martes, 21 de agosto de 2012

DIEGO URDIALES, ORGULLOSO DE SER TU AMIGO

Como todos mis amigos lectores saben (aunque alguno de ellos -los menos- no sean exactamente mi amigos) Diego Urdiales es amigo mío. Pero mucho más allá de esa amistad y de lo que ésta pueda pesar en nuestra relación como periodista y torero, existe una identificación personal en cuanto a modos y formas, tanto a la hora de interpretar el toreo como en lo que se refiere a conceptos irrenunciables a la hora de salvaguardar su dignidad profesional como hombre y como matador. Diego Urdiales es un torero extraordinario, dotado de un arsenal técnico realmente excepcional que no pasa a los toros por allí sin mando ni relieve y que jamás traiciona sus principios, ni de luces ni en los despachos. Ayer en Bilbao puso tan de relieve tantas historias y fue tan aplastante su diferencia con el resto que hoy más que nunca me reafirmo en mi identidad con él en su pelea. No es torero cómodo, hace daño torear a su lado, mucho daño y el gran día está por llegar.

Os pongo parte de lo que han escrito otros compañeros sobre su actuación de ayer y os dejo un recorte de mi propia crónica en Diario La Rioja.

Patricia Navarro en La Razón - Diego Urdiales, una filosofía de vida
Hablamos de Diego. Diego Urdiales, que no es un recién llegado pero tiene que pelear cada contrato dejándose la vida misma, mientras otros suman tarde tras tarde, en ferias importantes, con una descarga insultante de vulgaridad. Lo que a muchos les vale a otros se les discute. No pongo ejemplos, están en la mente de todos. El calado de Diego Urdiales, riojano de sangre, torería en el corazón, traspasa lo que ocurrió ayer en Bilbao. Un público que igualó lo bueno con lo regular. Urdiales, además de entregarse a dos toros difíciles y con problemas, no renunció ni un sólo instante a la verdad, a la pureza en el embroque, a la manera de citar. Cómo embarca la embestida y dónde busca soltar el viaje del toro. Pequeños momentos de libertad antes de dominar de nuevo, aunque crear una tanda sea en ocasiones subir al Everest. El jabonero que abrió plaza, que era una enormidad como toda la corrida, se quedó debajo en el capote. Urdiales apostó, encajado desde el principio aunque la incertidumbre presidiera la tarde. Y la faena, claro. Tragó, consintió al toro y logró sacarle algunas tandas diestras en las que el toro se aliviaba sin humillar. Por el izquierdo era feroz cazador y aun así se puso el de Arnedo. La espada no entró y con una ovación dimos carpetazo al asunto. El cuarto Fuente Ymbro tuvo tanta movilidad como descontrol. Incierto siempre. Por el izquierdo, por donde el toro tenía media arrancada pero descolgaba, consiguió los mejores momentos. Y vencidos estos se arrimó valentísimo hasta dejar bien claro quién había ganado la batalla.

Zabala de la Serna, en El Mundo - Urdiales da la talla con toros XXL
Ante Goliat se creció Diego y dio la talla cual David. Corazón y colocación para hacer el toreo. Muy puro, muy clásico. Muy importante ya con el jabonero que iluminaba la tarde gris en sus albores con una musculatura que se potenciaba por la claridad de la piel. Las dobladas sobre las piernas, en un prólogo de faena de añejo sabor, poderoso, metiéndose con el toro Diego hasta el platillo, como horma para dar de sí el cuero. Y la derecha presentada para tratar de desprenderlo del piso, tan agarrada la embestida a la jurisdicción de la pierna de carga. A más, y con aguante de herrero, martilleó a fuego lento una y otra vez hasta forjar los viajes resistentes al viaje por su camino, embrocado y embraguetado en redondo. Una tensión no declarada por gestos ni extridencias se palpaba en la faena, máxime cuando en los broches de pecho, por esa misma mano, ya se presentía el sonido del afilador por el pitón izquierdo. En cuanto se puso al natural, el bruto lanzó la cuchillada, la declaración de guerra total. Volvió Urdiales en redondo a hacerse dueño de la situación, fluido el toreo, las zapatillas ancladas y la suerte cargada, el muletazo tras la cadera. Coño, qué cosas. Grande el riojano, que en cuanto siente el aroma del triunfo encoge el brazo con la espada. Después de tanto esfuezo, faltaba otro más con el larguísimo cuarto. Que el problema no es que fuera largo, sino que pegaba unas miradas en el inicio de cada tanda como Aníbal Lecter. Y luego se venía por dentro. Y volvía a mirar con ojo de tiburón. Tragó Urdiales lo indecible. Sin perder nunca el sentido de la distancia ni de la colocación. Lo que se llama jugarse la vida a conciencia y sobre el escenario de Bilbao y un toro que se salía de Vistalegre. Un pinchazo hondo en sitio clave y un descabello dejaron la cosa en otro saludo. Poco para su hombrada.

