Debuta en los Jueves Flamencos la onubense Rocío Márquez, amante del cante de Pepe Marchena y poseedora de la valiosa Lámpara Minera
Rocío Márquez (Huelva, 1985) debuta esta noche en los Jueves Flamencos (21,30 horas; Salón de Columnas) con el toque de Manolo Herrera: «He estado en La Rioja en alguna ocasión pero es la primera vez que vengo a la Gira del Norte de la mano de Antonio Benamargo y tengo unas ganas enormes de sentir el calor del público de Logroño», confesaba ayer la cantaora a pie de AVE desde la sevillana estación de Santa Justa.
-¿Cantar flamenco es sinónimo de madurez?
-En realidad yo empecé siendo muy niña, cantando fandangos en la peña de mi ciudad y ganando muchos concursos. Pero luego está la evolución personal de cada músico y la decisión de cantar flamenco de forma profesional. Es un camino que hay que ir hilvanando poco a poco, formándose continuamente y dando todos los pasos de forma muy medida. Además, todo esto lo he compatibilizado estudiando una carrera (ahora se encuentra realizando el doctorado) y eso ha hecho que mi evolución haya sido como más templada, sin prisas.
-¿Qué supuso ganar la Lámpara Minera de la Unión?
-Digamos que fue un punto de inflexión. A partir de ese momento se te mira de una forma diferente, como si te tomaran más en serio. La verdad es que me abrió muchas puertas y me permitió acceder a un circuito muy diferente.
-¿Es una cantaora clásica?
-No me gustan las etiquetas; para los clásicos soy moderna y para los modernos clásica. Esto que me dicen me hace gracia, pero lo que intento es sentir el flamenco y vivir cada cante. Muchas veces los propios flamencos nos perdemos en disquisiciones absurdas sobre la naturaleza de cada estilo, sobre si esto es más o menos puro... En el fondo, y sabiendo que el cante jondo es algo minoritario, no hace otra cosa que reducirnos más a nosotros mismos. Ahí está el ejemplo de Enrique Morente, que grabó aquel disco maravilloso de los cantes de Don Antonio Chacón, que conocía y amaba en profundidad el flamenco más profundo y después le fue apeteciendo hacer otras cosas con tanto respeto. A mí me gustan Mayte Martín y Agujetas. ¿Por qué me voy a perder a artistas tan grandes aunque sean tan diferentes?
-Anda ahora inmersa con un proyecto discográfico sobre Marchena. Para muchos fue un maldito.
-Admiro a este cantaor y creo que no se le conoce la magnitud de su obra ni su genialidad como músico ni artista, fue un referente universal. Tenía un poder increíble y lo mezclaba con una dulzura expresiva inenarrable. Alucino con esa ambivalencia de su cante, con esa capacidad que tenía de resumir tantos registros.
-¿Pero no tuvo buena prensa?
-El flamenco se partió entre marchenistas y mairenistas. Y lo malo es que si te gustaba uno parecía que había que despreciar al otro. Yo amo a Marchena y también a Mairena.
-¿Cómo ha planteado el concierto de esta noche?
-Será un recital clásico, como el ciclo. Cantaré por siguiriyas, cantiñas, fandangos, pero también habrá cantes de ida y de vuelta. Pero lo que me entusiasma de los directos es la capacidad que ofrecen para que todo sea diferente en cada actuación. Ésa es la magia. o Esta entrevista la he publicado en Diario La Rioja.