Tras lesionarse en Logroño y estar en el dique seco más de un año, el gran caballo de Pablo Hermoso reapareció en Ecuador
Catorce meses después de su lesión en la plaza de toros de La Ribera, ‘Chenel’, el mejor caballo de rejoneo de la última década, reapareció en Ecuador el pasado miércoles, en concreto en la plaza de toros de Tambillo, un coso portátil situado a quince kilómetros de la capital quiteña, lugar donde se ha exiliado la feria ante la negativa municipal de que las corridas se coronen con la muerte del toro. ‘Chenel’, propiedad de Pablo Hermoso de Mendoza, se lesionó en Logroño en la feria de San Mateo de 2012 tras sufrir un mal paso que lo hizo retirarse del ruedo riojano al poco tiempo de comenzar su actuación. Una vez examinado y reconocido por los servicios veterinarios del propio rejoneador estellés, al caballo se le diagnosticó una ‘desmitis’ (inflamación) del ligamento anular del menudillo del pie derecho y en ese momento se decidió, por precaución, pararlo de toda actividad. ‘Chenel’ ha sufrido diferentes recaídas e incluso llegó a ser intervenido quirúrgicamente y muchos pensaban que no volvería a los ruedos. Sin embargo, la primera corrida de la temporada americana de Pablo Hermoso de Mendoza ha sido el momento elegido para regresar a los ruedos. Y además con susto, tal y como relata el hermano de rejoneador, Juan Andrés Hermoso: «Chenel nos puso la carne de gallina con esa vuelta a sus galopes de costado templados, a sus trincherazos únicos y a ese asomarse al balcón en cada una de las banderillas. Pablo estaba a gusto con el caballo y al caballo se le veía confiado y quizás eso hizo que se pasara un poco de faena, y sumando la altura –que tanto afecta por estos lares–, en un galope de costado, ‘Chenel’ se fue al suelo con su jinete siendo embestido Pablo por el toro en el suelo, pero afortunadamente caballo y jinete salieron ilesos».
‘Chenel’ es un caballo único, y sin duda alguna y por méritos propios, la máxima figura dentro de los caballos de banderillas de la actualidad. Es hijo de ‘Gallo’, y este castaño se consolidó a muy corta de edad, madurando con una rapidez fuera de lo común hasta convertirse en un caballo por demás completo que combina de forma inigualable flexibilidad, valor y torería.
Este fino ejemplar esta bautizado así en honor del diestro madrileño Antoñete, y como señala el propio Hermoso «tiene todavía un amplio potencial por desarrollar, además de deleitarnos tarde a tarde con esa pasmosa facilidad para galopar de costado, llevando siempre muy templados a los bureles y dándose el lujo de rematar las suertes con bellos trincherazos». o Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja