Bodegas Ontañón presentó ayer el libro 'Santísima Trinidad' y la muestra 'Tierra' con un recital de Rafael Riqueni

Olé, olé y olé. Crónica para Diario La Rioja de Diego Marín A. y vídeo para larioja.com de Antonio Díaz Uriel

Alrededor de 200 personas asistieron al acto protagonizado por el periodista Pablo García-Mancha y el fotógrafo Fernando Díaz

El lema de Bodegas Ontañón dice: «Pasión por la viña. Pasión por el vino. Pasión por el arte». Y es un leit motiv verdadero porque solo gracias a la pasión es posible festejar los veinticinco años de esta empresa familiar tal y como lo hizo ayer Ontañón, con generosidad ciega y amabilidad, toda. El público asistente comenzó a llegar a la bodega desde las siete de la tarde y fue recibido en la sala-botellero, donde se encuentra la muestra titulada 'Tierra' del fotógrafo Fernando Díaz, que ha captado el paisaje de los viñedos, la vides, el vino y la historia de la familia Pérez Cuevas, propietaria de la empresa. Pasadas las ocho, el público se reunió en la sala-museo de Bodegas Ontañón, donde la organización habilitó rápidamente más sillas de las previstas ante la gran afluencia de asistentes. Acudieron alrededor de 200 personas, entre ellas el consejero de Industria, Innovación y Empleo del Gobierno de La Rioja, Javier Erro, los alcaldes de Aldeanueva de Ebro y Fitero (Navarra), representantes de Mercadona, que distribuye el vino de Ontañón, muchos compañeros de profesión de los protagonistas, el periodista Pablo García-Mancha y el fotógrafo Fernando Díaz, y, entre otros, los toreros Pablo Hermoso de Mendoza, Diego Urdiales o Sergio Domínguez, y la presidenta de la Fundación Víctimas del Terrorismo, Maite Pagazaurtundua. Raquel Pérez Cuevas, directora comercial de Bodegas Ontañón, dio la bienvenida y en su discurso tuvo palabras de recuerdo para los fallecidos Miguel Ángel Sáinz y Chano Lobato. Raquel recordó que el de Juan Habichuela fue, en el 2001, el primer concierto flamenco que acogió la sala de barricas de Ontañón. «Toreo es pureza y belleza, cultura y arte», afirmó Raquel Pérez Cuevas; «viña, vino y arte son nuestros pilares», añadió; y «para vivir es necesario tener pasiones», concluyó, resumiendo el contenido del libro 'Santísima Trinidad', de Pablo García-Mancha, que allí se presentaba. De Fernando Díaz dijo que «es un fotógrafo impresionante. Su cámara ha captado momentos que se exhiben en nuestra sala-botellero». Fernando Díaz, hombre de pocas palabras pero certeras, que habla con sus imágenes, dio las gracias a Ontañón «por enseñarme sus viñas y dejarme fotografiarlas». «¿Va a nevar? Tiene que haber una foto muy bonita. Nos vemos allí», dijo, como ideando un aforismo. García-Mancha confesó que «he intentado dejar mi corazón» y parafraseó a Enrique Morente. «Morente dijo que las dos cosas más complicadas que hay es organizar una orquesta sinfónica y una corrida de toros. Yo le diría al maestro que se olvidó de que un libro también lo es», explicó, al margen de los halagos que dedicó a Ontañón. «Me han dado total libertad para escribir este libro», declaró. Finalizó la velada el guitarrista clásico Rafael Riqueni, del que una vez Pablo García-Mancha dijo que «su música no se escucha, se siente». Riqueni ofreció un repertorio nuevo, distinto al que interpretó en Logroño en el 2006, acompañando a Enrique Morente. Y, aunque quizá procediese más el olé, fue en el tercer tema cuando se escuchó entre el público el primer «¡Bien!». Riqueni continuó entonces con la 'Nana de Orihuela', un homenaje a Miguel Hernández. Para redondear la noche, Bodegas Ontañón obsequió a todos los asistentes con un ejemplar de 'Santísima Trinidad' y una botella de vino conmemorativa de su 25 aniversario, con una fotografía de Díaz como etiqueta. Y aunque solo sea por ese detalle, Ontañón se merece un olé, olé y olé.