sábado, 2 de octubre de 2010

MUCHO PEOR DE LO QUE IMAGINAMOS

Resulta más que complicado relatar el estropicio de los infames novillos de El Cubo de ayer. Una corrida lamentable, bajísima de casta y con auténticas prendas como la lidiada en sexto lugar, todo un toraco que no venía a cuento por su volumen desmesurado y por las aviesas intenciones que lo adornaban, si se me permite esta licencia expresiva. Hasta el momento, la feria era un cúmulo de virtudes ganaderas, tanto en la cuidada presentación como en la selección de los hierros. Pero ayer todo cambió, ya que ni la ganadería de El Cubo merecía estar en Arnedo ni la desigual presencia de los astados estaba acorde con el mimo con el que se suelen cuidar estos detalles en la Ciudad del Calzado. Así que a los tres novilleros anunciados no les quedó más remedio que tirar del oficio –mayor o menor, según el caso– e intentar solventar los infinitos problemas de los novillos cada uno con su ciencia, a sabiendas de que torear, lo que se dice torear, era misión imposible. El paquete más duro lo tragó David Galván en el sexto. No era un toro, acaso un mostrenco peligrosísimo que encima se quedó sin picar y en el que hasta su propia cuadrilla lo dejó literalmente solo ante el peligro. Fue una deserción en toda regla, e incluso en la brega de banderillas se tuvo que hacer presente Sergio Blanco ante el pasotismo del lidiador de turno, que iba de azul y azabache y que decidió parapetarse tras su capote. Toda la corrida estuvo cortada por el mismo patrón, aunque toda ella se fue poniendo más imposible a medida de que iba avanzando la lidia. Qué no vuelva por Arnedo si es posible hasta dentro de dos o tres glaciaciones.

o Con Serafín Marín. En un burladero del Arnedo Arena estaba ayer Serafín Marín, el torero de la ciudad prohibida, el diestro de Montcada i Reixach al que el nacionalismo catalán le ha prohibido desarrollar su profesión en su propia Comunidad Autónoma, al que ha marcado como un apestado, como un ejemplo de lo peor que se puede ser en la vida. El mexicano Arturo Saldívar le brindó su segundo toro con una larga plática que fue recibida con una honda ovación cuando los espectadores se percataron de quien era el destinatario del brindes. No sé lo que le dijo –aunque lo barrunto–, pero yo no me pude reprimir y entre el quinto y el sexto cubo me acerqué para demostrarle mi admiración, la solidaridad que siento hacia su persona por la dignidad y valentía que ha demostrado en este sucio proceso, y el desprecio que me producen esos dirigentes políticos que creen que la moral es patrimonio exclusivo suyo, que la moral tiene carnet y que ellos, sólo ellos, son los encargados de expedirlos. Serafín me miró a la cara con gesto compungido y me dijo que lo que está viviendo en su tierra es mucho peor de lo que nosotros podemos imaginar. «Mucho peor», recalcó con tristeza. (Esta crónica la he publicado hoy en el Diario La Rioja, y la foto de de Poyatos.)

o 4ª novillada del Zapato de Oro. Media plaza. Novillos de El Cubo y dos (segundo y el sobrero tercero) de Fuentespino. Desigualmente presentados, grandes y mostrencos. Descastados y moruchos excepto el quinto, algo más manejable. El sexto, una prenda. Arturo Saldívar: saludos y silencio. Sergio Blanco, que sustituyó a Mario Alcalde: silencio y saludos. David Galván: silencio y silencio tras tres avisos.

o Vídeo de Burladero.com de la cuarta novillada de Arnedo.

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