Carlos Ilián, en el Marca - El toreo purísimo de Diego Urdiales
Pero enfrente estaba Diego Urdiales para darnos un recital de firmeza, de autenticidad, una ajuténtica lección del toreo más sincero. Se plantó muy cruzado ante el tremendo toro que abrió plaza. Sin ceder ni un milímetro lo embarcó en la muleta para sujetar una embestida con más guasa que clase. En el cuarto se creció en el toreo al natural en tres tasndas de emoción sincera, con la belleza del toreo sin trampa. En ambos toros la espada fue de nuevo su cruz. Ay, Diego...

Javier Hernández, en Cultoro - Enhorabuena, don Ricardo
El menudo torero de La Rioja pudo coger atajos para salir aplaudido del Bocho, pero a él le gusta su camino, sabedor de que es sinuoso y que hoy pocos lo comprenden. Y su camino es el del medio pecho, el de la media distancia donde se engancha a los toros sin despacharlos y sin escupirlos, el camino de las zapatillas mirando al frente para quebrar la cintura a la hora de tener que acompañar con el pecho y el corazón la traída y llevada embestida. Vamos, que a Urdiales le gusta el camino hacia el cielo, no hacia el éxito efímero. Esa propuesta que seduce por imposible llegó a rozarla Diego, menuda idea de toreo tiene el de La Rioja. Pero para agarrar esa propuesta de toreo se necesita un toro que, una vez podido como se pudo, tire para adelante empujando la tela y no como hizo este, que se paró para dar medios viajes y apenas defenderse. La espada necesitó de descabello y por eso el marcador se quedó a cero.

Covadonga Saiz Bernuy, en Burladero.com - Con la fortuna de espaldas
No voy a contradecir a quienes aseguran que estuvo muy valiente porque la verdad es que sólo el hecho de ponerse delante del sexto de Fuente Ymbro y la forma en que lo mató, merece mi respeto, pero eso sí, a mí, el que me pareció valiente de verdad y al único al que vi hacer el toreo auténtico, por concepto, colocación y desarrollo fue a Diego Urdiales, el torero a quien la Diosa Fortuna ha decidido darle la espalda. Todo llegará, tiene que llegar...

Y la mía en Diario La Rioja - Telas de titano y aceros fundidos
 El jabonero primero lucía dos velas retorcidas y aviesas, embestía a pechugazos y por el izquierdo cortaba el aire cada vez que Urdiales le ponía la muleta en los belfos. El torero riojano dio una lección de colocación y sitio y comenzó la faena por abajo para sacarse al toro a los medios con guapeza y expresión. Las primeras tandas llegaron con la mano derecha. Muy firme, fue ganando la voluntad al toraco aquel a base de colocación y sutileza en los vuelos. Hubo muletazos de hondísima expresión ante un astado que, muy agarrado al piso, no permitía ni el más mínimo titubeo. Por la izquierda se le venía directamente al pecho y el valor del toreo puso las cosas en su sitio en la balanza de la corrida. Pero se le quedó el brazo detrás al entrar a matar y al necesitar dos pinchazos previos a una buena estocada, la oreja que tenía en la mano se quedó en una fortísima ovación. El cuarto de la tarde tampoco regalaba nada. Poco le importó a Urdiales, que volvió a estar a ese nivel tan suyo de Bilbao. Comenzó por el lado derecho a pesar de los continuos frenazos del toro y a sabiendas de que iba a ser al natural donde lograría dos tandas extraordinarias. Aguantó una barbaridad, pisó el sitio más comprometido y estuvo tan clásico que tapó los mil defectos que tenía el tremendo toro de Ricardo Gallardo. Quizás se pasó de faena, pero volvió a marcar las diferencias en un Bilbao que se ha convertido en la plaza que más se identifica con su sentido del toreo. Un pinchazo hondo y dos descabellos volvieron a privarle de la oreja. Quizás sea imperdonable, lo sé, pero el toreo de Diego ahora mismo marca diferencias en el ruedo.

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