jueves, 26 de junio de 2008

El Valle del Alhama, La Rioja geológica


El Valle del Alhama, silencioso y melancólico, ofrece a los viajeros penetrar en una Rioja desconocida e inquietante (Artículo publicado hoy en el Suplemento Viajar, de Abc)



Foto: Fernando Díaz

El valle del Alhama configura uno de los espacios más desconocidos y recónditos de La Rioja, uno de esos lugares donde el silencio y la profundidad se ofrecen como los mejores aliados para descubrir impresionantes parajes marcados por convulsiones geológicas que se remontan unos 250 millones de años antes de nuestra era. En la actualidad, la tierra permanece callada, ensimismada, y sólo las aguas termales que dan nombre al propio valle (en árabe al-hamma significa “el caliente”) mantienen la memoria de aquellos gigantescos cataclismos. Sin embargo, si el viajero lo desea, todavía está a tiempo de precipitarse a través de un singular túnel del tiempo y comprender cómo era la vida en esta zona de La Rioja cuando en el Jurásico un mar de escasa profundidad ocupaba hondonadas y alcores, valles y barrancos y la vida se transformó casi de súbito con la aparición de hipariones y dinosaurios, multitud de vertebrados diminutos y una increíble vegetación de la que todavía se pueden encontrar vestigios con increíble y pasmosa facilidad. Un buen ejemplo de ello se encuentra en Villarroya, una localidad fundada por pastores arnedanos en el siglo X, surcada por galerías de antiguas minas y rodeada de procelosos encinares y monte bajo. Pues bien, en uno de ellos queda el vestigio de un lago que ocupó esta zona durante el Plioceno. Hace aproximadamente 2,5 millones de años tuvo lugar un cambio climático y el agua se retiró mansamente de este enclave. La sucesión de estratos de areniscas y lutitas hizo que este lugar se configurase como uno de los yacimientos de fósiles del Plioceno más importante del mundo: se han encontrado huesos y dientes de ciervos, hienas, panteras, elefantes y gacelas. Los numerosos barrancos agazapados entre los carrascales de Villarroya cortan los sedimentos del viejo lago en múltiples y caprichosas orientaciones y con un poco de paciencia se pueden descubrir tesoros de un tiempo que casi no se puede medir. (La observación de los materiales que rellenan el lago se puede realizar en kilómetro 8 la carretera que discurre entre Villarroya y Cornago, exactamente donde comienza la falla que dio lugar a esta cuenca). Otro hito geológico impactante es el llamado tronco fósil de Igea: un árbol fosilizado que data del Cretácico Inferior, es decir, que tiene la friolera de 120 millones de años. Se encuentra a cuatro kilómetros del pueblo, en la colina que está enfrente de la pintoresca ermita de la Virgen del Villar, y está situado al pie de una sinuosa carretera en dirección a Cornago, un pueblo coronado por un imponente castillo ligado al mítico linaje de Los Luna (a la postre responsables del Cisma de Occidente). Pero la historia de esta localidad, sita en las estribaciones de la inquietante Sierra de Oncala es mucho más profunda, ya que a sólo a tres kilómetros se encuentra el yacimiento de Los Cayos, uno de los más importante de La Rioja, con centenares de huellas de gigantescos dinosaurios carnívoros de diferentes especies que datan del Cretácico, ciclo geológico posterior al Jurásico; es decir, el momento en que comenzaron los movimientos de los continentes hasta llegar a la configuración actual. En Los Cayos sobresale un rastro de 26 icnitas (huellas de dinosaurios) de tres dedos, que oscilan entre 35 y 45 centímetros y que se conservan en un excelente estado. Muy cerca de aquí, la carretera que une Aguilar del Río Alhama con la aldea de Gutur ofrece una panorámica alucinante de llamado ‘Barranco del Tajo’ y sus preciosos desfiladeros con laderas de fuertes pendientes en las que afloran los estratos geológicos dando lugar a un relieve permanente de sucesivas uves invertidas, que en geomorfología –la ciencia que estudia el paisaje– se denominan chevrons. Las laderas ofrecen sinuosas ondanadas donde pasear en silencio y disfrutar de un paisaje tan extraño que parece salido de una película de ciencia ficción. En esta peculiar zona de La Rioja existen, además, tres curiosos tipos de manantiales: aguas sulfurosas, carbonatadas y manantiales de aguas termales. En Arnedillo, además de un impresionante balneario, existe una pequeña zona de pozas naturales y pequeños manantiales en el río Cidacos donde mana el agua a 40º aproximadamente. Están rodeadas de vegetación y han sido reformadas hace muy poco tiempo.

o Contrebia Leukade, la ciudad blanca. Contrebia Leukade (ciudad blanca) es uno de los asentamientos humanos más antiguos de La Rioja y se encuentra entre dos cerros muy cercanos a los pueblos de Inestrillas y Aguilar del Río Alhama. Los vestigios más antiguos corresponden a un túmulo fechado unos 2000 años antes de Cristo. Contrebia Lukade tuvo una ocupación celtibérica, una posterior romana y otra visigoda y en ella se pueden encontrar viviendas excavadas en la roca, una muralla romana, fosos y murallas celtibéricas y delicadas obras de abastecimiento de agua. La ordenación del interior de la ciudad se ajusta al irregular relieve del lugar. Las casas se disponen alineadas respecto a calles bien marcadas, siguiendo las curvas de nivel. Su planta tiende a rectangular y a menudo aparece compartimentada en varias dependencias dispuestas longitudinalmente. Si desea más información sobre Contrebia Leukade se puede visitar su nuevo Centro de Interpretación en Aguilar del Río Alhama, un espacio expositivo que, a través del recorrido por sus distintas salas, evoca al visitante, de manera atractiva y sugerente, una ciudad recreada en un mundo celtíbero cargado de simbolismo, en el que se refleja su vida cotidiana, sus costumbres, su función militar y estratégica, y los sueños y sensaciones de los que la construyeron y la habitaron.

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