viernes, 24 de abril de 2009

Morante sobrevive a la inexistencia del toreo

El toreo apenas existe y percibirlo es un milagro antiestadístico. Morante lo sabe y Victorino también, aunque prefiere solasyarse en el dramático error de la selección a la inversa.

Morante esculpe el toreo entre el tormento y el estaxis; sin afectación alguna aunque se haya convertido en un personaje; sí, pero en un personaje que se reinterpreta a sí mismo.

Y torea muy quieto, y se coloca una barbaridad, y expone y si quisiera, podría con los Victorinos de ayer, tan infumables, como los que han hecho al de Galapagar algo parecido a un mito.

Morante con el capote es, sencillamente, inalcanzable: bien a la verónica (brutal su armadura y dramáticamente bellas) o con esos sutiles delantales desparramados en un quite inmarcesible.

El Cid, regular en una tarde al que destiló esos naturales suyos al soso cuarto, que se caía de bueno, tan pajuno él como asilvestrado la prenda de sobrero que guardó el porvenir para zaherir la tarde moribunda ya a esas alturas.

Victorino, el genio infalible, ha fallado, claman las crónicas.

Victorino es humano, apostillan los informadores ciegos, los apostoles que perdonan todo a su ídolo y que asestan puñalás carmesí a los encastes bodegueros ¿se dice así?. A estas alturas no sé cuál corrida fue peor, la de Talavante en Madrid (Núñez del Cuvillo) o la del gesto de los dos coletudos de Sevilla. ¡Espera!, que voy a ahondar en mi meroria.... En la del foro me salen dos de triunfo y en la del Baratillo, ninguno.

Con esto me doy cuenta de que estoy irremediablemente perdido.
¡Viva Morante!

Foto Matito (Sevillataurina.com)

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