domingo, 18 de septiembre de 2016

PLANTEADITO, UN VICTORINO DE BANDERA

Planeadito fue un toro de bandera, uno de esos astados que te reconcilian con el toreo. Duró una barbaridad, tuvo una profundidad legendaria en la muleta y cada una de sus arrancadas fue un verdadero espectáculo. El toro era recortado, afilado, nacido para embestir. Se comía literalmente la muleta arrastrando el hocico por el albero de La Ribera. Di más de un salto con esa manera impresionante de dejarse el alma en cada viaje. ‘El Cid’ hizo un esfuerzo con él. Y eso que lo vio desde el capote, a pesar de que el toro le echara la cara por la nubes en las verónicas que ensayó demasiado cerca de las tablas. A partir de ese momento, el cuello flexible del Victorino comenzó a hacer la goma y aquello se fue disparando hasta alcanzar cotas impresionantes. Mediada la faena de ‘El Cid’, desde varios sectores de la despoblada plaza comenzaron a blandir pañuelos. ¡El indulto! Manuel Jesús muleteó de manera desigual y los mejores lances de sus despegadas y superficiales tandas llegaban en el último compás, sobre todo en el muletazo inmediatamente anterior al pase de pecho. En esos momentos el torero de Salteras logró las ovaciones más profundas de una plaza, y mientras arreciaba la petición y la faena se demoraba, el toro rompió a embestir más y mejor, cada vez con más clase, cada momento con mayor ritmo. El torero seguía a lo suyo y Planeadito, hermano del ya inmortal Cobradiezmos, iba mejorando su ritmo, su calidad, su temple. Pero Manuel González, presidente ayer, tuvo muy claro que el irregular juego del toro en el caballo iba a vedarle su regreso a la finca de Las Tiesas. ‘El Cid’ toreaba y Manuel González no sacaba el pañuelo naranja, aunque el blanco de los avisos salió hasta dos veces antes de que el torero se cuadrara para la estocada. La decisión estaba muy clara. No era de indulto para él ni tampoco para el que esto suscribe porque en el caballo el toro fue uno más, un toro que incluso se salió suelto de uno de los puyazos. Ahora bien, la seguridad de esta decisión contrasta con tantos indultos mediocres que se viven por esas plazas de Dios; por eso determinados portales de Internet dedicaron ayer epítetos lamentables a un presidente que se limitó a cumplir con su obligación, que exigió lidias ordenadas y que se mantuvo fiel a sus principios en el palco. Yo le aplaudo, aunque el toro Planeadito fue un animal inolvidable, uno de esos toros que hacen grande a esta fiesta tan inmemorial como amenazada. Artículo publicado en Diario La Rioja el 18 de septiembre de 2016

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