jueves, 5 de marzo de 2009

Hoy escribo de Diego Urdiales

Es difícil adivinar dónde se encuentra el secreto del artista; el lugar en el que reposa la tecla que marca ese misterioso diapasón que hace crepitar el alma al compás de una melodía sublime, de un poema o del temblor de un trazo de óleo sobre un lienzo virginal y terriblemente blanco. Por eso, estos seres marcados por el sino de la creación se mueven en esferas infinitas, a veces insondables, y hacen de la sensibilidad y del apogeo de sus sentimientos el fin último e inequívoco de los anhelos, de la potencia creadora, de la pasión y de sus instintos. A veces el artista crea para sí un universo difícilmente descriptible donde se refugian, ensimismados, conceptos que se funden con la ética, la belleza y también con la honestidad. Yo no soy experto en arte, pero a veces mis neuronas se despeñan como una catarata cuando sucede algo que me conmueve y crece dentro de mí con el discurrir de los días.
El sábado, Diego Urdiales, en una plaza vacía y en la soledad y el frío de una mañana invernal con un sol que apenas rebotaba en unos tendidos de cemento comidos por la mugre, se aisló consigo mismo e hizo brotar el toreo con una cadencia y un ritmo desusados. Se dice el toreo, el arte sin afectación alguna, el vuelo de la muleta atrapando delicadamente una y otra vez las embestidas en un diálogo del hombre con la naturaleza sin parangón posible.
El domingo en Abc, Zabala de la Serna escribía que Urdiales había sido olvidado injustamente de las primeras ferias del año y que el de Arnedo «no tiene quien le escriba».
Pues bien, aquí estoy yo, hoy que es jueves, escribiéndole y tratando de describirles a ustedes la armonía radical de su toreo, el compromiso sin ambages que ha firmado con la esencia de lo que Federico García Lorca dijo un día que era la fiesta más culta del mundo.

o La imagen corresponde a un tentadero celebrado el pasado sábado en la plaza de toros de Cintruénigo. Las reses son de la ganadería Toros de el Poblao, propiedad del riojano Asier Erostarbe, y tienen procedencia Apolinar Soriano.

o Esta maravillosa foto es obra de Miguel Pérez-Aradros y pinchando en la foto o aquí, se puede acceder a una bellísima galería con más instantáneas.

o Este artículo lo he publicado hoy en Diario La Rioja en una serie que sale los jueves y que se llama Mira por dónde.

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