jueves, 5 de mayo de 2011

LA SINRAZÓN DE LA INJUSTICIA

La tortura ha sido uno de los caminos que ha utilizado la CIA para llegar a la guarida de Bin Laden, pillarlo por sorpresa y descerrajarle un cargador en el cráneo para volarle la tapa de los sesos. Es decir, una despiadada caza de un asesino en masa para vengar las miles de muertes que ha ocasionado desde su guarida de Al-Qaeda. La venganza se ha ido rumiando a lo largo de diez años en los que la muerte se ha acumulado sin ningún rubor en esta guerra brutal que ha declarado la Yihad a la razón. Bin Laden está muerto y enterrado en el mar, muchos norteamericanos han celebrado su caza como una necesidad vital y hasta José Luis Rodríguez Zapatero ha asegurado que es fácil de entender que EEUU matara al bicho, pero que hubiera preferido verlo ante la Justicia, aunque eso sí, la muerte del fanático saudí, según nuestro presidente, favorecerá la lucha contra el terrorismo. ¡Albricias!, Zapatero habla de la Justicia con mayúsculas, entiende a su vez la contundente acción de los Seals y asegura, ni más ni menos, que el asesinato (aunque él lo ha tildado como «desaparición») es el mejor camino para lograr la paz. En España, en los años ochenta, Felipe González pensó exactamente igual que el Premio Nobel de la Paz ha hecho ahora y organizó el GAL para cazar etarras en Francia y provocar la ayuda del amigo/enemigo galo. Siempre que se sortea la ley para llegar a un fin que se entiende como bien superior la estrategia nace viciada desde su concepción. El lobo es un lobo para el hombre, y la ausencia de la Ley nos introduce de lleno en el estado de naturaleza, de Hobbes, es decir, en la selva. Y este mundo es exactamente eso: la ley del más fuerte, la turbulencia de las armas y la sinrazón de la muerte más precisa.

o Este artículo lo he publicado hoy en Diario La Rioja en una sección que se titula Mira por dónde y que aparece todos los jueves

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