los cantes por los que transitó, incluso desde las tonás iniciales aquello sabía a Cádiz. Y claro, emoción, porque al público del Salón de Columnas le conmueve el cante gaditano, esas formas que hacen que suene todo tan distinto, desde la soleá hasta las bulerías o esa siguiriya del Viejo de la Isla y Enrique el Mellizo, el genio gaditano que se inventó mano a mano con Don Antonio Chacón (razón, Jerez) las malagueñas. Cuando se habla de globalización se olvida de que el cante flamenco se fue a recorrer el mundo y llegó a España con lo cantes americanos o de ida y vuelta, con el rescoldo todavía vivo y preciso del melisma árabe y del tam-tam africano. Misterios del cante bueno, de la solución de búsquedas y rebúsquedas, de esa colonización de los sentimientos que dibujó Carmen con la serenísima guajira (mitad cubana, mitad gaditana) con la que alcanzó uno de los momentos más hermosos de un concierto en el que la gaditana se entregó con el alma. Se la veía feliz y rebosante de ganas de cantar, con la guitarra siempre sabia, siempre perfecta de Antonio Carrión, en tono de rondeña, en fabulosos juguetillos en los tientos, en una falseta monumental en la bulería que nos puso de pie a casi todos y en definitiva, en un concierto en el que supo acompañar el cante mecido de Carmen, una flamenca apasionada y conocedora de los detalles más sutiles y enigmáticos de cada cante, de cada entonación. Precioso concierto, vitalísimo contraste con la serenidad de Mayte Martín. En el flamenco hay espacio para todos los gustos y precisamente ahí radica una de las bellezas de este arte, en saber escuchar y comprender a cada artista y sus estribaciones personales. Se canta como se es y la generosidad de Carmen, su sabiduría y su talento deparó una velada preciosa, una noche de cante grande que agradó la exigencia perenne de los aficionados más rigurosos y exigentes y aquellos que tuvieron la suerte de acercarse por vez primera al Salón de Columnas y salieron emocionados.

 o XXI Jueves Flamencos. Cante: Carmen de la Jara. Toque: Antonio Carrión. Compás: Diego Montoya. Salón de Columnas del Teatro Bretón. (Lleno). Jueves, 2 de febrero de 2017. Esta crónica la he publicado en Diario La Rioja

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