domingo, 16 de noviembre de 2008

Torear es vivir embaucando al aire, a las estrellas y a las hojitas derramadas en el albor del otoño

Torear es un sentimiento antiguo que brota preciso cuando se ilumina dentro un intenso manantial.

Torear es escribir con nardos sobre el agua, cerrar los ojos después y ver que el tiempo se ha parado sin detenerse.

Torear es vivir embaucando al aire, a las estrellas y a las hojitas derramadas en el albor del otoño.

A veces, la naturaleza nos sorprende y nos reta con dibujos imposibles y sale el corazón por las esquinas para demostrarnos que una muleta es un pincel y una escofina, pero también un lápiz de color cuando se siente como un juguete. O un escorzo más efímero que un latido pero inmensamente bello e irremediablemente poético.

Torear también es una especie de desafío a tiempo, un algo que cuando se empieza a percibir tiene caracteres imprecisos pero que turba y mantiene el corazón pendiente por cómo va a acabar el natural alado a la sombra del almendro.

Torear inquieta porque es como pensar, reflexioniar, o experimentar hasta donde son capaces de llegar todos los sentidos si se vive cabalmente.

Torear...


"No hay cante chico ni grande:
lo que cuenta es la grandeza
de quien lo vive en sus carnes"
(Letrilla de una soleá popular)

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