domingo, 6 de abril de 2014

EL HOMBRE QUE SONRIÓ A LA MUERTE

 

EL CORDOBÉS, EL HOMBRE QUE SONRIÓ A LA MUERTE Olía a perro, a perro muerto. Aquella ropa que me dejaron en la cárcel de Córdoba no tenía color, estaba tiznada y desgarraba la piel. Pero lo que se me ha quedado grabado en el alma es su insoportable aroma a perro muerto, su repugnante olor». Seguir leyendo...

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