domingo, 2 de octubre de 2011

LOS OJOS DE TOMÁS PRIETO DE LA CAL

Su mirada lo decía todo; sin apenas hablar se sentía su desaliento, la amargura de su derrota por la decepcionante novillada

Tomás Prieto de la Cal fracasó ayer con estrépito en Arnedo y su grandeza como ganadero le hizo no dejar el más mínimo resquicio abierto a nada que no fuera su responsabilidad como propietario de un hierro histórico y el profundo respeto que siente hacia el toro y el toreo. Sus ojos lo decían todo; sin apenas hablar se sentía su desaliento, la amargura de su derrota. Sin embargo, hago un poco mío su fracaso por el amor que siento hacia sus bellísimos veraguas y la ilusión que tenía depositada en la tarde de ayer, tantos días esperada desde que en el invierno la Comisión organizadora del Zapato de Oro anunciara su presencia en esta feria. Los toros de Tomás Prieto de la Cal suelen ser animales imprevisibles e indómitos, reses que pelean hasta morir en el caballo y que plantan cara a su destino con orgullo. Ayer me parecieron todos -excepto los dos primeros, por salvar alguno- iguales en su preocupante uniformidad conformista. Toros sin alma, sin ganas de pelear, toros rendidos a un destino que parecían aguardar desde una incomprensible fatalidad. La mayor parte de las ganaderías actuales suelen pecar de lo previsible de su comportamiento y en estos tiempos de tan agobiante similitud, encastes o ganaderías como la de Tomás y otros ganaderos únicos poseen la virtud de la distinción por la variedad de su comportamiento, porque cuando el aficionado menos se lo espera salta la liebre y los ojos se nos hacen chiribitas. Los seis animales de ayer fueron un compendio de hechuras, desde la hondura del primero, enmorrillado y apretado de carnes como un atleta, a la rareza del tercero, un astado de nombre 'Capotero' que tenía un pelaje realmente curioso: berrendo en melocotón; es decir, el fondo del mismo color que el resto de sus hermanos, y después, salteadas de forma caprichosa por su anatomía, un sinfín de manchas de un color entre amarillento y anaranjado que hacían del novillo una verdadera pintura. Mas no tenía apenas nada dentro. O el sexto, de nombre 'Ligero', pelín acapachado de cuerna, carifosco y extremadamente cortito de manos. Pero todos sin excepción se vinieron abajo con un comportamiento tan acaramelado y soso que hizo de la tarde una pequeña agonía. Tuve la suerte este verano de conocer 'La Ruiza', la finca donde pastan los últimos veraguas, de la mano del propio Tomás, y tuve tiempo en fijarme en la hondura de unos ojos acostumbrados a aquel paraíso donde sobrevive una bravura legendaria. Ayer comprobé ese mismo señorío a pesar de la derrota, del fracaso sin aspavientos, de lo hermoso que puede ser perder cuando se hace por derecho y sin buscar más culpables que uno mismo. Cuando el Arnedo Arena se puso a hacer la ola durante la lidia del quinto por lo aburrida que estaba siendo la corrida, me fijé a lo lejos en Tomás, en el mal trago que seguramente estaba pasando por el mal juego de sus novillos y en lo duro y amargo que es el fracaso cuando se sienten las cosas de verdad. Sus ojos ateridos lo expresaban casi todo.

ENTREVISTA 
Tomás Prieto de la Cal: «Yo soy el primer decepecionado con el juego de mis toros»

«Una de las cosas que más me ha sorprendido es la similitud del comportamiento soso de los seis utreros»

El ganadero onubense Tomás Prieto de la Cal estaba profundamente decepcionado con el juego de sus novillos en el festejo de ayer: «Esperaba mucho más de ellos porque he seleccionado esta corrida con el máximo esmero, pero la cornada me la han pegado ellos porque no he estado a la altura. La culpa ha sido mía porque he fallado en la selección de los novillos». Así de claro explicaba Tomás Prieto de la Cal su frustración: «Yo soy muy exigente y casi ninguna de mis corridas termina de dejarme conforme por completo; siempre aspiro a más, pero la verdad es que aunque ha habido buenos detalles para mí como ganadero, la nota definitoria de la corrida en su conjunto a sido su uniformidad para mal. Es cierto que la novillada ha tenido fijeza y que no ha abierto la boca, pero se ha venido a menos toda de igual forma. Y eso puede suceder cuando se les pega mucho en el caballo, aunque en esta ocasión no ha sido el caso, ya que se les ha cuidado bastante en el caballo». El criador de sangre veragüeña explicó que la corrida venía muy abierta de sementales: «Entre los seis novillos había un total de cinco reproductores diferentes. Y esto es una de las cosas que más me ha sorprendido, el comportamiento tan uniforme que han tenido. Esperaba más variedad en su juego al tener esa diferencia en el origen, pero los seis se han ido viniendo abajo demasiado pronto. Eso es lo que más me preocupa, las similitudes en el desarrollo de la lidia que han tenido todos los novillos. La verdad es que venía a Arnedo muy motivado y siento mucho que las cosas hayan salido así. Yo soy el primer decepcionado», confesó.

o Los novillos de Baltasar Ibán ponen hoy punto final a la Feria La Feria del Zapato de Oro de Arnedo llega esta tarde (17.30 horas) a su capítulo final con la esperada novillada de Baltasar Ibán, la ganadería escurialense que lleva dos temporadas logrando el premio a la divisa más completa del abono arnedano. Todo el mundo habla y no para de las hechuras de los novillos que ha seleccionado su propietaria, Cristina Moratiel, para el festejo de esta tarde. Abrirá la corrida el talaverano Sergio Blasco, un novillero que debutó con los montados el 31 de agosto del 2008 en la Puebla de Don Rodrigo (Ciudad Real), lidiando un encierro de Fidel San Román. El segundo de la tarde es de Jerez (aunque pertenece a la Escuela Taurina de Guadalajata), se llama Ángel Puerta, y acaba de indultar un novillo de Torrenueva en el primer festejo del ciclo de novilladas 'Alfarero de Oro', de la localidad toledana de Villaseca de la Sagra. Cierra la terna Fernando Adrián, novillero de la Escuela de Arganda del Rey patrocinada por Julián López 'El Juli'. En la pasada feria de Algemesí cortó un rabo y es uno de los novillero nuevos con mayor proyección. La ganadería de Baltasar Ibán es un cruce de dos sangres, la de Contreras y la de Juan Pedro Domecq, que a la postre se ha consolidado como una línea con personalidad propia, que ha sido base de otras ganaderías y que goza de prestigio reconocido en numerosas plazas de primera categoría en España y Francia, empezando por Las Ventas. Los problemas que el tipo Contreras daba en los reconocimientos veterinarios, por su terciada apariencia, hicieron que Baltasar Ibán decidiera dar más volumen a su ganadería con la incorporación de sementales de sangre Domecq, a través de la que ya tenía en la ganadería de Los Guateles, que había adquirido en 1969. Fruto de este cruce es el toro actual de Ibán, con trapío y volumen suficientes para cualquier plaza de primera y que en Arnedo ha dado grandes tardes.

o Este artículo lo he publicado en Diario La Rioja.

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