martes, 18 de marzo de 2014

COMO CON FRENO

Vicente Soto ‘Sordera’ dejó un buen concierto el jueves en el Salón de Columnas pero no llegó a conectar del todo con el público logroñés. Hubo mucho cante bueno, maravillosos ecos de Jerez, sonidos y lenguaje de un cantaor profuso, largo, enciclopédico, de un sabio del cante que conoce todos los vericuetos del flamenco pero del que tuve la sensación de que cantó como resguardándose, con el freno de mano puesto y sin terminar de romperse y colocar el concierto en esa esfera donde se calienta el público y aparecen las emociones concretas que hacen de los conciertos flamencos experiencias únicas. ‘Sordera’ comenzó con cantes fragüeros en los que él mismo se propiciaba el compás con los pitos, el tacón y la puntera. Tuvo una gran solemnidad su presentación y cuando se fue por los ecos de Cádiz (cantiñas, romeras y mirabrás) cuajó un varios momentos muy bellos, como un remate por mirabrás tan dulce como corto. El cantaor jerezano logró lo más emotivo –al menos para el que esto suscribe– por soleá, interpretando o a Lope de Vega: «A mis soledades voy / de mis soledades vengo / porque para andar conmigo / me bastan mis pensamientos». Dibujó varios tercios muy templados, sonidos antañones, hechuras del nervio clásico del flamenco más genuino. Pero no conectó. Quizás el oído de los espectadores y su emoción se llena más cuando el cante brota con poder absoluto o cuando la filigrana melismática impacta al dibujar tercios que parecen imposibles. ‘Sordera’ es hijo de una generación única, la de un flamenco acrisolado en el conocimiento de los clásicos, maestros de la sobriedad y de la profundidad más desnuda. También cantó por siguiriya y por unos tangos de Triana _–los del Titi_– preciosos, marcados todos ellos por el sonido de la guitarra de Manuel Valencia, un jovencísimo tocaor de Jerez que ya sabe lo que es triunfar en Logroño (vendrá de nuevo el jueves con Tomasa Guerrero ‘La Macanita’ y Jesús Méndez) y que dejó sobre el escenario del Salón de Columnas maravillosas pinceladas de su buen hacer con la sonanta. Acabó su actuación Vicente Soto con unas preciosas bulerías gaditanas que tuvieron el aroma a los tanguillos gitanos de Cádiz que tantas veces hizo en Logroño el siempre añorado Chano Lobato. # Esta crónica la he publicado en Diario La Rioja

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