jueves, 17 de septiembre de 2009

A veces los caballos enamoran

He aquí Gallito, un caballo alucinante, gitano, torero y valiente que ayer me emocionó en la inauguración de la plaza de toros de Nájera. A Gallito es difícil de definirlo, es como un niño, procaz, curioso, imprevisible, auténtico.

Es hermano de Chenel, Silveti y Curro, hijo de Gallo y se lo regaló Pablo Hermoso de Mendoza a Sergio Domínguez cuando era un potro. El centauro riojano ha trabajado lo indecible con él para rebuscar ese más allá que sólo podía encontrarse en un alma torera de verdad.

Y ahora está que se sale. Quiebra en un palmo con inenarrable guapeza, apura el embroque hasta situaciones inverosímiles y subyuga. Estoy como loco por volverlo a ver.

o Esta foto, magistral, es obra de Justo Rodríguez, que aunque me riñe le quiero un huevo (sic).

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