lunes, 10 de mayo de 2010

JAVIER CORTÉS, UN TORERAZO EN PUERTAS

En el túnel de Las Ventas. Paloma Aguilar
La primera vez que vi a Javier Cortés fue en Arnedo en una novillada y me dejó impresionado por la hondura de su concepto; por el sentido del temple del que hace gala y por lo bien que se coloca siempre para ofrecer la muleta con una especial pureza, con un clasicismo que apenas se ve. Javier Cortés es un torero sin oropeles, sin envoltorios, sin adornos. Es decir, un torero hondo que trata de hacer el toreo y que tiene un aroma profundamente desolador en sus embroques, con una cintura que parece romperse a pesar de lo seco de su discurso.


Lo he visto poco, la más de las veces por la pequeña pantalla, pero he de reconocer que me encanta el concepto y la forma que expresa su tauromaquia.


Además, tiene valor y tiene cabeza. No tiene espada, pero la conseguirá si los dueños del sistema y del aparatik (torva burocracia del toreo) se dan cuenta de que no está la cosa para desaprovechar un torero con tantas potencialidades ¿Cuando lo volveremos a ver anunciado en una feria?

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