lunes, 4 de febrero de 2013

Gloria Sánchez Grande: «Hemos terminado con la incertidumbre»


«Todo se reduce a una cuestión estética y superficial. El toreo, sin embargo, debería seguir siendo el último bastión de la verdad»

Gloria Sánchez Grande es periodista y apasionada del toreo. El sábado estuvo en las jornadas de Invierno de la Peña ‘El Quite’ analizando la actualidad taurina. Aquí podéis encontrar el enlace a su blog: Contraquerencia (y a contra mano)
-El toreo vive un momento de  desprestigio y desinterés en buena parte de la sociedad. ¿A qué cree que de debe?
-Hace poco, Pepe Limeño dijo que en el mundo del toro habíamos perdido el romanticismo: tenía razón. También hemos perdido la pasión. Históricamente, la pasión ha sido fruto de dos elementos que se conjugaban en el ruedo: por un lado, la emoción que aportaba un toro bravo y con trapío, y por otro, la competencia entre toreros. Hasta que no recuperemos esos dos valores esenciales, la sociedad seguirá desinteresada por la tauromaquia. Hace falta más verdad. Esto no funciona con la ley del máximo rendimiento y el mínimo esfuerzo. Tanto la solución como el problema están en nuestras manos.
-Falta emoción en los ruedos...Es culpa de las figuras, del sistema o de una afición cada día menos exigente.
- Todos cargamos con nuestra parte de culpa. Vivimos en una sociedad que ya no premia la excelencia, ni la fuerza de voluntad, ni el espíritu de sacrificio… ¿Cómo vamos a pretender que esos valores sobrevivan en el mundo del toro? Las figuras, los ganaderos y los aficionados, todos, vivimos en la sociedad del siglo XXI y, desgraciadamente, nos hemos contaminado. Ahora todo se reduce a una cuestión estética, de imagen… superficial. La tauromaquia, sin embargo, debería seguir siendo el último bastión de la verdad: esto no es cine, ni un show de televisión. Y la verdad la proporciona un hombre, dispuesto a jugarse la vida, ante un toro bravo. Nada de revistas de moda.
-¿Cuáles son los principales valores que cree que el toreo puede aportar a la sociedad?
-Los toros encarnan la obstinación de una minoría en defender unos valores que la sociedad actual desprecia: la tradición y el ritual, el respeto, la nobleza y la bravura, la pasión y el romanticismo, el arrojo, el orgullo, la torería, el valor sin imposturas, la búsqueda de la excelencia, el pundonor, la clase, la vergüenza torera…
-Se está perdiendo una gran riqueza genética con la desaparición de los encastes minoritarios. ¿Hay remedio?
-El remedio consiste en que se lidien corridas o novilladas de esos encastes. Estamos perdiendo una riqueza genética apabullante. Los toros, al igual que los toreros, cada año se parecen más. Uno va a la plaza sabiendo, con bastante certeza, lo que va a ver. Hemos terminado con el factor sorpresa y la incertidumbre. Lo mejor de todo es que esas ganaderías sobreviven silenciosas en sus fincas y, cuando se lidian a puerta cerrada, salen bravísimas. Otro problema de aficionados y profesionales es que olvidamos que cada encaste tiene su trapío. El zambombo a toda costa es un sinsentido.
-Cree que este año será más de lo mismo, poca competencia y demasiado poder de las empresas...
-Será lo mismo en la cúspide de la pirámide. Salvo las mal llamadas gestas de las figuras con ciertas ganaderías, todo seguirá igual: los mismos carteles, tres ganaderías e intercambio de cromos. Las sorpresas vendrán de la parte media del escalafón, con toreros como Urdiales, Robleño, Castaño, Fandiño, Sergio y Alberto Aguilar, Uceda Leal, Eduardo Gallo, Juan Mora… También con ganaderías que empiezan, como Pedraza de Yeltes; con otras que están arriba, como Victorino, Cuadri, Miura, Alcurrucén o El Pilar; con otras que están resucitando, como Baltasar Ibán o Valdefresno; y con otras que dejaron muy buen sabor de boca el año pasado: José Escolar, Adelaida Rodríguez, Valdellán, Mauricio Soler…
-¿Qué le parece José Tomás?
-Un torero grandioso que, por circunstancias desconocidas para mí, está toreando en plazas y carteles que no son de su categoría. ¿No quiere o físicamente no puede? En cualquier caso, es el único torero, junto a Morante, que despierta pasión.
-¿Se equivocó El Juli con el G-10?
-Absolutamente. Los toreros no pueden tener espíritu gregario ni sindicalista. Aquí siempre se ha hecho la guerra de forma independiente y en solitario. ¿Cómo va a existir competencia si forman grupos de poder? Que sea el toro bravo y serio quien ponga a cada uno en su sitio.
-¿Qué opina de Diego Urdiales?
-Le respeto muchísimo. Es un torero, en toda la amplitud del término. Con los Victorinos en Bilbao estuvo épico. Tiene valor, da la cara y anda bien con las ganaderías más exigentes. Me indigna que sea maltratado sistemáticamente por las empresas. Merece torear mucho más.
-Y de la situación del periodismo taurino...
-Salvo honrosas excepciones, no existe periodismo taurino: existen publirreportajes, entrevistas complacientes, crónicas de minuto y resultado… Se ha perdido la riqueza en el lenguaje y la maravillosa literatura taurina. Los periodistas ya no van al campo a conocer al toro y a los ganaderos románticos que lo crían. Hay más información, pero de peor calidad. Echo de menos más independencia, afición y vocación en el sector. Para escribir de toros, además de sensibilidad, personalidad y conocimientos, hace falta ética.
# Esta entrevista la he publicado en Diario La Rioja.

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