viernes, 25 de noviembre de 2011

RAFAEL RIQUENI, CUANDO LA MÚSICA ME HACE LLORAR



"Ha sido el concierto más importante de mi vida y creo que he salido vivo; de milagro, pero vivo". Así resumió ayer el propio Rafael Riqueni desde el mismo escenario del Teatro Lope de Vega algunas de las sensaciones que se agolparon en su corazón durante la magnífica actuación que protagonizó anoche en la capital hispalense. Su regreso a Sevilla era mucho más importante que la mera presentación de Parque de María Luisa, su nueva obra; era el reencuentro con su ciudad, con su público, y especialmente consigo mismo, con todas esas sensaciones que le produce el escenario, que es su medio ambiente natural, y que le hacen recrecerse hasta límites insospechados. Rafael Riqueni es un corazón atormentado que ofrece lo mejor de sí con su guitarra en la mano dibujando en el aire melodías tan indiscutiblemente belllas como insondables. Riqueni se pasea por todos los precipicios y Parque de Maria Luisa es una demostración evidente de que su talento se mantiene intacto: composiciones breves, a veces diminutas, pero tan finas y delicadas, tan sensoriales, tan melódicas, que es un placer escucharlas porque mucho más allá de su maestría, de su virtuosismo limpio de trampas y continuos cambios de velocidad, sobresale su inimitable concepto, la manera que tiene de juguetear con los silencios, con las notas suspendidas, con los trémolos increíbles, como el de 'Cogiendo Rosas', seis minutos de una belleza incotestables, seis minutos de una tensión que puso al público en pie y a los corazones al borde mismo del colapso. Riqueni con 'Parque de María Luisa' abre un nuevo e insospechado camino a la guitarra flamenca, un camino tan personal, tan rico de aventura, tan fuera de las modas, tan trágico y sutil, que será difícil que alguien pueda recoger tanta inspiración. Riqueni es él mismo con todas las consecuencias. Otra de las cumbres de la noche llegó de la mano de Mayte Martín, que cantó para un Rafael que hizo crujir su guitarra por soleá y por Málaga en dos interpretaciones que por sí mismas valieron por toda la noche. Fue sencillamentre tremendo: si la guitarra había sido cristalina como 'El estanque de los lotos', ahora sonaba negra por Jerez, por Triana, por Naranjito, por Melchor de Marchena, por Sabicas... El concierto terminó con el grupo con un paseo por varias de las composiciones memorables de Rafael: 'Al Niño Miguel', 'Alcázar de Cristal', 'Mi tiempo' o 'Puerto de Triana', de su memorable 'Suite Sevilla', la anterior obra conceptual de Rafael Riqueni, una de las cumbres de la guitarra del siglo XX.

o Addenda personal: Al final de la actuación tuve la oportunidad, gracias a Antonio Benamargo, de departir un rato con Rafael y tomarnos, incluso, unas cervezas en un bar al lado del Teatro Lope de Vega. El maestro me dio las gracias por venir desde Logroño y yo le di la enhorabuena por su maravillosa actuación. Desde la presentación en Bodegas Ontañón de mi libro 'Santísima Trinidad' no se había vuelto a subir a un escenario. Me alegro infinito de haber podido estar en Sevilla y compartir con él y su gente su nagnífico regreso a las tablas, que en su caso, es a su propia vida.

o Así viví este inolvidable concierto.

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