domingo, 5 de junio de 2011

LAS CLAVES DEL TOREO JONDO

Morante , el año pasado en Dax. Andrè Viard
El periodista Paco Aguado bucea en el sentido más profundo del toreo a través de libro ‘Por qué Morante’

«Morante conoce y sabe torear, usando la expresión flamenca, ‘por muchos toreros'»


El periodista madrileño Paco Aguado acaba de presentar un libro determinate para entender las claves más profundas y técnicas del toreo, una obra titulada ‘Por qué Morante’ –prologada por el cineasta Agustín Díaz Yanes– en la que ha conseguido explicar la urdimbre técnica del genio de La Puebla del Río. ‘Por qué Morante’ no es una biografía ni un libro de citas ni recursos literarios, es un recorrido esencial para comprender las claves más profundas de la tauromaquia que ayuda a distinguir, y discernir para siempre, la rotunda diferencia que existe entre torear y hacer pasar a un toro. Hay dos capítulos sencillamente memorables: ‘Los nervios del capote’ y ‘Secretos de la muleta’, en los que el autor describe con soberbia ductilidad los argumentos más emocionantes de lo que consiste torear, huyendo de tópicos artificiosos e introduciendo al lector en un universo prácticamente desconocido hasta el momento. Pero no es un manual de estilo (ni una guía de cata), es la explicación luminosa –y un tanto peripatética– de cómo es posible trasladar la inteligencia y los sentimientos de un artista a los vuelos de un capote o de una muleta.
Baste un ejemplo: «Morante sabe jugar con todas las posibilidades del capote, porque, más allá del peso o del apresto, también desarrolla sus matices a través de otro factor fundamental: la manera de cogerlo, lo que en algunos deportes, usando un anglicismo, se conoce como grip (...). Por eso verán a Morante coger las telas de manera diferente según sea el toro que tenga delante, o según éste vaya cambiando su comportamiento a lo largo de lidia. Y aún más, sabe jugar como pocos con la altura a que ha de moverlo en cada lance».
En la muleta, Aguado explica, por ejemplo, cómo la toma: «Para su manejo natural con la izquierda, los dedos del torero han de sostener el peso por la parte inferior del palillo, apoyándolo en la base de las falanges, para tener la sensación fundamental de que se torea con la palma de la mano (...). Ese agarre transmite mejor el pulso hacia los vuelos y también deja a la muñeca, el verdadero timón de la muleta, más amplitud de giro para desplegarlos o dejarlos caer. En ocasiones, sólo cuando el toro está muy fijo y entregado al temple del engaño, algunos toreros, como el mismo Morante, gustan sostener el palillo únicamente con las yemas de los dedos. Aunque pierdan firmeza en la sujección y flexibilidad en la muñeca, ganan en sensibilidad para recrearse a placer con un enemigo plenamente dominado».
El libro, editado por la editorial ‘Unomasuno’, indaga además en las dos orillas sevillanas de Morante, desde la vía gallista heredada a través del eclecticismo de ‘Chicuelo’, hasta la Triana más profunda de Juan Belmonte y su profeta maldito, el genial e inmarcesible Antonio Montes, al que «una sordera congénita le encerraba en sí mismo y un impávido valor le daban a su desgarbada figura una aureola mística». Aguado nos introduce hasta en la infancia de Morante y las influencias que desepertaron cuando era niño su sueño de ser torero. Una delicia que cierra el círculo al final repasando su valor, la agitación tormentosa de su mente para redondear con todo lo que supone su trascendental mensaje.

o Este artículo lo he publicado hoy en Diario La Rioja.

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