domingo, 24 de enero de 2010

Rafael Riqueni por soleá

No existe guitarra en el flamenco más honda; ninguna suspira más cristalina que la de Riqueni; lenta, parsimoniosa, sensible y cabal, compleja y delicada, sutil y tremebunda. No hay aristas, por eso quizás me produce tanta melancolía y tristeza, tanta soledad y desamparo, tanto dolor, tanta amargura...