El diestro de Arnedo actúa esta tarde en Illumbe ante astados de Victorino Martín, con Antonio Ferrera y Paco Ureña en el cartel
«Estoy doblemente ilusionado con regresar a Illumbe porque es una plaza que siempre se me ha dado bien y porque es un triunfo de la libertad que se haya vuelto a abrir para dar corridas de toros. Eso es lo más importante», explica Diego Urdiales.
- ¿Qué piensa de lo que está sucediendo alrededor del toreo?
- Creo que ha llegado el momento de reaccionar al unísono ante esta especie de ola puritana que nos quiere quitar algo que forma parte de nuestra esencia. Acabo de llegar de Francia y allí la unión del sector y de los aficionados ha logrado poner a salvo las ferias en las ciudades taurinas, sean del partido que sean. En el toreo no hay política, ni de un lado ni de otro. Y además, la convivencia se basa en el respeto y el que no quiera ir que no vaya, pero que no imponga su moral a los demás. Somos un gigante con pies de barro y es vital unirnos para la defensa de un hecho cultural que une a millones de personas en países tanto de Europa como de América.
- Qué ha supuesto el triunfo de Dax?
- Un poco de tranquilidad. Se me han ido orejas en Madrid, Valencia y Mont de Marsan por detalles muy pequeños y reencontrarse con el triunfo es reconfortante.
- ¿Otra vez toros de Victorino?
- Desde el año pasado en Bilbao no los había vuelto a torear y ha sido una ganadería esencial en mi carrera. El toro de Victorino es exigente pero tiene una forma de embestir con la que me he identificado y espero que salga alguno que me ofrezca la oportunidad de hacerle cosas bonitas.
- A Dax llevó a dos muchachos de su Aula de Cultura Taurina a los toros. ¿Por qué lo hizo?
- Es una actividad con la que ya llevamos varios años. A los dos chavales que mejores notas hayan obtenido en el curso escolar (este año han sido Ana Ciordia y David Parejo) les hago vivir un día de toros completo a mi lado. Fuimos a la novillada matinal, estuvieron en el sorteo y enchiqueramiento de los toros, comieron en el hotel con la cuadrilla y mi apoderado, me acompañaron mientras me vestía y luego estuvieron en la corrida. Creo que es una experiencia única sentir esas sensaciones tan personales que se viven en un día de corrida. Además, en mi aula no buscamos formar toreros, queremos hacer llegar a los niños los valores de respeto y amor al toro que sentimos los aficionados. Es algo muy profundo y es una de las cosas de las que me siento más feliz en mi profesión. o Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja