lunes, 27 de julio de 2009

Cumbre de Sergio Domínguez y Gallito

Sergio Domínguez tocó el cielo ayer en Santander en una tarde bochornosa y cálida que hacía presagiar más la mansa languidez de la marisma que el oleaje furioso del Cantábrico. Calor y toros, calor y 'Gallito', un caballo en sazón, un bello castaño valiente, desmelenado y fino que asombró a la plaza toda no por su balanceo previo en las banderillas, sino por ese fulgor en el que convierte cada arrancada del toro para quebrar en el mismo filo de la navaja; navegar por un imprevisible alambre y salir por el pitón contrario en una danza sincopada y dúctil, tan hermosa como frágil, tan arriesgada como emocionante. Y es que el torero riojano vio las posibilidades del noble 'Deblo' desde la salida, en la que con una yegua maciza llamada 'Macarena' enceló con la grupa cosida a los pitones a un morlaco que cuando se lo daban todo permitía acercarse hasta esos milímetros donde surge la emoción. Sólo un rejón de castigo que pareció enhebrado le bastó para sacar a 'Guadalquivir', un equino elegante y gracioso con el que toreó de costado, pero sin abusar de la bravura del toro. Y es que había llegado el tan anhelado momento de la corrida. Era la hora de 'Gallito', que parecía ansioso desde antes del festejo por demostrar en una plaza tan guapa su singular guapeza. Y lo bordó. Cuatro banderillas -se dice pronto- precedidas de una pasada torera y fecunda que iba a ser crucial para enseñar al astado de Los Espartales el juego del vengo y me voy al que le sometió en cinco minutos gloriosos. 'Gallito', además de gustarse, lidió, colocó al toro en el lado contrario de la plaza y se dejó ver en cuatro ocasiones galvanizadas por las palmas a compás de la plaza y la sorpresa de un caballo tan sugerente como desigual, tan artista que cuando le da la gana se pone farruco y desarrolla un toreo descomunal, un toreo auténtico y profundo que es capaz de conmover a los espectadores a pesar de salir en sexto lugar con las palmas agotadas de tanto aplauso irregular y vacuo de estas corridas de rejones triunfalistas con toros a veces difuminados. Pero lo mejor de todo es que Sergio Domínguez disfrutó y esa algarabía suya llegó a los tendidos de tal manera que tras fallar en el primer rejón tiró al toro sin puntilla en una agresión fulminante. Una oreja; pudieron ser dos... pero se había toreado, se había puesto el coso de Santander, tan recoleto como cuidado, en ebullición y tras el agridulce sabor de Madrid, el riojano ha dado un importante espaldarazo a su carrera. Y eso que el primero de su lote había sido infame: un toro imposible de toda imposibilidad que se metió literalmente entre las tablas y con el que fue capaz de lograr dos meritísimas banderillas en paralelo a las maderas con ese pequeño caballo valiente de raza árabe llamado 'Oasis'. Pelo ruano, indefinido aroma en su mirada bicolor y más valor que Manili. El resto de la corrida fue dominada por Andy Cartagena, que cortó una oreja de peso a su primero tras una buena actuación y la bravura del quinto toro de la tarde; el mejor del envío. Galán falló y se le fue el triunfo.

o Feria de Santander. Toros de Los Espartales, bien presentados, mansos, desesperantemente descastados y blandos. El peor el tercero; el quinto, superior. Andy Cartagena: oreja y vuelta; Sergio Galán: palmas y silencio tras aviso; Sergio Domínguez: gran ovación y oreja con petición de la segunda. Plaza de toros de Santander: llenazo en tarde de calor sofocante. Foto: Mundotoro.

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