viernes, 16 de mayo de 2008

El Cid volvió a darse de bruces con su sino de pinchauvas

El Cid volvió a darse de bruces con su sino de pinchauvas. Pero hubo toreado, que exclamaría un cursi. Hubo toreado se dice, pero se debiera de decir que toreó, que lanceó al natural como los propios ángeles, sin probaturas, sin medias tintas. Y esto me recuerda a una gregería de Don Ramón Gómez de la Serna que una vez hube leído: "Un torero cuadra a una aceituna y la pincha". Y El Cid, que es el toreo mismo, pinchó; pero hubo toreado, toreado con el diapasón abierto, con el compás, con el alma; hubo toerado como un alhelí, como si acaso supiera que no se puede torear mejor, con más belleza y con esa pureza supina de la muleta adelantada no por el brazo –que también– sino por la decisión, porque se sabe 'El Cid' y quería reeditar sus faenas soberanas, su dominio. Impresionaba verlo el platillo, con la pañosa asida con la izquierda y torear desde el primer lance por abajo y hasta atrás. Una y otra vez, casi sin resuello. Muchos naturales fueron sencillamente memorables, y los pases de pecho y el de la firma.... Pero volvió a darse de bruces con su sino de pinchauvas porque un torero cuadra a una aceituna y la pincha... (Bellísima foto de Juan Pelegrín, de las-ventas.com).

Pd: Lamentaibol (o como se diga) Alejandro Talavante, que estuvo sin estar, que tenía la cabeza quizás en Sanghai o Hawai o Pekín... Y lo peor fue cuando copió...

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