domingo, 27 de diciembre de 2015

El debate de cargar la suerte y el sitio

Muchos cronistas expresan sus diferencias técnicas al valorar el toreo por la colocación de las piernas

El análisis del toreo siempre ha sido un caldo de cultivo para la polémica y la discusión sobre la pureza en la ejecución de las distintas suertes, especialmente en las de muleta, piedra angular y eje de la evolución de la tauromaquia desde la gran revolución planteada por Joselito y Belmonte en la segunda década del siglo XX. A grandes rasgos, el Gallo trajo la ligazón de los muletazos por el mismo pitón. Es decir, el toreo en redondo y las faenas estructuradas en series. El gran hallazgo Belmontino fue el sitio: la colocación del torero en un espacio que parecía imposible hasta su llegada (aunque él nunca toreó en redondo) y algo quizás trascendental, el desgarro que imprimía a su tauromaquia. Con él explosionó el concepto del toreo como arte que brota de un sentimiento. Ambos diestros introdujeron el toreo en la modernidad ética y estética de la tauromaquia. Además, como se imponían a ellos mismos que había que torear cada vez más despacio y con mayor belleza, el toro casi salvaje del XIX estaba irremediablemente destinado a dar paso a las castas actuales mucho más atemperadas y con la bravura suficiente para responder a una lidia infinitamente más exigente. El toro pasaba de defenderse a atacar hasta el final. Así que con esta estructura: toreo ligado por el mismo pitón y colocación en el eje del viaje del toro, aparecen nuevos conceptos en los que casi nadie se pone de acuerdo porque casi cada cronista lo explica (o lo ve) de diferente forma.

¿Qué se entiende por cargar la suerte?
Para muchos este concepto significa adelantar la pierna de salida de toro; es decir, la pierna correspondiente a la mano que torea tiene que estar un paso más allá de la otra. Sin embargo no es exactamente así y la cuestión es mucho más compleja, ya que con la pierna adelantada se puede desviar la embestida hacia afuera y pasarse el toro tan o más lejos que con la pierna retrasada. José Alameda escribió que «en el toreo de línea natural, en redondo, lo adecuado es la colocación de perfil con la pierna de salida alineada o retrasada respecto a la otra, tal y como hacía el maestro Antonio Chenel ‘Antoñete’, quien toreaba en líneas paralelas con el toro. En este modo de torear, la suerte no se carga adelantando la pierna de salida sino quebrando la cintura para hacer gravitar el peso del cuerpo sobre aquella». Como describe José Morente en ‘La Razón Incorpórea’, para muchos aficionados ‘cargar la suerte’ se considera como piedra angular del toreo. De tal manera que no se concibe torear sin que la suerte se cargue. Hasta el punto que se afirma que torero que no carga la suerte al torear no torea sino ‘destorea’. Esta es la tesis oficialista en uso. Pero la realidad es otra. Pepe Hillo escribió que la suerte se cargaba con los brazos «sin menear los pies». Y es que como abunda Morente, «el toreo clásico es el que se hace sobre los brazos, no sobre las piernas».

Belmonte se fue al pitón contrario a la hora de citar, y además, mucho más cerca que todos los toreros que le habían precedido. Ésta es la base actual del toreo clásico: cite yéndose al pitón contrario –levemente cruzado- y toreo alrededor del cuerpo ligando los muletazos. Así lo explicaba hace unos años Paco Camino en ‘6 Toros 6’: «Para ligar los muletazos es imprescindible dejar la muleta puesta y quedarse en el sitio. Ésa es la única manera. No hay que rectificar la posición ni cruzarse, ni tampoco adelantar todas las veces la pierna, sino que el torero debe quedarse en el sitio, quizás un poquito al hilo, pero nunca fuera de cacho». En el toreo antiguo, según Fernando Cámara, cargar la suerte consistía en desviar la embestida informal del toro, lo que se podía hacer tanto con los brazos como con las piernas. Pero en la actualidad, como explica Morente, «cargar la suerte es agravar la exposición de los toreros ante un toro y además, de forma estética. Es decir, cargar el peso del cuerpo primero sobre una pierna y luego sobre la otra, desde el inicio del pase acabando en el remate o, lo que es lo mismo, acompañar la embestida del toro durante el muletazo, pasando el peso del cuerpo de una pierna a la otra, aportando al pase temple y profundidad».

Otra forma de cargar la suerte, según José Morente, es cuando el torero marca la trayectoria al toro y la pierna más retrasada, sin modificar el viaje del toro, modifica su posición ligeramente antes de que el toro meta la cabeza. De esta forma el torero se acerca a dicha trayectoria, ajustando el espacio entre torero y toro y obligando a que el toro pase lo más cerca posible.
o Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja

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